RICARDO TORRES CASTRO,
En 1954, el presidente Rojas Pinilla encomendó al padre Lebret, fraile dominico, fundador del Instituto Internacional de Investigación y Capacitación para la Promoción Humana (IDRAC), en París (Francia), un estudio sobre las condiciones del desarrollo en Colombia.
El padre Lebret es conocido por su contribución al pensamiento económico y social, especialmente en relación con el desarrollo económico y la justicia social. Lebret pasó un tiempo considerable en América Latina, especialmente en la República Dominicana. Su experiencia en la región influyó significativamente en su pensamiento económico y social. Abogó por un enfoque centrado en la persona, propuso el concepto de “economía humana“, que destacaba la importancia de poner a la persona en el centro de las políticas económicas y sociales.
El Informe Lebret, como bien se le conoce al documento que Rojas Pinilla ordenó y que recibió a completitud el presidente Alberto Lleras Camargo, analizaba las precarias condiciones de desarrollo del país, sus factores retardadores, los estímulos técnicos requeridos, los superfactores económicos, políticos y sociales que debían impulsarse y formulaba una serie de recomendaciones para imprimir una dinámica de desarrollo social, económico y político que incluyera a la población, redujera las desigualdades y concediera oportunidad a todos para vivir una vida digna.
El próximo año se cumplen 70 años de haber iniciado la construcción de este informe. Es una oportunidad muy importante para rescatar el documento, leerlo con agudeza y en perspectiva actual, reconocer muchas de las recomendaciones que habrían evitado la guerra, el colapso social y, sobre todo, los cambios que 70 años después aún el pueblo colombiano exige.
A propósito del aniversario de este documento, he empezado una cruzada para hablar más del informe y del padre Lebret, hacer que las universidades y algunas instituciones del Estado se interesen por el tema y abrir los anaqueles documentales para resaltar algunos de los grandes aportes que dejó este estudio al desarrollo del país. Por ejemplo, el presidente Lleras, que también anhelaba la paz con las guerrillas liberales y comunistas extendidas por el sur del Tolima, Huila y Meta, había conformado una Comisión de Paz que no solo buscaba un acuerdo sino el desarrollo del país.
La principal acción del presidente Lleras Camargo (1958-1962), sugerida por el Informe Lebret, y con la presión de la Alianza para el Progreso, fue la promulgación de la Ley 135 de 1961, por medio de la cual se creó el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (Incora), que proyectaba grandes transformaciones relativas a la propiedad y uso de la tierra.
Como esta columna tiene un número limitado de caracteres, ampliaré en las próximas más aspectos del informe, no sin antes dejarles esta visión ético-social que Lebret imprimía a la visión del país: “Si la avidez de poseer se limita en el pueblo a la adquisición de un estricto mínimo vital, la pasión de poseer siempre más aparece sin límite en un número muy grande de privilegiados, preocupados por conservar y aumentar los privilegios adquiridos y no por merecer ventajas reales mediante su espíritu de servicio”.
“Para ellos, Colombia parece reducirse a las capas superiores de la población: el problema colombiano es el problema del mantenimiento y del mejoramiento de su situación, y no el de la elevación lo más rápida posible de todo el pueblo. En estas condiciones no están en capacidad de sobrepasar el horizonte de sus preocupaciones personales. El Estado está hecho para serviles, los bancos públicos para ayudarlos a ganar más aun, el desarrollo para extender sus posesiones, la ley y los partidos para garantizar su supremacía”.
“Dejan así que se ahonde la brecha entre las capas sociales, que puede convertirse, de un día para otro, en un abismo de clases. Deberían, por el contrario, superarse, estudiando las necesidades jerarquizadas de la Nación, preconizando de manera desinteresada soluciones favorables a todos, y empleando sus diversas superioridades y capacidades en la creación de una civilización colombiana original que integraría los valores tan densos de las diferentes razas y tradiciones que la forman (Lebret, 1958, p. 286).
El Informe Lebret desnudó, hace 70 años, el nivel de mediocridad e incapacidad de los gobernantes del país. Nos mostró una Colombia prisionera por la corrupción y las manías de un pueblo que buscaba solo caminos fáciles. Un pueblo que adolece de derechos y políticas que disminuyan los altos índices de pobreza e inequidad y los bajos niveles de educación.