sábado, noviembre 23, 2024
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La línea roja entre Washington y Moscú funciona todavía

SONIA SCHOTT,

Cuando la organización mercenaria Grupo Wagner lanzó el extraño “golpe” en Rusia hace unos días, Washington tomó medidas rápidas.

El director de la CIA, William Burns, contactó al jefe de espionaje ruso, Sergei Naryshkin, para asegurarle que Washington no había jugado ningún papel en los inusitados acontecimientos que pusieron en jaque al líder ruso, Vladimir Putin, y que el incidente era tratado como un asunto interno de ese país.

Parece haber sido evidente para Putin que Estados Unidos no estaba detrás del anunciado “golpe de Estado” porque no culpó a Occidente de lo ocurrido.

Aunque este contacto bilateral preventivo no evitará que la coalición de 50 naciones, liderada por Estados Unidos, continúe respaldando a Ucrania, con armas y ayuda financiera para defenderse de la invasión rusa, es alentador que, incluso con las malas relaciones entre Moscú y Washington, todavía es posible que ambos se comuniquen.

Y es que, si bien la situación interna en Rusia ha sido una preocupación eterna para Europa por la proximidad geográfica, incluso antes de la invasión de Ucrania, muchos políticos compartían la percepción de que “el presidente Vladimir Putin puede ser un líder autocrático y despiadado, pero, al menos, proporcionó estabilidad en Rusia” según el Council on Foreign Relations.

Sin embargo, después que Yevgeny Prigozhin, el brutal criminal convicto, jefe del grupo Wagner, declaró la guerra al Ministerio de Defensa ruso, esa tranquilidad sui generis se ha evaporado.

A más largo plazo, todavía hay preguntas importantes sobre qué pasará después del supuesto golpe, tanto en Rusia como su impacto en la guerra en Ucrania.

La administración de Joe Biden, respaldada por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), ha optado por una política de doble vía: armar a Ucrania para ayudar al gobierno de Kiev a defender su soberanía, pero al mismo tiempo tratar de evitar una escalada en la guerra que conduzca a un conflicto regional más amplio.

Se supone que Putin también preferiría evitar una escalada de la guerra, dado que una confrontación directa con Estados Unidos y la OTAN sería calamitosa.

Entonces, si se quiere, existe un acuerdo tácito de que la guerra entre Rusia y la OTAN debe evitarse a toda costa.

La línea directa entre Moscú-Washington siempre ha contribuido a cierta estabilidad en momentos de crisis.

“La necesidad de una comunicación rápida y confiable directamente entre los jefes de gobierno de los estados con armas nucleares surgió por primera vez en el contexto de los esfuerzos para reducir el peligro de que un accidente, un error de cálculo o un ataque sorpresa pudiera desencadenar una guerra nuclear”, según el Departamento de Estado.

El memorándum de entendimiento sobre una línea de comunicaciones se firmó el 20 de junio de 1963, en Ginebra, Suiza, a raíz de la crisis de los misiles en Cuba de 1962, cuando ambos países estuvieron cerca de una guerra nuclear.

Actualmente, el principal interés estadounidense es observar el impacto interno contra Putin y sus generales y determinar si beneficia a Kiev en su contraofensiva contra las fuerzas rusas.

Si el Grupo Wagner deja de operar como fuerza independiente en Ucrania, podría ser positivo para los ucranianos. Los soldados de Wagner, muchos de ellos convictos liberados, han demostrado más disciplina y determinación que las tropas rusas regulares.

Putin quiere absorber a los mercenarios de Wagner en el ejército regular, pero puede que eso no funcione bien. Incluso podría causar resentimiento entre las tropas.

Todos estos factores deberán tenerse en cuenta cuando la OTAN celebre su cumbre en Vilnius, Lituania, el próximo 11 de julio.

Por lo pronto, no hay indicios de que Putin quiera poner fin a la guerra en Ucrania, por el contrario, es probable que intensifique los ataques mientras toma medidas contra cualquiera que considere desleal a su liderazgo.

Sin embargo, los desafíos internos en Rusia podrían desviar su atención de la guerra, lo que brindaría una oportunidad para Kiev de acelerar la ofensiva militar contra las posiciones defensivas rusas en el este y el sur de Ucrania.

Incluso es posible que Washington decida enviar sistemas de armas de mayor alcance a Ucrania, algo que la administración Biden hasta ahora había evitado por temor a una escalada.

Por el momento, la palabra clave parece ser precaución. Sin embargo, se espera que con el drama del golpe se abran oportunidades para Kiev.

Fuente: Diario Las Américas

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