QUITO.- Adolfo Macías, alias «Fito», emergió como una figura central en el oscuro panorama del crimen organizado en Ecuador. Con un pasado que se remonta a sus días como taxista, «Fito» escaló hasta convertirse en el líder de Los Choneros, la principal banda narcodelictiva del país, sembrando el caos y desafiando a las autoridades.
A pesar de sus orígenes humildes, «Fito» demostró habilidades para romper la ley y comandar una organización criminal de aproximadamente 8.000 miembros. Su reciente escape de la cárcel Regional de Guayaquil, donde mantenía un control interno significativo según informes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, eleva aún más su estatus en el mundo del crimen.
Lo peculiar de «Fito» no solo radica en sus actividades delictivas, sino también en las extravagantes celebraciones que organizaba dentro de la prisión. Incluso llegó a grabar un videoclip de un narcocorrido en su honor, acompañado por un mariachi y su hija, quien se presenta como «Queen Michelle».
Ascenso de «Fito»
Su ascenso a la cúspide de Los Choneros se caracterizó por la fragmentación de la banda, desencadenando luchas internas con otras organizaciones criminales. Aunque se graduó como abogado en prisión, su liderazgo suscita controversias sobre posibles tratos preferenciales recibidos por las autoridades carcelarias.
Los Choneros, inicialmente dedicados al crimen tradicional, expandieron sus conexiones con carteles internacionales, estableciendo vínculos con el Clan del Golfo, organizaciones balcánicas y el cartel de Sinaloa, según el Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado.
En las redes sociales, Los Choneros se presentan como una suerte de «Robin Hood del crimen», produciendo videoclips que glorifican el narcotráfico y lanzando amenazas a periodistas. La fuga de «Fito» genera alarma en Ecuador, sumido en la incertidumbre sobre qué ocurrirá a raíz de su evasión.
Con el «SE BUSCA» proyectándose por todo el país, la captura de «Fito» se convierte en una prioridad para las autoridades ecuatorianas, quienes enfrentan el desafío de contener las posibles repercusiones de su escape en la seguridad nacional.