LA HABANA.- La muerte por desatención es parte de la realidad en el sistema penitenciario de Cuba. En una nueva crónica publicada por el portal ADN, se relata el caso de Lázaro Lenin, un hombre de 32 años de edad, que cumplía 9 años en prisión por defender a un anciano que fue arrestado por vender de manera ambulante.
La historia de Lázaro es trágica, durante varios días presentó fiebre alta y malestar corporal. Sin embargo, los esbirros del régimen de Cuba que fungen como carceleros, desacreditaron su dolencia.
“Llevaba varios días sintiéndose mal, con fiebre y se lo decía al jefe de la prisión y este le respondía que estaba fingiendo. La madre estuvo en la prisión y les imploró a las autoridades que lo llevaran al puesto médico y le dijeron que no”, contó a ADN Cuba un familiar con identidad protegida por temor a las represalias.
Tras recibir una fuerte paliza, por el guardia José Luis Góngora, Lázaro suplicó atención médica. Entonces, fue llevado a un sitio conocido como “el cepo”, en el sótano de la prisión, como forma de castigo por su reclamo de atención médica. Durante todo el camino fue golpeado por el oficial, añadió su familiar.
La indolencia del régimen
“En ese momento comenzó a vomitar sangre y fue que lo trasladaron desesperados para la enfermería”, continuó narrando la fuente. Allí nuevamente fue golpeado en el cuello, en el abdomen y en las costillas, lesiones que pudo ver su familia ese día.
Horas después trasladaron al joven al Hospital General “Carlos Manuel de Céspedes”, en Bayamo, donde falleció. Los resultados de la autopsia indicaron que Almenares Álvarez había muerto como consecuencia de una neumonía bacteriana, pero su familia considera que la infección pudo haberse curado si lo hubieran trasladado a tiempo al hospital para recibir tratamiento, en lugar de haberlo golpeado salvajemente.
Lázaro no era un preso político ni un criminal, sin embargo, fue tratado de la manera más cruel posible, confirmando así que la violación sistemática a los derechos humanos en Cuba sigue vigente.
“El que le hizo la necropsia vino y nos informó que él llevaba dos horas reventado y que tenía varias lesiones en el cuerpo y que escuchó a la funcionaria de Medicina Legal y a la perito cuando ellas decían que tenían que poner en el acta de defunción que él había muerto de una neumonía bacteriana y no de los golpes”, aseguró la fuente.
Sin embargo, la tragedia no terminó ahí. El día del funeral, el 6 de septiembre, el represor identificado como José Luis Góngora golpeó a la madre cuando ella le reclamó por la desatención médica que sufrió su hijo.
“Tiene un golpe, un arañazo, en el lado izquierdo de la cara, en la misma funeraria. Con la mano le dio”, se informó en un audio divulgado por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH).