lunes, diciembre 23, 2024
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Guatemala deporta a grupo de migrantes a Honduras

La policía de Guatemala, acompañada de agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE por sus siglas en inglés), dispersó el jueves a la mayor parte de una caravana de 300 migrantes, subiéndolos a autobuses y enviándolos de regreso a la frontera con Honduras, poniéndole fin a sus planes de viajar “en caravana” con la esperanza de llegar a Estados Unidos.
Horas antes, cerca de otro punto fronterizo, un grupo de alrededor de 600 personas descansó en un albergue antes de cruzar la frontera sin mayor obstáculo. Otros grupos de menor tamaño recorrían carreteras en distintas partes del país de forma desorganizada, en un movimiento que involucraba a varios miles de personas, pero distinto al de caravanas anteriores.
Mientras oraba y entonaba canciones, el grupo de 300 migrantes — adultos, adolescentes y niños — había partido de un albergue en Entre Ríos y caminó durante seis horas bajo la lluvia antes de detenerse en la localidad de Morales para comer y descansar. Fue ahí que se encontraron con la policía, que les solicitó sus documentos de ingreso, y como casi todos habían entrado a Guatemala de forma ilícita, no contaban con la documentación debida.
Los migrantes fueron colocados a bordo de tres autobuses de color gris y se les pidió que volvieran para registrarse de manera debida en una estación fronteriza y en apego a las reglas que rigen la libertad de tránsito en el acuerdo fronterizo de Centroamérica entre Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua.

El encuentro se produjo sin violencia, aunque algunos de los migrantes rompieron en llanto y suplicaron que se les permitiera continuar, aunque la policía no les dio más opción que volver a la estación fronteriza. Trabajadores de la Cruz Roja les proporcionaron antiinflamatorios a varios de los migrantes para tratar sus heridas en los pies.

 Un policía guatemalteco que se negó a ser identificado por su nombre dijo que Estados Unidos cubrió los gastos de los autobuses. La embajada de Estados Unidos en Guatemala no confirmó de inmediato tal información.

La medida disolvió de inmediato el que era el grupo más grande y unido que partió el miércoles de San Pedro Sula, Honduras, en respuesta a la convocatoria para la primera caravana migrante en varios meses. Las tácticas guatemaltecas fueron similares a las utilizadas el año pasado por México para desalentar y dispersar a estos grupos en su territorio después de la intensa presión que ejerció Washington.
El presidente guatemalteco Alejandro Giammattei dijo el miércoles que a los migrantes se les permitiría atravesar Guatemala, aunque resaltó que necesitarían de los documentos adecuados y pronosticó que toparían con “un muro” en México.
Casi de inmediato el miércoles, la mayoría de los migrantes se dividieron en grupos de menor tamaño, algunos de hasta 20 o 30 personas, y comenzaron a caminar a un costado de las carreteras, abordando camiones o pidiendo ayuda a vehículos privados. No se pareció en nada a las enormes caravas de los últimos años y que provocaron la ira del presidente Donald Trump, convirtiendo el asunto en un debate político en Estados Unidos.

“Puedo decir que esta caravana no se parece en lo absoluto a lo que vimos en 2018 y un poco de 2019. Unas cuantas personas aquí y allá”, dijo el secretario interino de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Chad Wolf, durante una entrevista para el programa “Brian Kilmeade Show” de Fox News Radio. “Lo que ha cambiado es el número de acuerdos que hemos implementado con Honduras, Guatemala y México”.
Wolf también destacó la presencia de “agentes tácticos” de Estados Unidos en Guatemala.
La agencia migratoria guatemalteca reportó un total de 2.274 migrantes registrados en sus cruces de El Cinchado y Agua Caliente. Adicionalmente, un número desconocido cruzó ilegalmente.
Se prevé que muchos de los detenidos el jueves desistan de su intento de viajar hacia el norte y vuelvan a Honduras, incluso mientras grupos dispersos continúan su trayecto a pie o pidiendo transporte a través de una región tropical en el sureste de Guatemala.
Una de esas personas era Génesis Fuentes, una hondureña de 19 años que formó parte de la primera caravana en octubre de2018. En ese entonces llegó hasta la ciudad mexicana de Mexicali, limítrofe con Calexico, California, y vivió ahí durante un tiempo, trabajando como mesera y cocinera durante unos cinco meses. Acompañada de algunos amigos, finalmente cruzó la frontera cerca de Algodones, en los límites entre California y Yuma, Arizona, pero fue detenida por agentes fronterizos de Estados Unidos y deportada en mayo del año pasado.

Vestida con camiseta roja, una sudadera con capucha, pantalones de mezclilla y sandalias, Fuentes renqueaba debido a un golpe en la rodilla. Explicó que ser deportada significaba volver a una vida que no es vida.
“En Honduras no hay trabajo”, comentó. “Desde que nos deportaron no hemos encontrado trabajo”.
Unos 160 kilómetros (100 millas) al suroeste, en Esquipulas, Guatemala, los más de 600 migrantes que cruzaron el jueves en Agua Caliente se tendieron en el suelo bajo un cielo gris, para descansar o comer. Planeaban pasar ahí la noche y partir antes del amanecer.
Jomas Joel Paredes, originario de Villanueva, Honduras, salió la mañana del jueves de San Pedro Sula, un día después que la mayoría de los migrantes. Dijo que tuvo suerte al conseguir quién lo llevara y de que el camión en el que viajaba no fuera detenido en la frontera.
Señaló que es su cuarto intento de migrar a Estados Unidos. Nunca ha llegado más allá de México en sus intentos previos, el más reciente en 2017.
Paredes dijo que huía de las amenazas de las pandillas, las deudas y el desempleo. Escuchó en la prensa local que México indicó que no permitiría el acceso de los migrantes, pero tenía la esperanza de que el gobierno cambiara de parecer. Tiene planes de trabajar durante algún tiempo en México y enviar dinero a casa antes de eventualmente intentar llegar a Estados Unidos.
Su esposa y sus tres hijas se quedaron en Honduras.
“Son decisiones que hay que tomar a veces”, declaró.
Por la tarde del jueves, la policía guatemalteca llegó a Esquipulas y concretó un acuerdo con los migrantes para trasladar a la frontera a aquellos que no se registraron y posteriormente devolverlos al refugio una vez que tuvieran la documentación necesaria.
Una menor organización entre los migrantes, los controles más estrictos de parte de las autoridades guatemaltecas y mexicanas, y la presencia de asesores estadounidenses, han reducido la posibilidad de que se repitan las enormes y unidas procesiones que fueron conocidas como “caravanas” desde 2018.
Guatemala tiene un sistema de revisión de documentos más estricto, y México desplegó a miles de elementos de la Guardia Nacional en los corredores migratorios para realizar inspecciones. Los solicitantes de asilo que logran llegar a la frontera de Estados Unidos generalmente son devueltos a México después de una larga espera y deben aguardar del otro lado de la frontera a conocer el resultado de sus casos. Y recientemente, algunos son trasladados vía aérea a otros países de la región, informándoles que su única opción es pedir refugio en dicha nación.
Fuente: El Nuevo Herald

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