SONIA SCHOTT,
El fallecimiento de Henry Kissinger no sorprendió, después de todo tenía 100 años, pero revivió sentimientos encontrados pues, a pesar de su estratégico papel en la geopolítica internacional muchos no comulgaban ni con sus ideas, ni sus métodos.
Kissinger ostentó una carrera casi interminable que lo llevó desde ser asesor de seguridad nacional y secretario de Estado hasta “un estudioso y agudo observador de la política exterior y las relaciones internacionales de Estados Unidos” según, Richard Hass, presidente del Council on Foreign Relations.
En una de sus últimas entrevistas, publicada por POLÍTICO, Kissinger afirmó que los líderes del mundo habían fracasado. “No han logrado dominar los conceptos fundamentales, los fundamentos y las tácticas del día a día. Las sociedades tienen que encontrar la manera de resolver sus problemas sin tener continuamente una serie de conflictos”.
¿Pero que es el liderazgo? ¿Es influencia? ¿Traducir visión en realidad? ¿Atributos personales?
Al parecer, tampoco hay consenso sobre este tema.
El Harvard Business Review citando a, W.C.H. Prentice, un estudioso del liderazgo, no es el ejercicio del poder y la fuerza o la posesión de una habilidad analítica extraordinaria; un líder exitoso es quien puede comprender las motivaciones humanas y lograr la participación combinando las necesidades e intereses individuales con el propósito del grupo.
El empresario y filántropo, Bill Gates, resumió el concepto al decir «Al mirar hacia el próximo siglo, los líderes serán aquellos que empoderen a otros».
Kissinger consideraba que un líder debía entender los eventos, tener visión del camino a seguir y audacia, para “llevar a una sociedad hasta donde nunca ha estado”.
Política y liderazgo van de la mano.
Es cierto que, el presidente Joe Biden se ha ganado elogios por forjar la coalición de 50 naciones, que apoya a Ucrania para defenderse de las tropas invasoras rusas, por ejemplo.
Sin embargo, ahora están apareciendo las primeras fisuras dentro de la vital coalición, lo que significa para Biden, otra crisis que resolver.
El Partido Republicano continúa preocupado por el costo y la escala del apoyo estadounidense, particularmente por la poca evidencia de progreso en la llamada contraofensiva del ejército ucraniano contra las defensas rusas.
El Congreso aún tiene que aprobar la siguiente fase de la contribución de Estados Unidos a la guerra.
Kiev también enfrenta la falta de entusiasmo del líder de Hungría, Viktor Orban, por seguir respaldando a Ucrania.
Se espera que, a finales de este mes, durante una cumbre a celebrarse en Bruselas, Orban, quien tiene estrechos vínculos con el presidente ruso, Vladimir Putin, se oponga a iniciar el proceso para que Ucrania se una a la Unión Europea (UE).
Si bien Estados Unidos no juega un papel en el encuentro, las repercusiones podrían perturbar o dañar permanentemente la coalición liderada por Biden.
Otros países europeos, también podrían rechazar la membresía de Ucrania a la UE como Los Países Bajos, que acaban de elegir a un nuevo líder de derecha, Geert Wilders, quien se opone a la ayuda militar a Ucrania.
Por lo pronto, Estados Unidos está comenzando a presionar a Kiev para poner fin a la guerra y eventualmente aceptar la pérdida de territorio al este de Ucrania, algo que el presidente, Volodimyr Zelensky, rechaza.
Para Kissinger, la guerra entre Rusia y Ucrania es una guerra por el equilibrio de poder. “Cuando esta guerra termine, la cuestión será si Rusia logra una relación coherente con Europa -que siempre ha buscado- o si se convertirá en un puesto avanzado de Asia en la frontera de Europa».
Si la coalición se desmorona, repercutirá políticamente tanto a Ucrania como a Biden, quien ya está luchando para evitar que la guerra entre Israel y Hamás en Gaza se convierta en un conflicto regional a gran escala.
Ucrania ya está sintiendo el impacto de la guerra entre Israel y Hamás.
Los republicanos, están más entusiasmados con ayudar a Israel que a Ucrania, y si el conflicto en el Medio Oriente continúa, Kiev bien podría encontrar que el flujo de armas desde Occidente comienza a agotarse.
Tanto Biden como Zelensky enfrentan elecciones el próximo año y es posible que la posición de Kiev, que descarta un compromiso, tenga que cambiar ya que, si Biden es derrotado en 2024, se enfrentará a un nuevo presidente posiblemente renuente a seguir armando a Ucrania, especialmente si esa persona es Donald Trump.