LA HABANA.- La economía de Cuba se enfrenta a uno de sus peores momentos, si bien las condiciones de vida en la isla, bajo el régimen castrista, han sido precarias desde hace décadas.
Sin embargo, en el último año la escasez se ha intensificado, los precios suben sin parar, los apagones forman parte de la cotidianidad, y las largas colas para abastecerse de productos básicos son el pan de cada día de los cubanos.
El PIB de la isla cayó un 10,9 % en 2020, el peor registro tras la caída del 14,9 % que se produjo en 1993. Para 2022 el régimen cubano se había fijado un crecimiento del 4 %, pero finalmente habría estado en torno al 2 %, y no se trata de una cifra oficial.
El impacto de la pandemia de COVID-19, que redujo el turismo, una de las principales fuentes de ingreso, y ahora la guerra en Ucrania, ha traído consigo una subida del precio de los alimentos y del petróleo.
«Cuba se enfrenta a la peor crisis económica desde el Periodo Especial», dijo el economista Carmelo Mesa-Lago en un artículo publicado por Cuban Research Institute de la Universidad Internacional de Florida, en referencia a la crisis que siguió a la caída de la Unión Soviética en 1991.
Entre las razones de esta crisis, Mesa-Lago identifica la ineficiencia del sistema económico de la isla, la mala situación económica que atraviesa Venezuela, de la que la economía cubana depende en gran medida, así como a las «fuertes sanciones impuestas por el presidente Donald Trump, que revirtió el proceso de acercamiento iniciado por el presidente Barack Obama y reforzó el embargo» impuesto hace décadas.
Tampoco el contexto político ayuda. «El Gobierno sigue reprimiendo y castigando virtualmente toda forma de disidencia y crítica pública», subraya Human Rights Watch (HRW) en su reciente informe anual.
«La represión del Gobierno y la aparente falta de voluntad de abordar las causas subyacentes que echaron a la gente a las calles» en julio de 2021 «han forzado a los cubanos a abandonar el país en cifras sin precedentes», subraya la ONG.
Éxodo nunca visto
Esta crisis económica generó un éxodo nunca visto en la isla, pese a que en los más de 60 años transcurridos desde la llegada de Fidel Castro al poder han sido muchos los cubanos que han buscado una vida mejor más allá de sus fronteras.
Estados Unidos, tradicional país de destino de la emigración cubana, ha registrado una cifra récord de llegadas de cubanos a sus fronteras, esencialmente por tierra a través de México, aunque hay quien sigue intentando la peligrosa travesía desde la isla hasta las costas de Florida.
Según datos oficiales, la Patrulla Fronteriza estadounidense registró durante el año fiscal 2021-2022, que va de octubre a septiembre, un récord de 224.000 «encuentros» con migrantes cubanos, un dato que no se traduce directamente en migrantes cubanos, ya que una misma persona puede hacer varios intentos de cruzar. Los datos se mantienen en los meses sucesivos, con más de 44.000 encuentros en diciembre pasado.
Esta cifra se traduciría en que en torno al 2 % de los cubanos ha intentado salir de la isla en el último año, lo que ha llevado ya a algunos expertos a hablar incluso de «despoblación» y a llamar la atención sobre el impacto de cara al futuro que esto pueda tener, dado que quienes se van son esencialmente jóvenes y adultos en edad laboral y la población de la isla está muy envejecida.
El dato es muy superior al registrado en anteriores olas migratorias desde la isla, debido al breve lapso de tiempo en que se ha producido. Así, tras el triunfo de la Revolución, se calcula que unos 250.000 cubanos partieron al exilio entre 1959 y 1962, mientras que durante el llamado éxodo del Mariel de 1980 fueron unos 125.000. Durante los llamados «Vuelos de la Libertad» entre 1965 y 1973 salieron de Cuba unas 300.000 personas mientras que en la crisis de los balseros de 1994 fueron más de 30.000).
Travesías hacia Florida
A quienes llegan por tierra desde México, se suman quienes lo hacen por mar. Desde el pasado 1 de octubre, los Guardacostas estadounidenses han interceptado a 5.862 cubanos en embarcaciones de diverso tipo en su intento por llegar a las costas de Estados Unidos, un dato que contrasta con las 6.182 interceptaciones de cubanos que hubo en el año fiscal 2022, las 838 de 2021 y las 49 de 2020.
El aumento en las cifras de quienes se echan a la mar para alcanzar Florida se ha traducido también en un incremento en el número de fallecidos. Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), desde 2014 un total de 425 personas han muerto o desaparecido en la ruta de Cuba a Estados Unidos, 202 de ellas en 2022, cifra récord y que contrasta con los 66 de 2021. En lo que va de año ya se contabilizan 53 muertos o desaparecidos.
El éxodo hacia Estados Unidos ha venido propiciado por varios motivos. Uno de los factores clave ha sido la decisión en noviembre de 2021 por parte de Nicaragua de suprimir la necesidad de visado para los cubanos. Desde entonces, muchos han optado por volar hasta el país centroamericano e iniciar desde allí un largo recorrido, pero evitar el peligroso Tapón de Darién, entre Colombia y Panamá, otra de las principales rutas migratorias hacia México.
También ha contribuido aparentemente el hecho que ahora se esté aceptando a más cubanos. «Antes de (Joe) Biden, la tasa de reconocimiento de la condición de refugiado era del 45 % al 48 % y ahora está en el 55 %», subraya Ariel Ruiz, del «think tank» estadounidense Migration Policy Institute, en declaraciones a Deutsche Welle. «Aunque no es drástico, las cifras parecen indicar que ha habido un cambio para agilizar los procesos de los cubanos», añade.
Para intentar contener las llegadas, la Administración Biden aprobó en enero una nueva política en virtud de la cual se aceptarán al mes 30.000 migrantes de Cuba, así como de Venezuela, Haití y Nicaragua mediante el sistema de «parole», en el que necesitarán un patrocinador en Estados Unidos.
Tras la comprobación de antecedentes, estos migrantes podrán permanecer en el país para trabajar durante el plazo de dos años mientras completan el procedimiento para obtener la residencia legal permanente.
Quienes lleguen a las fronteras estadounidenses por otros procedimientos no podrán acceder a este proceso y serán expulsados de forma inmediata a México, que tendrá que aceptar la devolución de 30.000 de ellos al mes, según consta en la medida adoptada el pasado 5 de enero. Estas personas no podrán entrar de nuevo en Estados Unidos durante un periodo de cinco años.