Uno en el fondo se pregunta si los políticos populistas tendrán idea que son culpables de los males que padecemos los argentinos. Vamos a un ejemplo concreto, vinculado al Decreto de Necesidad y Urgencia que está en discusión:
Los políticos aumentan el gasto público. Los políticos caen en déficit fiscal. Los políticos emiten moneda para financiar el Tesoro. Los políticos llevan al Estado a un tamaño que destruye la productividad y la capitalización del sector privado. Los precios de las cosas, por la irresponsabilidad monetaria, suben por encima de los salarios. La gente tiene problemas para pagar el alquiler. Aprueban una “ley de alquileres” que lleva a la situación de “problemática” a “imposible”, secando la oferta. Luego de la llegada de un presidente racional, se deroga la ley en cuestión, retrotrayendo el problema a la instancia anterior (oferta disponible, pero problemas para afrontar el costo). ¿Qué hacen los políticos, en vez de ir otro paso en la dirección correcta para solucionar el problema económico de la baja productividad para que la gente pueda pagar por sus cosas? Proponen volver a la instancia demagoga de la “ley de alquileres”. Uno no sabe si son cínicos, sinvergüenzas, ignorantes o todo eso combinado.
Ese ejemplo completo deja en evidencia el núcleo central de la patética argumentación de los diputados y senadores que quieren voltear el DNU de Javier Milei.
En más de una oportunidad, el presidente argentino dijo que son necesarias estas instancias, para que “la casta” quede en evidencia ante la opinión pública. Incluso lo cuestionaron duramente por compartir en sus redes sociales el nombre de los legisladores que votan en contra del cambio que la mayoría apoyó en las urnas. ¿En qué locura estamos metidos como para argumentar que publicar una lista de los votos en el Congreso es análoga a la difusión de “listas negras” macartistas?
Si consideran que Milei hace listas negras, cuando solamente dice como votó cada uno, es porque consideran que la posición que tienen mucho de los legisladores opositores es digna de vergüenza. Entonces, evidentemente existe algo parecido a una “lista negra”, pero la misma no la escribe ni Milei, ni sus funcionarios ni sus partidarios, sino los senadores y diputados que se niegan a cambiar el rumbo de este fracasado modelo, solo por cuidar sus más mezquinos e inmorales privilegios.
Lo que no comprenden es que, hagan lo que hagan, en dos años van a tener que enfrentarse a una opinión pública enojada en el cuarto oscuro. Como no vieron lo que sucedió en las últimas presidenciales, ahora no ven lo que está pasando por la cabeza de los argentinos. ¿La está pasando mal la mayoría? Claro que sí, pero el error de cálculo que hacen es que los más necesitados van a relacionar a la reciente administración con las problemáticas de fondo. Tan alejados de la realidad están, que el mismo Alberto Fernández publica estadísticas capciosas para argumentar que su gestión fue mejor que la de Milei.
Los que sigan en esta tesitura no están dañando al gobierno. Están dañando a los argentinos y, además, se están dañando a ellos mismos. Lo verán cuando dentro de dos años se abran los sobres en los cuartos oscuros del país que llevaron a Milei a la Casa Rosada.