Edward Rodríguez,
Llegó el 2024; año que inicia con un sabor de incertidumbre política para los venezolanos y con el deseo de lograr finalmente el cambio político, el cual pasa por varios escenarios que hay que tener en la mesa de juego, y que iremos desarrollando en las siguientes líneas.
Sin duda alguna, hoy existe una mayoría opositora al régimen de Maduro y la razón ya es más que conocida: la gente se cansó de los «gobiernos» Chávez-Maduro que fueron tan nefastos que hasta sus seguidores murieron de hambre y los que sobreviven ya ni aliento les queda en los pulmones para gritar el otrora, “Chávez vive, la lucha sigue”. Ellos hoy también quieren acabar con esa pesadilla.
Por el otro lado, en el 2023 la oposición tuvo una Primaria exitosa y el régimen un referéndum consultivo sobre el Esequibo con poca participación, sólo que jugaron a la ofensiva y al ver los resultados de lo que les queda en la cuenta de ahorros de votantes, generaron acciones de conflicto con Guyana para tapar lo ocurrido el 22 de octubre con la Primaria y la elección de la candidata unitaria.
Vemos que Maduro será el candidato del PSUV y por más que trate de hacer comentarios especulativos, a la corporación que los aglutina le interesa que se mantenga; es el único que los unifica. La última carta que se jugarían en caso extremo es aplazar el proceso electoral para el 2025 sólo si no consiguen cómo mantener inhabilitada a María Corina Machado, pues saben que de lo contrario serían derrotados abrumadoramente.
La carta que intentarán jugar previamente o que está en curso es la de no habilitar a María Corina, convencer y mantener a raya a líderes de la oposición para que le quiten el piso político, pero esa jugada puede salirles mal ya que eso no significa que la despojen de los votos y la aceptación favorable de la que goza.
El madurismo en este escenario va a perfeccionar la estrategia que aplicaron en el estado Barinas en las elecciones regionales del 2021 cuando no reconocieron la victoria de Freddy Superlano y convocaron otra elección aplicando la inhabilitación express a todo aquel que aspirara con posibilidades de ganar, hasta que surgió Sergio Garrido como última opción, con bajo nivel de conocimiento y nada de transcendencia en su historial político, le dieron la buena pro y al final Garrido logró en Unidad una victoria por encima de 40 mil votos de diferencia con el candidato yerno de Chávez que contaba con toda la estructura del gobierno.
Ahora no van subestimar a la oposición y hasta los Garrido, por llamar de alguna forma los aspirantes a última hora, estarán en la prueba de fuego, sin embargo, soy optimista que bajo este escenario y quien sea el candidato y lleve la chaqueta de la Unidad y el apoyo de la candidata Machado va derrotar a Maduro.
El escenario ideal, el democrático, el normal, el que todos queremos es que no sea inhabilitada María Corina, que compita con medianamente condiciones, que gane, se juramente e inicie una transición en Venezuela.
Para que este último se dé no es suficiente tener los votos porque ya tienen la unidad electoral que cuando se ejecuta pese a las divisiones de la oposición da buenos resultados y pese a los problemas y conflictos en el mundo, los países con intereses claros en Venezuela tratarán de estar vigilantes, pero no como en el 2019.
Por lo tanto los ciudadanos tienen el reto de confiar en el liderazgo político que goce de mayor credibilidad y entender que no necesariamente se debe dar a conocer la estrategia para ganar, pues el contrincante no debe saberla y hay infiltrados. Como en el dominó: juego ganado no se tranca y hoy quien pierde es Maduro, sólo ganaría posponiendo el proceso para el año siguiente.