Venezuela atraviesa uno de los peores momentos de su historia. Se precipita sin obstáculos por el abismo de la ruina política, hecatombe económica, desastre social, carencia ética e insuficiencia moral. Luce vulnerable, desvalida, indefensa. La degradación vejatoria de la sociedad es inocultable.
El tejido social se rompió, se quebró la identidad. La población marca cotas de aniquilación y precariedad jamás experimentadas, que pueden desembocar, Dios nos ampare, en la debacle y una forma incivilizada de supervivencia. Resultado del error inaceptable, por advertido, causante de muerte y llanto, al cometer la estulticia de confiar en el sainete chavista devenido en ultraje castrista, que un amigo bautizó como: ¡virus socialista covichavista-S21!
No será viable ni sustentable un pacto social, menos una transición llevadera, si no se extirpa la corrupción, se depone a políticos corrompidos, seducidos por dinero mal habido, se excluyen a los cómplices participantes del robo y la vagabundería. Es con ellos que los castos “inocentes” solicitan unidad nacional, exigiendo renovar un Pacto Social Democrático.
Este solo será una alianza entre sinvergüenzas para continuar delinquiendo. La invitación es un vil, grosero y atrevido engaño, una trampa que adolece de caritativa intención. Se aprovecha, malévola, en la continuidad y dominio del establishment, del status quo. Un acuerdo gatopardo (gatopardismo es, en Ciencia Política, cambiar todo para que nada cambie. La cita original expresa: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”.
Ante la infausta y amarga realidad, quienes tienen responsabilidad de proponer y ejecutar acciones para superar la situación son mostrencos, impulsan pactos paritarios con quienes nos tiranizan, alegando el desatino ventajoso “ambos se necesitan”. Irrespetando la memoria de los fallecidos, ridiculizando a presos y exiliados políticos, burlándose de millones en desconsuelo.
Demandan a gritos, sin sonrojo ni recato, modificar conductas, llevar el corazón en la mano para resucitar el Pacto Social Democrático. ¿Cuál? pura paja. Métanse en la cabeza que el castrismo no tiene intención de ceder el poder, sus intereses van mucho más allá. Lo han dicho y demostrado mil veces; déjense de tanta ingenuidad pendeja, acomodaticia, encubridora.
Lo que se esboza no es un pacto social, se delinea una alianza entre sinvergüenzas, un acuerdo gatopardo. El régimen avanza sin pausa, no respeta ni considera, dejando en evidencia la convivencia nacional e internacional sin ética que repugna, en nuestro caso letal.
Ante la crisis nacional, ciertamente se impone un llamado a la venezolanidad, a los ciudadanos de bien, con ideales, con visión de estadistas para construir un país respetuoso de la ciudadanía, de sus derechos y deberes. Cuidadoso de las leyes, celoso de la libre expresión y altamente democrático. Equilibrado, moderno, próspero, pleno de oportunidades, culto, con educación de excelencia, salud de avanzada, servicios públicos satisfactorios, trabajo, es decir, mejor calidad de vida. No esta humillante, inmerecida y ofensiva mamarrachada.
Quienes evocan libertad y democracia deben buscar el pacto democrático, pero no de cohabitación ni de interesado concubinato. Es sacar de raíz a los corruptos, recuperar y devolver lo robado, someter a juicio a los violadores de la Constitución, exigir rendición de cuentas, desenmascarar a los arrepentidos que buscan impunidad y a cualquier zángano que haya transgredido la ley. Deben ser entregados a la justicia para cancelar sus deudas con la sociedad. No como quieren y formulan algunos insensibles: perdón sin castigo, impunidad sin justicia, amnistía total, borrón y cuenta nueva. Aquí no ha pasado nada.
Quienes sí deben participar en un auténtico y honorable compromiso nacional democrático son los ciudadanos de comprobada solvencia moral, de principios éticos, capaces, profesionales, de buenas costumbres, que generen seguridad, confianza ciudadana a lo interno y externo con nuestros aliados, garantizando una representación amplia, suficiente de la sociedad decente -no la repartición partidista de cuotas -, a fin de establecer bases sólidas para una mejor sociedad. Rescatar nuestra nación de garfios socialistas, garras castro-comunistas, ponzoñas chavistas-maduristas y tóxicas alimañas acólitas, para que jamás volvamos a ser manipulados por cúpulas y élites podridas; mercaderes de la política, politiqueros colaboracionistas culpables de esta calamidad.
Para combatir vigorosos la mentira, la hipocresía y doble moral es inestimable la participación de la ciudadanía. Tenemos el deber y el derecho de reclamar aspiraciones, ejercer con valentía los haberes políticos y sociales, sin coacción o amenaza que lo impidan. Hacer lo justo y razonable dentro del marco de la ley, para no ser corresponsables de esta ignominia que abruma.
La desventura e infortunio que sobrellevamos los venezolanos tiene responsables, sabemos quiénes son, los conocemos. Pero lo fundamental es tener conciencia clara, serena, de lo que cada uno puede y debe hacer desde su ámbito social, laboral y familiar.
La historia nos juzgará y será implacable.
Fuente: Run Run