Con un estilo completamente diferente al de Alberto Fernández, que leía un teleprompter ubicado detrás de cámara, como si estuviese improvisando (aunque el resultado era muy malo), Javier Milei dio un mensaje de fin de año a la ciudadanía argentina mediante la cadena nacional. El nuevo presidente, diferenciándose de su antecesor, prefirió la honestidad de las hojas encima del escritorio, a las que no les sacó los ojos de encima. Leyó con sus lentes puestos un sobrio y breve discurso, donde le deseó felices fiestas al pueblo argentino, pero también se dirigió a los diputados y senadores de la oposición.
Al pueblo le reiteró que no hay otro camino que el de las reformas iniciadas, que tienen como finalidad evitar una “catástrofe”. Como contraposición, aseguró que el sendero adoptado llevará al país a los lugares que hoy tienen las potencias internacionales. También resaltó que el proyecto de ley enviado al Congreso está inspirado en Juan Bautista Alberdi, “ideólogo intelectual” de la Carta Magna argentina, proceso que puso al país en el número uno de ingreso per cápita a finales del Siglo XIX.
A los legisladores de la oposición les dijo que tendrán próximamente dos opciones: sumarse al cambio que votó “la gran mayoría de los argentinos” o seguir “poniendo palos en la rueda”, con la única finalidad de defender sus propios beneficios e intereses.
El presidente reconoció que 2024 será un año complicado, pero advirtió que será una etapa de transición hacia un modelo superador, basado en las libertades individuales y no en la coerción gubernamental “de los funcionarios que le dicen lo que hacer a la gente detrás de un escritorio”.
“Este puede ser el año en el que demos vuelta un siglo de fracasos. El que dejemos atrás el modelo colectivista que nos hizo pobres y abracemos nuevamente el modelo de la libertad, que nos hizo el país más rico del mundo”, concluyó el mandatario argentino.