La frecuencia de los carros tampoco ha mejorado pese al aumento de precios, especialmente en el horario pico, pues no ponen refuerzos. Frank, un joven mensajero, tiene que levantarse a las 6:00 a.m., ya que vive en Santos Suárez y trabaja en Centro Habana. A pesar de que a las 6:30 ya está en la calle, la mayoría de las veces le dan las 9 de la mañana en la parada.
Cubanet sostiene que para justificar su ineficiencia, las autoridades alegan “falta de organización en la base”, “atrasos en los suministros de piezas y agregados”, “éxodo de personal calificado” y las consabidas “indisciplinas sociales”. Pero el encarecimiento del transporte podría ser otra artimaña gubernamental para mitigar o disimular un poco la falta de guaguas. Y no sería la primera vez que la emplean. Cuando Fidel Castro duplicó el precio del pasaje, el transporte urbano atravesaba por su peor momento hasta entonces: demoras, paradas congestionadas, gente corriendo para alcanzar los ómnibus fuera de parada, pasajeros colgados de las puertas. El mismo panorama del 2018, al punto que tuvieron que apoyarse en la Policía para hacer que los choferes de autos estatales recogieran pasajeros en algunas de las paradas más concurridas.
En el artículo se describe el caso de María Julia, una mujer que trabaja en Marianao. Todos los días coge la 69 hasta 41 y 42 y luego algo que la acerque a la Ceguera. Desde el 1º de enero se ha visto obligada a completar el trayecto a pie para no pagar otros 2 pesos. “No puedo pagar 8 pesos diarios en transporte. Así como retomaron el trasbordo para cuando hay roturas”, opina, “deberían volver a dar tickets de transferencia para los que tenemos que coger varias guaguas”.
Otra falacia –que no por repetida en los medios llegará a ser verdad– es la de que el transporte público estatal en Cuba es subsidiado. Lo que ocurre en realidad es que los dirigentes (de todos los sectores y de todos los niveles) disponen de los carros estatales para sus asuntos personales, para lo cual derrochan el combustible que debería estar a disposición del pueblo.
En 1957 la población de La Habana no superaba el millón de habitantes. En aquella fecha, entre varias empresas privadas sumaban un total de 2028 ómnibus. Actualmente viven en la capital cubana más de 2 millones de personas, sin contar a la población flotante (estimada en un millón). La cantidad de ómnibus disponibles diariamente no supera los 1 000, concluye Cubanet.
Fuente: Diario las Américas