Gabriela Moreno,
Para los deportistas cubanos exhibir sus medallas olímpicas de oro, plata o bronce en alguna mesa o repisa de sus casas o campos de entrenamiento dejó de ser una tradición, ante el auge de la miseria que enfrenta la isla. Vender sus preseas, para escapar del régimen comunista que lidera Miguel Díaz-Canel, es ahora la única opción para sobrevivir.
De forma sigilosa y a través de internet, los atletas de la nación caribeña comercializan sus estatuillas en las subastas digitales de Estados Unidos. Entre 20000 y 80000 dólares colectan quienes asediados por la pobreza renuncian a conservar sus condecoraciones para salir de La Habana sin retorno.
Según un reporte de Cubanet, los deportistas cubanos utilizan la página de la compañía multinacional de comercio electrónico, eBay que opera en San José, California, para ofrecer sus medallas, así como también la plataforma online de pujas RR Auction, con base en Boston.
Para comer y migrar
Este año, el pugilista y doble campeón olímpico de Sídney 2000 y Atenas 2004, Mario Kindelán, logró migrar a Baréin después de admitir que vendió su medalla alcanzada en Australia. La otra, intentó transarla con su rival de Atenas 2004, el británico Amir Khan por 5000 dólares, pero Khan se opuso y le regaló el dinero.
“Apenas salí de Cuba, me retiraron los 7400 mugrosos pesos de mis medallas de oro olímpicas. Tal parece que dejé de ser dos veces campeón olímpico y querían que muriera debajo de un puente en la calle, sin posibilidad alguna de vivir como un ser humano“, contó tras conocerse su huida.
Las historias similares dan cuenta de una larga lista de deportistas cubanos que apelan a estas negociaciones. En ella, figuran la venta de la presea de oro que ganó el boxeador Roniel Iglesias en los Olímpicos de Tokio 2020. Aunque se estimó su valor en al menos 50000 dólares, el comprador pagó 83000 dólares por ella. Se desconoce si Iglesias participó en la subasta directamente o si la había vendido con anterioridad.
Casi la misma suerte corrieron las medallas de oro del saltador Iván Pedroso y del tirador Leuris Pupo. Este último vendió en 73205 dólares su medalla lograda en Londres 2012, mientras que Pedroso alcanzó los 71335 dólares por su medalla de Sídney 2000.
Por menos dinero, el púgil Carlos Banteux comercializó su medalla de plata de los Juegos de Beijing 2008, en la división de los 69 kilogramos al obtener 25000 dólares.
Hasta la discóbola Yarelis Barrios, subcampeona olímpica en Pekín 2008, tuvo un inconveniente con su medalla. En primer lugar, se le retiró la presea tras haber dado positivo a acetazolamida. Ante esa situación, el Comité Olímpico Internacional (COI) exigió la devolución de la medalla de plata.
Sin embargo, Barrios dijo que esa presea había desaparecido de su casa cuando ella no estaba y no podía devolverla. Por esos días, despachos internacionales de prensa daban cuenta que la medalla había sido subastada en eBay, por una persona de nacionalidad cubana radicada en Canadá. En 2022, Barrios decidió abandonar Cuba. Se encuentra desde hace poco más de un año en Kentucky, Estados Unidos.
Negocio con discreción
¿A quién le dedica su medalla? Todos respondieron lo mismo: «Al comandante en jefe». Lo aprendieron desde los juegos escolares y en los juegos olímpicos debían repetirlo. Lo hicieron sin chistar porque reconocer el apoyo familiar era imposible. El libreto de la dictadura lo impedía.
Con ello claro, los deportistas cubanos intentan eludir la “repercusión ideológica” de sus ventas. Admiten que el régimen considera sus premios no sólo como una “ofrenda patriótica”, sino un “éxito del sistema socialista”.
Desde el gobierno de Díaz-Canel alegan que el negocio de las medallas calfica como “acciones provocadoras del enemigo” para atentar contra la acumulación de medallas olímpicas cubanas que comenzó en los juegos de París 1900, cuando el espadachín Ramón Fonst consiguió un oro y una plata en esgrima, inaugurando con ambas el medallero del país caribeño en su primera participación y también, la primera presea de oro para América Latina. Desde entonces, Cuba suma 226 preseas (78 oros, 68 platas y 80 bronces).
Deportistas con necesidades
En las ventas olímpicas en eBay sigue vigente la oferta de medallas de oro, una de voleibol y otra de béisbol, por 68.000 dólares cada una, y 1.000 por el envío al mejor postor.
Si bien la compañía no identifica a los dueños de las medallas: la del voleibol corresponde a una de las jugadoras campeonas en el torneo de Atlanta 1996, mientras que la del béisbol pertenece a un jugador integrante del equipo Cuba campeón olímpico en Atenas 2004.
Todas aún pueden adquirirse porque la subasta actual de RR Auction cierra el 18 de enero con más de 400 artículos en concurso, que van desde algunos pertenecientes a los primeros Juegos Olímpicos, celebrados en Atenas en 1896, hasta la medalla de oro obtenida por el boxeador cubano Roniel Iglesias en Londres 2012.
Iglesias se deshace de sus preseas al mismo tiempo que forma parte de la selección del Instituto Cubano de Deportes Educación Física y Recreación en circuitos profesionales y se prepara para integrar la delegación que debe presentar el régimen en París 2024.
¿Reúne fondos para una estampida estratégica como la ocurrida en los Panamericanos de Chile 2023? Es posible.
En la muestra de Boston figuran además tres medallas de beisbolistas cubanos cuyos jugadores expropietarios no se identifican y los metales de plata obtenida por el luchador greco Juan Luis Marén en los 62 kg en Atlanta 1996 y la plata del boxeador Sixto Soria en los 81 kg en Montreal 1976. La medalla de Sixto Soria es la más antigua entre las ofertas cubanas en RR Auction e incluye la inscripción “XXIe Olympiade Montreal 1976”.