IBÉYISE PACHECO,
La basura es su asunto. El alcalde Ernesto Paraqueima dispara desde la cintura ante cualquier crítica a la concesión entregada a la empresa Fospuca para la recolección de desechos en el Municipio Simón Rodríguez, capital El Tigre, estado Anzoátegui. Lo hace masivamente en varios escenarios: el contenido de su Whatsapp que hace público, todas sus cuentas en redes sociales, un espacio radial diario en tres emisoras y una columna llamada La Guillotina en su diario amigo El Mundo Oriental. En todos esos medios un delito comete en flagrancia: amenaza a los ciudadanos. Lo hace con un léxico soez, un verbo enfermo embadurnado del tema sexual que la sabiduría popular traduce como un esfuerzo -fallido- por ocultar sus carencias en esa área.
El contrato con Fospuca en El Tigre es el octavo -llegaron a ser nueve- que ha logrado amarrar su propietario José Simón Elarba en el país, y el tercero marcado por protestas de la comunidad que se resiste a cancelar tarifas fuera del alcance del presupuesto tanto para residentes como para comerciantes. Antes, en octubre pasado en Barinas, el contrato de Fospuca tuvo que cesar después de dos meses de presión ciudadana. La mediación de la autoridad municipal fue decisiva para esta decisión y es ante esa posibilidad que el alcalde reacciona con explosividad.
La llave operativa de Paraqueima y Elarba cuenta con aliados. Uno es el propietario de Globovision, Raúl Gorrín, aunque de lo que más se ufana el alcalde en privado es de ser consentido de Cilia Flores. También, haciendo esfuerzos de discreción por su condición de alacrán, se abraza con José Brito de Primero Venezuela. Y actualmente su corazón se inclina -es ligero de pasiones- por el partido Fuerza Vecinal, luego de saltar del chavismo a la oposición para después volver al régimen.
Las violentas reacciones del alcalde acumulan un dossier que incluye a sus hermanos. “Hace años, cuando mi familia iba a comprar vivienda en la urbanización privada Los Cocales donde se crio Paraqueima, los vecinos nos advirtieron que esos muchachos eran mala conducta, pandilleros, peligrosos”, recuerda un miembro de la comunidad. Ya en 2009 se corrobora la advertencia cuando su hermano José estuvo en prisión luego de ser imputado por el homicidio del dirigente juvenil de Primero Justicia, Jhonathan Rivas. En otro hecho público de octubre de 2021 el hoy alcalde, ante una discusión y un forcejeo en un autolavado con el locutor Juan Guatache, corrió a llamar a sus dos hermanos al sentirse vencido. Los tres le cayeron en cayapa al comunicador.
Paraqueima es arbitrario y se mete en todo. Su capricho lo puede llevar a cambiarle a una plaza el nombre del músico Sir Augusto Ramírez, o de cuestionar un homenaje al apreciado Gualberto Ibarreto, o atacar a la iglesia evangélica.
Las acusaciones de violencia de género contra el alcalde de El Tigre son imposibles de ocultar. Años atrás Luisana Albornoz lo demandó por daños psicológicos. Más recientemente la exprimera dama de El Tigre, Yemdy Alcalá lo ha acusado de violar sus derechos de mujer. Sin embargo, es Fospuca el tema que le activa la sintomatología de histeria que lo ha llevado a arremeter contra la periodista y propietaria del diario El Vistazo, Nilsa Valera, quien lo demandó a él, a su hijo que también es funcionario, y a tres directores de la alcaldía. En general, la redacción de ese medio ha sido agredido. Por el mismo tema de la basura Paraqueima ha afincado sus garras en otras dos damas. A la comerciante Mercedes Orta la descalificó por su sobrepeso, y con la maestra jubilada y líder vecinal Antonieta Chacín, lució su ruindad y cobardía.
Paraqueima logra con el circo distraer el efecto de sus abusos. Publicita videos regalando objetos sexuales, invitando a certámenes de belleza o inaugurando centros nocturnos presentados como burdeles. Eso no debería desviar del punto neurálgico de lo que ocurre en ese municipio donde los comerciantes se sienten extorsionados ante la amenaza de ser embargados y el ciudadano común injustamente pechado a través del cobro desmesurado del servicio de recolección de basura de Fospuca. Y es entonces cuando el alcalde demuestra que no tiene límites: “¿Dígame si yo pido a la gente que no compre en los negocios de ustedes?”, amenazó a propietarios de locales ante el reclamo justo y la denuncia de una contratación que se saltó la ley.
“No se metan conmigo ¿oyeron? No se les ocurra. Acuérdense que se están metiendo con un tipo a quien no le importa la vida. Eso es muy peligroso, meterse con un tipo a quien no le importa, nada. ¡Nada!”.
Ciertamente, el pueblo de El Tigre le teme, como a un loco sin control.