sábado, noviembre 23, 2024
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Massa no está mintiendo, está adelantando su inevitable fracaso económico

Es común escuchar que los candidatos a presidente mienten en campaña, con la finalidad de llegar a la Casa Rosada y luego traicionar al electorado. Sin embargo, en los veinte años de kirchnerismo, la actual encarnación del peronismo reconoció muchas veces peligrosas intenciones, que fueron subestimadas o directamente ignoradas. Con las consecuencias consumadas, más de una vez hubo desilusión. Sin embargo, como suele decirse, las advertencias fueron debidamente presentadas.

Este fin de semana, Sergio Massa brindó una entrevista televisiva donde fue confrontado con los malos números que arrojó su gestión como ministro de Economía. Sin mucho para justificar al respecto, se aferró a la promesa de mejoras a futuro, en caso de ganar el balotaje del 19 de noviembre. En este sentido, y a pesar de la devaluación del peso durante su ministerio, aseguró que en una eventual gestión que lo tenga de mandatario, la moneda nacional se revalorizaría.

Sin que el entrevistador repregunte demasiados detalles, el candidato a presidente del oficialismo adelantó la fórmula para revertir el proceso de degradación de la moneda nacional. Según sus propias palabras, Massa piensa revalorizar la moneda nacional a fuerza de “exportaciones”.

Esta afirmación da a entender varios aspectos de lo que sería la política económica de su eventual gestión, ya como jefe de Estado formal. Para empezar, no hay ninguna autocrítica al modelo inflacionario y devaluatorio actual. Es decir, a un Estado sobredimensionado, que cuenta con la emisión monetaria de un banco central que termina apagando los incendios con nafta. Las palabras de Massa dejan en evidencia que ese funcionamiento vicioso no será revisado ni modificado. Solamente, producto de ese hipotético incremento exportador, Argentina contará con más dólares como para contrarrestar la inevitable demanda que generaría la permanencia en este sistema fallido.

Si así no fuera, ¿qué tiene que ver la necesaria asociación al ingreso de divisas con la revalorización que promete? Una cosa es incrementar el “colchón” de reservas gracias a una bonanza internacional, pero otra muy distinta es depender del sector externo con exclusividad para mantener el valor de la moneda.

Cabe destacar que el sector industrial proteccionista, su aliado estratégico en la primera hora, no tiene ningún interés que el ingreso de dólares genere ninguna revalorización considerable del peso, al punto que se vean amenazados los negocios ante un público cautivo. Mientras el Partido Socialista se alinea con la candidatura de Massa, uno no puede dejar de recordar dos de las grandes premisas económicas de su fundador, Juan B. Justo: el libre cambio, para evitar que el empresariado local se aproveche de los trabajadores y el cuestionamiento al banco central (al que se opuso), en nombre de la estabilidad del valor de la moneda local y de las personas de ingresos fijos. Sí, aunque a más de uno le parezca increíble, las propuestas de Javier Milei están mucho más en sintonía de las del fundador del PS que las de su rival peronista. Si a usted le disgusta esto no se “la agarre” conmigo. En todo caso, con Juan B. Justo y los libros de historia.

Por lo pronto, el candidato oficialista también reconoce que seguirá vigente la estafa de entregarle papelitos de colores a los exportadores, que ni siquiera ven pasar los dólares por los que se pagan sus productos, pero promete que todo se solucionará con la ecuación mágica de mayores exportaciones, que generen más divisas que terminen fortaleciendo el peso argentino. En la esperanza de incrementar se explica también la dudosa sustentabilidad de sus recortes de impuestos (como el de las ganancias) que no han tenido (ni parece que tendrán) correlato en la corrección del gasto. Si no se hubiera usado contra el otro candidato, uno bien podría decir que este camino es “un salto al vacío”.

La única forma de valorizar la moneda de curso doméstico es dejar de desvalorizarla mediante la emisión indiscriminada, que termina derrumbando su demanda y generando una caída en su apreciación por parte del público. Si el candidato apela a esta trilogía del peso, su poder de compra y las exportaciones, apelando a las divisas que llegarán del exterior, uno puede percibir el final de la novela: culpas al servicio meteorológico y al clima, discusiones con el agro, al que señalará de avaro y poco patriótico cuando se niegue a liquidar, producto de las pésimas condiciones circunstanciales coyunturales y la continuidad devaluatoria e inflacionaria. Es decir, la larga historia del kirchnerismo.

Luego de estas dos décadas de fracasos, lo que los gobernantes deben tener en claro a futuro es que existe la restricción presupuestaria, que las políticas paliativas de controles de precios (producto de la inflación generada por la siempre vigente “maquinita”) están destinadas al fracaso y lo que genera el campo no es propiedad del Estado. Ecuador no tiene picos de inflación cuando caen las exportaciones de bananas y el fisco español no aparece con la soga al cuello si mermó la venta al mundo de vinos de Rioja o jamón ibérico. Sin ir más lejos que acá al lado, en Uruguay, hubo una merma anual del 16 % en materia de exportaciones. Sin embargo, las reservas subieron un 0,4 % y la inflación fue del 4,3 %, lo que nosotros tenemos por semana (por ahora). La dependencia del campo argentino evidencia la permanente necesidad de un Estado quebrado y desesperado.

A veces hay que escuchar con atención a los candidatos en campaña, ya que podrían estar adelantando un inevitable y predecible fracaso. Puede que no estén mintiendo, sino, simplemente, diciendo la verdad, pero hay que levantar la oreja y si no estamos dispuestos a repasar algunos conceptos básicos de economía, al menos mirar nuestra historia sin prejuicios ideológicos.

Fuente: Panampost

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