La democracia se caracteriza por mayorías cambiantes, y es crucial comprender que ganar una elección y obtener más votos que los oponentes no garantiza automáticamente tener la razón. Este punto es esencial, aun más cuando los partidos o frentes afines están en el poder. Eventualmente, otra mayoría podría obtener los votos para llevar a cabo una gestión con una orientación diferente, y es natural que esto ocurra. En ocasiones, el vencedor en el debate político es aquel que conduce al país hacia una situación mejor, mientras que en otras, prevalecen quienes defienden políticas perjudiciales, incluso si parten de buenas intenciones (si es que las tienen). Es fundamental tener en cuenta esta dinámica para comprender la naturaleza cambiante de las mayorías en el sistema democrático.
En realidad, ningún espacio político de cualquier país del mundo tiene el derecho de arrogarse la representación “del pueblo” en su conjunto. Sin embargo, en todos lados el populismo lo hace impunemente de forma permanente. Cuando gobiernan, para justificar sus iniciativas nocivas y cuando les toca ser oposición, para ponerle palos en la rueda a las gestiones más razonables.
Otra cosa que no falla en ningún lugar del planeta es la existencia de una izquierda dura, marxista e infantil, que se arroga una prerrogativa representativa que no le pertenece: la de representar a “la clase trabajadora” en su conjunto. Lógicamente, el “Frente de Izquierda y de los Trabajadores” de Argentina no es la excepción. Ni en su soberbia ni en su magro caudal electoral.
En el marco del debate en comisión de la “Ley Bases” de Javier Milei, que propone una profunda reforma para toda la estructura económica y del Estado en Argentina, los diputados trotskistas son siempre los más fervientes críticos, junto al kirchnerismo. Cuestionan las reformas argumentando que perjudican “a los trabajadores”, que ellos dicen representar.
Claro que cuando uno mira el resultado de los últimos comicios, como dijimos, más allá del que tenga razón, uno percibe que hoy en el país hay más trabajadores que apoyan a Milei que al Frente de Izquierda, que sacó el 2% de los votos. Cuando esta mañana el diputado Nicolás del Caño le dijo a Guillermo Francos, que las medidas del oficialismo perjudicaban a sus representados, los trabajadores, el ministro de Milei fue terminante con su respuesta:
“…tampoco creo que usted sea representante de la clase trabajadora. Porque los votos que usted tiene, no comprende a todos los trabajadores de la Argentina”.