sábado, noviembre 23, 2024
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EL SISTEMA ELECTORAL VENEZOLANO

IMPLICACIONES ACTUALES

Genaro Mosquera,

Desde hace más de veinte años se ha denunciado de manera documentada las irregularidades del sistema electoral venezolano. Innumerables trabajos de investigación universitaria y de organismos calificados confirman con pruebas irrefutables que el gobierno venezolano incurrió en fraude desde el mismo momento que inició el control del poder político. Conscientemente, controló el poder electoral y concentró todos los poderes independientes al margen constitucional. Rediseñó el sistema y lo puso en las manos de especialistas cubanos y de empresas afectas, entregar la soberanía, entregar a foráneos el sistema de identidad nacional y apuntalar el desarrollo de los sistemas informáticos.

En el año 2004 comenzó la práctica fraudulenta de gobernanza apoyada en procesos electorales fatuos, los cuales sistemáticamente han sido denunciados por profesionales y organizaciones calificadas. En aquel momento se presentó la irrefutable denuncia que de los 9.8 millones de votos emitidos, dos millones y medio fueron irregulares los cuales fueron suficientes para alcanzar un falso triunfo basado en un cambiazo de los resultados. No hubo reclamos de la oposición, y sin chistar, avalaron dicho resultado e, iniciaron una larga vida de colaboracionismo.

A partir de ahí, el sistema se perfeccionó, violando procedimientos y soportes legales. Su efecto, se fue modelando con ayuda de la propaganda oficial cuyo resultado fue que las personas desviaran su atencion fuera del hecho fraudulento. La estructura del registro permitió el crecimiento artificial de la base de datos y se aprovechó para el ingreso de cinco millones de votantes, incorporando clones y extranjeros que se registraron violando la legalidad; todavía hoy, existen cientos de miles de registros de una misma persona con diferentes números de cédulas de identidad, o personas con diferentes documentos de identidad, fallecidos que votan, y otras menudencias que rompen la estructura demográfica.

Cualquier análisis de la data actualizada a nuestros días ponen de manifiesto indicadores absurdos, por ejemplo, desde el año 2013 un indicador relevante es que el 93% de la población estaba registrada en el RE lo cual no es creíble, incluso si se compara con países latinoamericanos. Al explorar los resultados de todas las “elecciones” llevadas a cabo en miles de mesas, presuntamente ejercieron el voto a favor del régimen el 100% del registro. Del total de mesas de votación, un 16% de ellas estuvieron bajo control directo del régimen que representaron a 3.048.182 de votantes, suficientes para voltear los resultados electorales de un registro de 18.312.906 votantes potenciales.

Todo este cúmulo inmenso de irregularidades y violaciones constitucionales presentes en el sistema electoral rige aún las elecciones en Venezuela. Todas fueron denunciadas. Solo a raíz de las elecciones presidenciales del año 2018 se atendieron los reclamos en instancias legales internacionales. Con la iniciativa de ciudadanos y expertos en el análisis de la dinámica electoral, convencidos y probadas las irregularidades del registro electoral y de sus consecuencias lograron demostrar de manera fehaciente y documentada la violación de los derechos democráticos; previas comprobaciones, interpelaciones y testimoniales, el TSJ en el exilio, decretó la nulidad de las elecciones presidenciales de 2018 cuyos dictámenes condujeron a sanciones internacionales, declarar írritas las elecciones, señalar como actos delincuenciales a los personeros del régimen y, a disparar los procedimientos constitucionales para que una Asamblea Nacional, declarará un gobierno transitorio. El asunto no pasó de ser una pantomima irrelevante, pérdida de tiempo y credibilidad lo cual ha conducido al desprestigio, incluso de la mayor parte de dirigentes que hoy en día aspiran a ser candidatos presidenciales en la también ilegal convocatoria de julio de este año.

El cansancio ciudadano producto de los efectos catastróficos inducidos por la política socialista del régimen y de una dirigencia de partidos de portafolio, que perdieron la militancia y representatividad popular en alguna medida, indujo a la selección como potencial candidato de unas elecciones presidenciales en cabeza de una personalidad honorable y representativa de la sociedad venezolana lo cual, se concretó en elecciones primarias para enfrentar al régimen en unas elecciones libres y democráticas.

Ante esta circunstancia el régimen no solo coarta los derechos ciudadanos e inhabilita a la candidata electa actuando sin escrúpulos, adelanta apresurada y tácticamente las elecciones, estimula a una docena de candidatos y a un décimo tercero, preferido a conveniencia del régimen, para que en aras de la unidad interesada sea la contraparte en unas elecciones para asegurar la continuidad y lograr la legitimidad deseada.
La perspectiva del rescate de la democracia mediante la vía electoral pende de un sistema electoral que es una espada de Damocles para la ciudadanía. Como estrategia oficial, la opinión pública es inducida por el poder de los medios mayoritariamente en manos del régimen para en acción negociadora y oportunista exponer a la diatriba a potenciales “competidores” distribuidos entre 14 candidatos cuyo egoísmo y ausencia de valores no permiten que se incluya a la candidata ganadora de las elecciones primarias bajo el falso argumento de defensa de la unidad, administrando la tesis de incumplimiento, acuerdos, la violación de negociaciones y de otras maniobras.
No se discute lo relevante de dichas elecciones que es el método de elección montado sobre un sistema electoral cuestionado, que no cumple con los estándares de garantizar el proceso democrático de elegir a través de un sistema claro, manual, transparente, con testigos calificados de la sociedad civil, y de organizaciones reconocidas no comprometidas con los regímenes dictatoriales anti occidentales.
El sistema electoral actual, no ha sido revisado estructuralmente en condiciones y componentes, y de hecho, se desprecia el voto de los viven en el exterior que son más de cuatro millones de votantes, con otros, casi tres millones de nuevos votantes de los cuales solo pudo inscribirse menos del 10% de ellos, provocado por la acción intencional de apretados lapsos burocráticos; de millones de votantes que fueron reubicados de sus naturales de centros de votación, y de otros que no pudieron actualizar su reubicación espacial generan una composición de la data manipulada intencionalmente, con marcadas irregularidades, construidas con el propósito de lograr la continuidad del régimen. Es una convocatoria a elecciones mediatizada, fraudulenta y, equivalente a una muerte anunciada; no importa si se es mayoría, está arreglada para la permanencia en el poder del susodicho.
El organismo electoral afirma interesadamente que el registro está completo, que se actualiza cada trimestre, que se disponen de cerca de 20 millones de personas incluyendo a más de 600 mil nuevos votantes y, sin rubor alguno, no permiten la no participación de la diáspora. Crean nuevos centros de votación, inaccesibles muchos de ellos y, desde las más altas esferas tildan a votantes con etiquetas de fascistas por el simple hecho de adversar al sistema, y nos someten a amenazas directas o subliminales y ocultan la más importante, el secreto de la caja negra cuyos algoritmos están bien guardados, esperando el índice perverso del mal para activar y, dar vuelta a cualquier situación electoral.

La población venezolana se ha estimado a la fecha en 32 millones de habitantes cifra que genera dudas sobre su validez. No cabe la menor duda que no somos tantos y que la población activa no es de 16 millones de personas; dudamos que seamos 19 millones de personas con derecho a votar, en la práctica, serán menos de diez millones; para ejercer el derecho de votar se estima llevarla a cabo en 15.8 mil centros de votación en los cuales se dice que están unas 28 mil mesas de votación lo cual requiere la atencion de 84 mil testigos de mesa. Con esa estructura desean atender a electores que están en el país y que por las razones expuestas excluyen a la diáspora y a la mayoría de nuevos votantes.

Previendo cualquier sorpresa aterrados por la gran oposición popular han desarrollado un mecanismo unilateral de reubicación de los centros de votación
para completar y asegurar la reelección. El régimen ha ordenado ubicar ciertos centros de votación en lugares totalmente controlados unilateralmente, tales como: misiones, casas comunales, módulos socialistas, casas de la cultura, centros chavistas, centros Che Guevara, universidades territoriales, aldeas universitarias, y otros, los cuales representan nada más ni nada menos que, 1,4 millones de electores, cautivos e incondicionales y que sobre una base estimada de 7 millones de votantes representan nada más ni nada menos que un 20% de la votación nacional, o sea, que por obra y gracias de esa ventaja no se podrá ganar una elección y, que además se complementa con el soporte de una red digital opaca maniobrable digitalmente y que publicitariamente lo hace ver como el sistema más perfecto del mundo.

Tenemos el reto democrático y ciudadano de votar, pero si sabemos que es un sistema controlado por el régimen, fraudulento en su esencia, el cual no tiene garantía de resultados fiables. Ese sistema tiene que ser cambiado, es relevante y no lo entendemos.

Requerimos de la ayuda internacional para lograr con la fuerza de la presión y de los intereses occidentales la defensa frente a la ignominia, gansterismo, narco tráfico, el horror de la delincuencia oficial y, amarrarnos a la denuncia, quitar del medio un sistema fraudulento cuyo sinónimo es jugar con dados cargados, y potenciar la rebelión democrática para cambiar radicalmente el sistema electoral. Es necesario liderar con la presión adecuada para intervenir en un proceso de reconstrucción de un sistema electoral nuevo y realmente transparente,

Ir a la elección de julio requiere de liderazgo, de unidad verdadera, y la fortaleza de tomar todas las previsiones de cambio, no solo la revisión de los elementos coyunturales del sistema, y el control de los centros de votación, de la identidad personal verdadera, conteo manual y apoyo incondicional de entes democráticos que den garantía. De no ser así, hasta el final, iremos al matadero mansamente, peleando inútilmente y quiera que no, inducidos por la desesperación de apoyar a un colaboracionista que falsamente nos representará en un evento fallido cuyos resultados por cierto ya están definidos y como si fuera poco, enredarnos en una situación reclamos con dirigentes desgastados, sin perfiles adecuados, y oportunistas que han favorecido la situación actual de la vida del venezolano. Ya veremos.

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