sábado, noviembre 23, 2024
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Pánico en el separatismo

MIQUEL GIMÉNEZ,

El separatismo es tan separatista que, por separarse, andan entre ellos más separados que la mítica Zsa Zsa Gabor, que llegó a casarse nueve veces. Junts ve como sus posibilidades van mermando por más que Puigdemont pueda volver merced a la infame amnistía o que los socialistas pacten con Junts su entrada en el gobierno del Ayuntamiento de Barcelona, previa dimisión de Trias. Al separata de ratafía y espardenya se le hace bola pactar con España y se pregunta, con razón desde su lógica, para qué ha servido todo el procés si al final han acabado como la antigua convergencia, a saber, entendiéndose con el Gobierno nacional para sacar tajada.

Por su parte, las CUP andan que no saben dónde tienen las llaves, el paraguas y la cartera. Desconcertados sus mayores (Junts), se las tienen tiesas entre ellos porque hay un sector que cree que hay que endurecer su postura mientras que otro, los espabilaos, ven que tener escaño en Madrid y llevarse un pastón no deja de tener su aquel. Lo de Esquerra es ya de sainete de Arniches. El presidentín Aragonés depende ahora de los votos del PSC para poder seguir gobernando tras la salida de su socio tradicional, los de Puigdemont. Y el PSC tasca el freno, porque Sánchez les ha dicho que de momento precisa los votos de ERC y que cuando les considere amortizados les dará permiso para hacerle una moción de censura al presidentín ofreciéndole como alternativa —creo que se llama chantaje— entrar en el Gobierno y hacer un tripartito junto con los comunistas, abandonando para siempre en una gasolinera a Junts, Turull, Rull, Cocomocho y la estelada que los trujo. Ah, pero dentro de las filas de los republicanos también existe disparidad de opiniones, pues los hay partidarios de proseguir con la política de pactos y gobernar Cataluña manteniendo la dictadura lingüística y todo lo que cuelga, mientras que otros son más de romper la baraja y echarse al monte. Esos últimos seguramente son los que todavía no tienen carguito o gabela alguna. Y se pasan el día replicándose, y amenazándose, y dándose golpes en el pecho como gorilas de lomo plateado para ver quién es el macho alfa del separatismo.

Pero a la cosa lazi le ha salido un grano que cada vez irá a más: Sílvia Orriols, alcaldesa de Ripoll y líder del partido Aliança Catalana. Separatista a machamartillo ha incorporado, sin embargo, un asunto que los otros partidos estelados —y no estelados— evitan con pavor: la inmigración. Defendiendo una política totalmente restrictiva en este asunto y abanderando valores tradicionales como la familia, mostrándose abiertamente en contra de las políticas woke, ha conseguido que muchos separatistas abandonen sus partidos tradicionales y se pasen al de esta mujer en un goteo lento, pero imparable. Las encuestas le dan entre cuatro y siete —las más modestas— diputados en la cámara catalana.

Así que si ven a un lazi tradicional no les extrañe que lleve los pelos de punta. Razón no les falta.

Fuente: La gaceta de la Iberosfera

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