jueves, octubre 3, 2024
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El poder de las guerras para cambiar el curso de la historia

SONIA SCHOTT,

La Primera Guerra Mundial (1914-1918), “La Gran Guerra» o la “Guerra para acabar con todas las guerras”, quedará en la memoria por la destrucción a gran escala que cambió el mapa geopolítico de Europa y otros territorios, destruyendo imperios y alentando movimientos independentistas que dieron paso a nuevas naciones-estado.

“Las muertes de más de 110.000 estadounidenses uniformados, la mitad a causa de (la llamada) gripe española, equivalieron a solo una cuarta parte del número de muertos, solo en el ejército francés durante los primeros cuatro meses de la Primera Guerra Mundial”, rezaba un artículo de Jay Winter publicado en The Atlantic, en 2014, bajo el título Cómo la Gran Guerra dio forma al mundo.

Pero entonces la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) llegó, dando al traste con las esperanzas de una paz duradera, convirtiéndose en el evento más devastador en términos de pérdidas humanas, ya que según las estimaciones el total de muertes, entre militares y civiles estuvo entre 70 y 85 millones de personas.

Ahora, a un año de la invasión de Rusia a Ucrania, que muchos ven como los albores de la Tercera Guerra Mundial, la dinámica global está cambiando, probablemente para siempre.

Los temores surgieron cuando el suministro petrolero y gasífero fue usado por Rusia para chantajear a los países europeos y su apuesta a que la unidad entre Estados Unidos y sus aliados se hiciera añicos.

En realidad, fue lo contrario.

Estados Unidos ha ayudado a las naciones europeas que dependían de la energía rusa y ahora el 50% de esas necesidades están aseguradas.

El intento del presidente ruso Vladimir Putin de estrangular el suministro, obligó, tanto a Europa como a Estados Unidos, a acelerar la producción de recursos energéticos alternativos, como la energía eólica, solar y la producción de vehículos eléctricos, activando una transformación que al final impactará positivamente al ecosistema.

Además, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) no solo es más fuerte, sino que pronto se expandirá, cuando Finlandia y Suecia se unan a la alianza militar.

Sin embargo, a medida que la guerra en Ucrania entra en su segundo año, la preocupación estriba en que la opinión pública en occidente pueda cambiar.

Con tantos miles de millones de dólares gastados en armas y asistencia financiera al gobierno de Kiev, cuando el resto de los países sufren los embates de la inflación, la percepción general desempeñará un papel vital en lo que suceda en los próximos 12 meses.

Es cierto que todavía el ciudadano común favorece la ayuda a Ucrania.

Al menos eso dice una nueva encuesta realizada por Fox News, donde el 50% de los consultados se mostró a favor de seguir ayudando a Ucrania por el tiempo que sea necesario. Por otra parte, el 45% dijo que la asistencia debería ser limitada en el tiempo y más republicanos que demócratas, quisieran ver un final más temprano que tarde.

Durante la Asamblea General de Naciones Unidas, la semana pasada, 141 países votaron a favor de una resolución para que Rusia retire todas sus fuerzas de Ucrania. Solo seis países se opusieron: Bielorrusia, Siria, Corea del Norte, Eritrea, Malí y Nicaragua.

Treinta y dos países se abstuvieron, incluidos China, Cuba, India, Pakistán y Sudáfrica.

Venezuela, que no participó en la votación, según la página web del Ministerio de Relaciones Exteriores, no ha cambiado su posición desde el 16 de febrero de 2022 cuando publicó que “Rusia cuenta con el pleno apoyo de la República Bolivariana de Venezuela en la lucha por disipar las amenazas de la OTAN y de Occidente”.

China, por su parte, se negó a respaldar la resolución porque, según el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, Pekín estaría considerando ayudar a Rusia con el suministro de armas, aunque este país lo ha negado.

Esto sería significativo y peligroso porque pondría a China y Rusia en un nuevo bloque de seguridad contra Occidente y dañaría irreparablemente las relaciones entre Pekín y Washington.

No hay que olvidar que la economía china está indisolublemente unida a la de Estados Unidos y Europa, por lo que la decisión de armar a Rusia tendría consecuencias negativas para Pekín, si Estados Unidos responde con sanciones comerciales penalizando a las empresas de defensa chinas involucradas en el envío de armas a Moscú.

Washington parece creer que el presidente chino Xi Jinping no cruzará esa línea debido a las repercusiones económicas y diplomáticas que enfrentarían.

Fuente: Diario Las Américas

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