jueves, octubre 3, 2024
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Imprimir los billetes en el exterior: la insólita solución K para no generar más inflación

¿Hay que dejarla pasar? Por supuesto que no. Desde sus redes sociales, la columnista económica (por ser generoso) de las pantallas kirchneristas, Nazarena Lomagno, dijo que se equivocó, pero por estas horas es víctima de la “violencia” de los mensajes de burla de las redes sociales. ¿Qué pasó? Dijo por televisión que si se imprimen los pesos en el exterior, la importación de la moneda argentina ayudaría a que no siga creciendo la inflación. Uno puede comprender un pifie cuando conduce un programa en vivo, pero la raíz del problema acá está en otro lado: en la necesidad de argumentar siempre en favor del esoterismo económico del kirchnerismo, que no hace otra cosa que empobrecer cada día más a los argentinos.

“Bueno, se viralizó un video con una intervención mía en la que me expresé mal y terminé transmitiendo un error conceptual básico. Soy la primera que lo lamenta, porque no representa la seriedad con la que me tomo el trabajo ni la formación que tuve y seguiré buscando. Se cruzaron las ideas y resolví mal un instante televisivo. Sobre la violencia que recibo en redes e incluso en mensajes a mi celular, lo tomo como un signo de la cobardía y la agresividad de esta época. A los televidentes, disculpas por el error”, manifestó hace instantes Lomagno.

La “mala expresión” y el “error conceptual” al que hace referencia fue el siguiente. “Para tratar de no emitir pesos desde el banco central, fueron a comprar pesos en otro lado”, decía la “especialista” esta tarde. Ante la pregunta de su compañera sobre qué diferencia había en imprimirlos en el país o traerlos de afuera, en este caso de Francia y Malta, la “economista” de los programas oficialistas dijo que fueron “a comprarlos afuera” para poder “morigerar la inflación”. Lógicamente, las redes sociales y los usuarios hartos, el día que el dólar tocó los 445 pesos, no la perdonaron.

Es lógico que si la conductora del canal mega kirchnerista C5N hubiera meditado mejor sus dichos, no se habría encontrado en esa situación, donde terminó diciendo una estupidez para salir del paso ante lo que no era más que una pregunta lógica. No se le debería condenar por el furcio, algo que frente a las cámaras y en vivo le puede pasar a cualquiera.

Sin embargo, sí merece un repudio por lo que pasó, por una cuestión muy concreta. En lugar de estar pensando salidas y argumentos medianamente elegantes para justificar al gobierno, si fuese una economista seria tendría que estar diciendo otra cosa: que es una locura, no solamente los índices de emisión monetaria, sino que el gobierno tape el descalabro, comprando billetes de una máxima denominación que no tienen más valor que dos dólares (el de 1000 pesos).

Es claro que ella, como todos sus compañeros de pantalla, dejaron de lado toda ética profesional, para convertirse en repetidores de los argumentos más burdos, de un gobierno empobrecedor. Y para cumplir este trabajo, hay que dejar cualquier pensamiento crítico y conclusión propia, para instalarse el discurso oficial. Si hubiera pensado lo que decía, esas palabras no pudieron nunca haber salido de su boca. Salieron porque su función en ese canal, como en la televisión pública, no es el de pensar. Es el de repetir. Es de argumentar en favor de un sistema de engaños y mentiras.

Igualmente, es más digno ser un tonto que un mercenario. Se le cuestiona por lo segundo.

Fuente: Panampost

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