CIUDAD DE GUATEMALA.- El presidente electo de Guatemala, Bernardo Arévalo, asumió las riendas del gobierno con el compromiso de erradicar la violencia como instrumento de “agendas políticas o para preservar privilegios”, pero inicia un mandato “que no será fácil para nada”, opina Michael Shifter, expresidente del Diálogo Interamericano.
El 14 de enero, Arévalo recibió la banda presidencial con más de 10 horas de retraso, debido a que el Congreso saliente no solo suspendió su partido Movimiento Semilla, sino que además trató de impedir la incorporación de los nuevos legisladores de esa organización política, en una especie de boicot político.
Sin embargo, la nutrida y fuerte protesta de guatemaltecos en las afueras del parlamento contra la irregularidad y los llamados de la OEA lograron que se restituyera la legalidad y la investidura del nuevo presidente.
“Los poderes siguen allí y van a hacer todo para que Arévalo no cumpla su agenda y creo que tendrá las manos atadas, pero por lo menos está ahí y genera mucha esperanza entre los guatemaltecos y la población indígena”, señaló el directivo de la organización con sede en Washington a un canal de televisión digital.
Guatemala, entre el diálogo y la resistencia
Bernardo Arévalo asume el gobierno de Guatemala, país centroamericano de 17,1 millones de habitantes, en medio de un ambiente político convulso, luego de que la Fiscalía y políticos opositores del entonces presidente Alejandro Giammattei (2020-2024). trataron de impedir su candidatura en segunda vuelta, inclusive con amenazas de muerte, lo que fue revelado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, en agosto de 2023.
Un escenario político que Arévalo tendrá que enfrentar con diálogo, aunque no le será fácil, según Shifter, quien reconoce las cualidades de seriedad y compromiso con la democracia.
“En un sistema democrático no puede llevar su agenda sin dialogar con la oposición. Es su gran desafío. Es un hombre respetado, pero sin experiencia política. Y analizando su gabinete, hay gente con mucha experiencia técnica pero quién va a ser el equipo que va a tener que llegar a acuerdos y negociar con la oposición, porque el partido (Movimiento Semilla) es mínimo”, explica el analista en sus declaraciones. “Esta será la gran prueba para este gobierno”.
Arévalo y el desafío de la corrupción
Pero además Guatemala es considerado por Arévalo un país altamente corrupto, y lo destacó durante su discurso de investidura ante el Congreso, en el cual también cuestionó duramente “la ola de autoritarismos, la propagación de la intolerancia y la restricción del disenso”.
En ese país la clase política ha estado relacionada con la corrupción, un problema sistémico que provocó la creación de la Comisión Internacional contra la Impunidad de Guatemala, Cicig, entre 2006 y 2019, avalada incluso por las Naciones Unidas, pero sin resultados. Al menos, la página oficial de este organismo no actualiza sus comunicados desde 2018.
Frente a esto, combatir la corrupción será también otro desafío para Arévalo, quien basó su campaña en denunciar el flagelo pero aún no ha informado sus acciones.
De acuerdo con el Índice de Capacidad para Combatir la Corrupción, correspondiente a 2023, Guatemala se ubica en el decimotercer puesto en una lista de 15 países, con 2.86 puntos, luego de Venezuela y Bolivia, en los últimos lugares.
No obstante, registra «el descenso más significativo de todo el listado de países en 2023, con lo cual continúa su tendencia decadente de los últimos cuatro años», según Fadep, una asociación civil de carácter científico dedicada a la investigación y difusión de estudios demográficos y económicos en su relación con el desarrollo de Guatemala.