sábado, noviembre 23, 2024
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En Navidad, Israel

Escritor Invitado,

A inicios de diciembre de este año, la revista británica The Economist publicó una encuesta reveladora de la población estadounidense con relación al holocausto ocurrido en la Segunda Guerra Mundial. De la población joven (entre 18 y 29 años), 20% consideraba que el trágico suceso era un “mito” y 22% decía que el evento “ha sido exagerado”. Parece increíble que sólo 78 años después de uno de los mayores genocidios de la historia de la humanidad, y 75 tras la fundación del Estado de Israel, una quinta parte de la juventud norteamericana pueda pensar así.

Este tipo de opiniones no son producto de la casualidad, son el resultado de décadas de demonización hacia la única democracia de Oriente Medio, que, por “casualidad” es también el único Estado judío en el mundo. Los últimos ejemplos de un antisemitismo cada vez más explícito los hemos visto en manifestaciones contra Israel a lo largo y ancho de Occidente, y en la dificultad con la que, por ejemplo, los presidentes de algunas de las más prestigiosas universidades de Estados Unidos condenan actos abiertamente antisemitas.

El 7 de octubre
Esta realidad viene acompañada de un evento: el ataque del grupo terrorista Hamás a Israel el 7 de octubre. Una cruel arremetida contra inocentes en ciudades fronterizas a la Franja de Gaza donde resultaron muertas más de 1.100 personas, muchas de ellas quemadas, violadas y mutiladas. Esto lo sabemos porque los mismos perpetradores se encargaron de publicarlo en las redes sociales. Esto no es lo raro, lo extraño fue que el mismo día, salían voces que advertían a Israel sobre no tener una reacción exagerada ante lo sucedido. O sea, el mismo día que un país sufre el mayor ataque de su historia, ya se le advierte en que debe tener cuidado a la hora de defenderse. No vaya a ser que un país democrático asediado por un grupo terrorista se exceda.

Si bien es cierto entrar en la historia palestino-israelí es complejo y realizar una evaluación moral sobre los acontecimientos recientes será siempre polémico, hay algunas cosas ciertas. Primero, el mismo día que se funda Israel, varios países árabes le atacaron militarmente. Esa misma escalada bélica se ha dado por lo menos cuatro veces en las décadas posteriores. También en cierto que, en 2005, Israel abandonó Gaza y Hamás obtuvo el poder mediante elecciones (las únicas que han tenido). Sabemos además que la organización terrorista emplea escudos humanos al colocar sus arsenales, cuarteles militares y centros de acopio al lado de sitios como escuelas y hospitales. La organización ha sido acusada de desviar millones de dólares en ayuda humanitaria para enriquecerse, y se sabe que está apoyada por la República de Irán.

Antisemitismo
Estos son hechos, no opiniones, y aunque hay muchos otros en esta complicada historia, no se puede negar que hubo un ataque bárbaro inicial el 7 de octubre por parte de un grupo terrorista a una democracia. Esto en sí mismo debería enfurecer a cualquier liberal, a cualquier persona que defienda el derecho a la convivencia democrática en sociedad. Y, aunque muchos expresaron su rechazo en un inicio, rápidamente eso fue difuminándose, y transformándose en acusaciones contra Israel.

Es innegable que Israel, como cualquier país, puede cometer errores y hasta crímenes de guerra a la hora de defenderse, es innegable que hay una crisis humanitaria en Gaza ahora mismo, y que miles de inocentes están muriendo día tras día, víctimas de un conflicto que no causaron. Pero ello no es excluyente con la realidad de que apenas una semana después del 7 de octubre, líderes mundiales, en España la propia vicepresidenta del gobierno decía que Israel estaba causando un genocidio. ¿Pasaría esto con otro país? ¿Seríamos tan rígidos con otra democracia asediada históricamente?

Mi respuesta personal es que no. Ello, como toda opinión, es debatible. Pero hay algo que es innegable, como sociedad occidental hemos avanzado mucho. Somos más tolerantes, luchamos contra odiosas realidades como el racismo, la xenofobia o la homofobia. Entonces, ¿por qué salen tantas personas con banderas LGBT en una mano y palestinas en otra? Eso parece un poco contradictorio. Me temo que hay algo detrás. Uno de los males más sutiles que permanece en nuestras sociedades: el antisemitismo.

Navidad
Ello no quiere decir que no se le puedan reclamar cosas a Israel, o que se tenga que estar de acuerdo con sus políticas, pero sí quiere decir que hay que observar la motivación con la cual se actúa, y lo que se puede esconder detrás de una noble causa como puede ser defender a civiles palestinos.

Estamos en diciembre, uno de los meses más importantes del calendario judeocristiano. Muchas familias este año en ambos lados de la frontera palestino-israelí pasarán unas fiestas muy amargas y el conflicto no parece que vaya a remediarse pronto. Entonces, convendría reflexionar, entender quiénes son las víctimas y quiénes los perpetradores, cómo hemos llegado a que una quinta parte de la juventud de la nación más poderosa del mundo niegue uno de los mayores genocidios de la historia y, sobre todo: cómo podemos desarrollar una opinión holística, más allá de titulares amarillistas y simplones.

Yo, por mi parte, pensaré en quienes son víctimas de una organización terrorista que gobierna con puño de muerte bajo preceptos inaceptables para cualquiera que ame la libertad. Pero también, en aquella nación fundada sobre más de seis millones de víctimas inocentes que murieron por ser judíos, y que lucha por seguir siendo libre y democrática, aunque muchos nieguen hasta su propio origen.

Fuente: Panampost

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