SANTIAGO DE CHILE.- Hace cuatro años, Chile fue testigo de un estallido social liderado por jóvenes que resonó en toda América Latina y condujo a un proceso histórico: la remoción de la Constitución de la dictadura de Augusto Pinochet. Sin embargo, el entusiasmo que marcó ese momento ha dado paso a un sentimiento de desánimo entre la juventud chilena, a medida que se acerca un nuevo plebiscito para votar una segunda propuesta de Constitución en menos de dos años.
El primer proyecto, respaldado por movimientos de izquierda y el joven presidente Gabriel Boric, fue rechazado. Ahora, las encuestas sugieren que la segunda propuesta, redactada por un consejo dominado por el Partido Republicano, también podría enfrentar el rechazo del pueblo chileno.
«Existe un desgaste. Chile lleva más de cinco años inmerso en elecciones, una tras otra. La gente ya está cansada, agobiada del tema. Dicen ¿qué nos asegura que esto vaya a cambiar?», expresa a la agencia AFP Fernanda Ulloa a la agencia estudiante de Ciencias Políticas y presidenta de la juventud del partido político Evópoli (centro derecha), de 24 años.
Chile cambió sus prioridades
La sociedad chilena, que alguna vez se movilizó masivamente por la educación, la salud y pensiones justas, cambió sus prioridades. El costo de vida y la inseguridad, vinculada en gran medida a la migración, han eclipsado las discusiones constitucionales.
«Aunque los dos procesos terminaron desapegándose de las necesidades reales de las personas, creo que la voluntad transformadora todavía no se extingue», sostiene Catalina Lufín, presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile.
Entre los temas que podrían revivir el interés de los jóvenes destaca la ley de aborto de 2017, que podría ser revisada bajo la nueva propuesta. El cambio propuesto por el Partido Republicano genera preocupación entre los movimientos feministas.
La nueva Constitución también aborda la autonomía educativa, fortalece a las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) y, aunque reconoce a los pueblos indígenas, no garantiza normas claras para su autonomía.
En caso de que este domingo triunfe el «en contra», seguirá la Constitución de Pinochet y Chile habrá vuelto al punto de partida. La apatía y la incertidumbre se ciernen sobre un proceso que comenzó con tanto ímpetu y esperanza en un cambio significativo para el país sudamericano.