Destruir una empresa petrolera tiene su mérito y este es aún mayor cuando el desmantelamiento ocurre en una era en la que los precios petroleros estuvieron altos. Hoy, con unas cotizaciones del crudo por el piso, Venezuela ha dejado de producirlo.
El chavismo presenta como una victoria que ahora llegue gasolina iraní, tras diez semanas sin expendio de combustible al público en gran parte de este país, otrora potencia petrolera. Las estaciones desoladas por largas semanas simbolizan la destrucción de Petróleos de Venezuela (PDVSA), que sin duda es el mayor fracaso del chavismo, aunque ahora este caso se envuelve en la acostumbrada «narrativa revolucionaria».
Los medios oficiales, los periodistas y campañas propagandísticas en Venezuela, presentan como una victoria revolucionaria que llegue gasolina de Irán. Se presenta como si fuese una gesta heroica el arribo de los cinco tanqueros, y hablan de un supuesto bloqueo naval de EEUU, que a ojos vista claramente no existe.
El discurso de Donald Trump, que de forma esporádica señala un supuesto plan contra el régimen de Nicolás Maduro en medio de un lenguaje críptico, está siendo usado a su favor por el chavismo, al menos por ahora.
El caso de los tanqueros representa un caso de cómo dos gobiernos (el de Teherán y Caracas) sancionados por EEUU y otros países democráticos, generan un clima de supuesta amenaza sobre los buques, para luego mostrar una entrada triunfal de las embarcaciones, en compañía de militares venezolanos «defendiendo la soberanía nacional».
La propaganda del chavismo, que habla de las sanciones como origen de la escasez de gasolina, deja de lado un detalle no menor. Irán ha estado igualmente en la lista de sancionados por EEUU y hoy es el que provee de combustible a Venezuela, que tuvo una capacidad de producción petrolera similar a la iraní, antes de que Hugo Chávez llegara al poder.
Irán tiene una capacidad de producción de 3,9 millones de barriles diarios. Por las políticas de recorte, en 2019 su promedio descendió hasta los 2,7 millones de barriles. En 1999, Venezuela producía 3,1 millones de barriles de crudo al día, hoy escasamente supera los 600.000. El país perdió bajo el chavismo la capacidad de generar 2,5 millones de barriles por día, casi la misma cifra que efectivamente produjo Irán en 2019.
Estas cifras desnudan el fracaso rotundo del chavismo en administrar lo que puede considerarse la gallina de los huevos de oro.
La narrativa revolucionaria, en tanto, construye una suerte de épica por la llegada de los tanqueros iraníes que según este discurso cruzaron aguas en la que se desarrollaba una operación naval de EEUU que pretendía impedir que llegaran a destino. La mentira ha pasado a ser una parte sustantiva del mensaje oficial en Venezuela. Tal amenaza estadounidense no existió.
La imaginación del chavismo presentó este traslado de combustible como una acción similar a la Crisis de los Misiles de 1962, que ciertamente involucró a Cuba, la entonces Unión Soviética y EEUU, y que sí fue una seria amenaza para la seguridad global. En este caso nada similar ha ocurrido.
La grandilocuencia del chavismo presenta como un gesto de solidaridad este suministro de combustible, cuando en realidad Venezuela pagó con oro por la gasolina. Y esto, lamentablemente, no es una metáfora. El Gobierno venezolano ha apelado al pago con minerales ante la situación de bancarrota que tienen hoy las finanzas públicas.
Hay muchas aristas en esta historia de fracasos de los últimos 20 años en Venezuela. Como una suerte de leitmotiv, el chavismo endosa a otros la responsabilidad de esos fracasos. Según su discurso, PDVSA no produce gasolina porque EEUU sancionó a esta empresa.
En algunos casos, por otra parte, convierte esos fracasos en gestas victoriosas. La gasolina tal vez sea la historia más simbólica de ello.
Fuente: Diario de Cuba