Luis Beltrán Guerra,
En los países que han abrazado la democracia, la libertad y la propiedad juegan un papel determinante. La Quinta enmienda de la Constitución de los Estados Unidos (1971) así lo revela: “No se privará a ningún ciudadano de la vida, la libertad o la propiedad sin el debido proceso legal”.
En lo atinente a la libertad y la propiedad como valores de la democracia, se lee que el individuo no es realmente libre cuando: 1) No tiene la posibilidad de adquirir los bienes que requiere, incorporándolos a su patrimonio bajo el señorío de la propiedad; 2) No puede usar, gozar y disponer de ellos porque existe un solo poder comprador central o porque el precio es fijado arbitrariamente por el gobierno. En fin, cuando es privado de su propiedad sin que exista una razón legal y el pago de la indemnización que le corresponda.
Una de las críticas más frecuentes al sistema democrático pasa por los abusos de los poderosos contra los débiles. Se trata de democracias engañosas en la que sólo unos pocos son verdaderamente libres. Para algunos consecuencia del derecho de propiedad sobre los medios de producción, camino para “hacer cada vez más ricos a los ricos y más pobres a los pobres”.
En el interesante trabajo de Carlos Urenda Zegers y Jose María Eyzaguirre García se pregunta: ¿Qué tiene que ver el derecho de propiedad, que es un concepto económico, con la democracia, que es un concepto político? La conclusión es la de que el elemento “social”, que es común a uno y al otro, es determinante para establecer que existe una relación directa y estrecha entre ambos conceptos. Tan definitiva es esta conclusión, que pienso que no puede existir democracia sin la vigencia en plenitud del derecho de propiedad, pero con toda la amplitud y extensión compatible con el bien común.
En Venezuela una constitución rimbombante “garantiza la propiedad, estatuyendo que toda persona tiene derecho al uso, goce, disfrute y disposición de sus bienes, pero con las limitaciones constitucional y legalmente establecidos. En transgresión a la Carta Constitucional durante ya algunas décadas esta prohibición se ha convertido en regla, pero a la inversa. Chávez decía “exprópiese”, lo cual indujo a la diputada María Corina Machado a responder “Expropiar es robar”. EL grito del Primer Magistrado suponía que el gobierno no pagaría indemnización alguna. Y la rabia de su rostro dejaba ver que se trataba de “una confiscación. Asimismo, tanto en Caracas, como en otros países, se ha hecho caso omiso a las pautas que estipulan medidas confiscatorias legitimas en lo concerniente a bienes provenientes de delitos contra el patrimonio público, esto es, de los enriquecidos ilícitamente al amparo del Poder Público, así como de los provenientes de actividades comerciales, financieras o cualesquiera otras vinculadas al tráfico ilícito de sustancias psicotrópicas y estupefacientes. “Abundantísimos”.
Las no democracias parecieran ser constitucionalmente más sinceras, como lo revela el artículo 4o de la Constitución de la extinta URSS: “La base económica son el sistema socialista de economía y la propiedad socialista de los medios de producción, afirmados como resultado de la supresión del sistema capitalista de economía, de la abolición de la propiedad privada de los instrumentos y medios de producción y de la anulación de la explotación del hombre por el hombre”. Y el artículo 5º: La propiedad socialista tiene dos formas: propiedad del Estado (patrimonio de todo el pueblo) y propiedad cooperativo-koljosiana (propiedad de cada koljós, propiedad de las asociaciones cooperativas.
La nueva Carta Magna (La de la Federación, resultado de las dos palabras Glasnost y Perestroika, de Mikhail Gorbachef) contiene 2 disposiciones garantes de la propiedad, a saber: Artículo 8, numeral 2 En la, federación Rusa se reconocen y protegen… la propiedad privada, estatal, municipal y demás formas de propiedad) y el artículo 9, numeral 2 (La tierra y demás recursos naturales pueden encontrarse en propiedad privada, estatal, municipal, o en otras formas de propiedad)
A los Chinos, tal vez Confucio, les advirtió de que no fueran tan directos, como pareciera revelarlo su propia Carta Magna: “El Estado protege la propiedad pública socialista, la cual es sagrada e inviolable”. Pero, dada la tipología del régimen de Xi Jinping, sorprendiendo: “La legítima propiedad privada de los ciudadanos es inviolable”. Y, para mayor extrañeza: “El Estado, de acuerdo con lo previsto en la ley, protege los derechos de los ciudadanos a la propiedad privada y su herencia”. También: “El Estado, en aras del interés público y de acuerdo con lo estipulado por la ley, puede expropiar o requerir la propiedad privada para su uso y debe hacer una compensación por la propiedad expropiada o requerida”.
Para finalizar, preguntémonos, donde tiene mayor sentido la apreciación de los antes mencionados amigos Zegers y Eyzaguirre:
“La gran crítica al sistema democrático cristiano y occidental, como el imperante en Estados Unidos, Europa Occidental y muchos países de Asia y Latino y Centroamericanos, se fundamenta en los abusos de los poderosos contra los débiles y en la imposición de sus propios intereses por una minoría o “elite” por sobre los de las grandes mayorías. Ello conduciría a que estas “democracias” a que estamos acostumbrados, no sean tales, sino simples mascaradas o apariencias engañosas en que sólo unos pocos son verdaderamente libres”.
¿Es la propiedad un derecho humano? La respuesta es sí, pero agregando “lo hemos deshumanizado”.
“Sin libertad no hay propiedad”. Pero, los mismos efectos dañinos tendría la apreciación “Sin propiedad no hay libertad”.
Se lee, por cierto, que en Siberia alguien dijo “Para que quiero un bar de botas, cuando no puedo expresar lo que siento”
Finalizamos teniendo presente la ecuación que ha de haber entre la libertad y la propiedad, una pellizca a la otra y viceversa y a los largo de la humanidad, hoy afectada por una innegable “hambruna”, resultado, sin dudas, del desequilibrio entre ricos y pobres. De propietarios y no propietarios. La máxima del 1% rico y el 99 % pobre. Para Martín Caparrós “casi mil millones de personas no comen lo que necesitan” (El Hambre; Anagrama, 2014). Y que mencionara tantas veces Václav Havel.
La libertad y la propiedad se han cruzado a lo largo de la historia y a la última pareciera haberle ido mejor.
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