Que la inacción de la izquierda ante la invasión de inmigrantes del Tercer Mundo es, entre otras cosas, un modo de «importar votantes» para mantenerse indefinidamente en el poder es ya una vieja «teoría de la conspiración» que hemos sugerido aquí a menudo, y en España el caso es tan descarado que resulta cada día más difícil negarlo.
Pero uno no espera que lo reconozcan, como ha sucedido con una congresista demócrata norteamericana, Yvette Clarke.
Se agradece. Cualquier estadounidense que haya estado medianamente atento a lo que sucede en la frontera sur desde que gobiernan los demócratas no puede evitar darse cuenta de que la mera incompetencia no explica un desastre de esta magnitud, que tiene que estar planeado, por más que los medios desprecien la «Teoría del Gran Reemplazo» como una conspiración descabellada.
Pero mejor es que hablen los propios responsables. Yvette Clarke, diputada demócrata de la Cámara de Representantes por Nueva York, dijo en alto que necesita más ilegales en su estado para «propósitos de redistribución de distritos electorales». Traducido: los demócratas ahora admiten abiertamente que están importando indocumentados del Tercer Mundo para mantenerse en el poder.
Y no es que el norteamericano medio necesite que le convenzan de que está ante una realidad como un piano de cola. El 65% de los estadounidenses, casi dos tercios, considera «muy exacto» o «algo exacto» describir la crisis provocada por Biden en la frontera estadounidense como una «invasión». Los datos forman parte de una nueva encuesta de Rasmussen Reports entre posibles votantes estadounidenses encargada por The National Pulse.
Pero por mucho que a estas alturas se atrevan a hablar en alto de sus propósitos, los demócratas son muy conscientes de que, entre los votantes, también los suyos, apenas nadie ve con buenos ojos que cualquier extranjero pueda saltarse la legislación nacional y entrar en el país por las buenas, así que Biden se está viendo obligado a hacer como que se interesa por el asunto.
El presidente tiene, como poco, que fingir cierta alarma y, al menos temporalmente, volver a las políticas de Trump para frenar la marea, que estamos ya en año electoral.