Reformar todo. Ese es el propósito de Gustavo Petro. Una receta socialista aplicada sin éxito en otros países de la región. En la agenda del Gobierno de Colombia están ya la reforma agraria, la reforma laboral, la reforma pensional y la reforma al sistema de salud. Esta última es la que actualmente acapara titulares por estar próxima a presentarse en el Congreso. Y aunque no se conocen oficialmente los detalles de la más reciente versión del proyecto, los puntos que se han filtrado a la prensa despiertan preocupación en los expertos, pues se pretende cambiar un sistema mixto que ha sido reconocido internacionalmente como uno de los más eficientes por su altísima cobertura que alcanza el 99 % de la población por uno controlado mayormente por el Estado que no garantiza la calidad en la atención y eleva el riesgo de corrupción.
«Vamos a terminar probablemente con discontinuidades o fragmentación mayor de la atención entre los primeros niveles y la alta complejidad, y también vamos a tener un riesgo alto de corrupción pública por la cantidad de recursos que se va a entregar a los entes territoriales para su ejecución (…) hay un riesgo muy alto de corrupción», dijo el exministro de Salud, Fernando Ruiz Gómez, en entrevista con PanAm Post.
Al alto funcionario mejor evaluado del gobierno del expresidente Iván Duque le preocupa que se esté buscando limitar y prácticamente desaparecer el modelo de alianza público-privada que le permitió al país manejar la pandemia del coronavirus durante su gestión sin generar costos adicionales a la población, consiguiendo una de las más altas calificaciones en el mundo por su capacidad de respuesta y resiliencia.
También destaca el reto que significó para el sistema de salud la enorme migración venezolana, logrando asegurar a más de 400.000 extranjeros que por razones humanitarias escogieron a Colombia como su nuevo hogar, tras huir de la dictadura chavista que presume de tener un sistema público de salud como el que Gustavo Petro quiere implantar.