El triunfo de Nayib Bukele a la Primera Magistratura de El Salvador ha encendido dudas, por lo menos, en “los cerebros” que proceden cautelosamente, como ilustra la máxima “sé cauto y no te excedas”. En los despreocupados, menos. Las gentes, dentro y fuera del país de “La ruta de las flores” se miran expresando “todos loqueamos”.
La Constitución, parienta de las restantes de Centro y Suramérica. La aprueba una Asamblea Constituyente, como en la mayoría de los casos para aquietar ánimos revoltosos y gobiernos ineficaces. El preámbulo, “valores de la herencia humanística salvadoreña”, democracia, libertad, justicia y sociedad más igualitaria.
El articulado, fines del Estado, derechos y garantías, en las últimas décadas de las Américas una especie de oferta exponencial de las “mercedes”, con la tatareada “voce” “derechos sociales”, los concernientes a la familia, trabajo, seguridad social y salud. Naturalmente, a quiénes se atribuye la soberanía, en la imaginería de que corresponde al pueblo, pero por órgano de aquellos que este seleccione, base de la “democracia representativa”, que bastante ha liado. El Constituyente inspirado, “No hay rey, intendente, ni capitán general”, bandera del Movimiento de Independencia de 1881, premisa de la capacidad de las gentes para gobernarse, plena de dudas en los regímenes políticos vacilantes. Crea “El Cuerpo Electoral”, cuyas presuntas monstruosidades fraudulentas arguyen habitualmente los no elegidos. Una especie de “timo”, que trata de alegarse, inclusive, en las elecciones del 2020, en EEUU.
La legislación conferida a una Asamblea. Se reconocen los tratados internacionales como fuente normativa. El poder ejecutivo, a cargo de un “presidente y un vicepresidente”. La potestad de juzgar y ejecutar lo juzgado, también, se escritura. El control de la hacienda pública, asignada a la Corte de Cuentas. El Constituyente se refiere a “la administración política, con el territorio en departamentos con un “gobernador propietario” y suplente nombrados por el Ejecutivo. Sincerándose reconoce “la deuda política” como un mecanismo de financiamiento de los partidos, a cargo del Estado.
En lo atinente a la Fuerza Armada, obediente, profesional, apolítica, no deliberante y al servicio de la Nación. Es garante de la soberanía y la integridad territorial. Subordinada al presidente, comandante general. Gozan del fuero castrense. El usual “ritornelo” en Centro y Suramérica, al igual que una pretendida “Superioridad Constitucional”, escriturada en lo formal con aparente tono cierto, por lo que los principios, derechos y deberes que estatuye no pueden alterarse. Una histórica expectativa. El interés público, prevalente con relación al privado. Por supuesto, la Ley de Leyes (con 23 disposiciones transitorias) puede reformarse, con excepción del sistema de gobierno, territorio y alternabilidad en el poder. El Salvador inicia el proceso constituyente en 1824, probándolo por 12 veces.
Este régimen constitucional, transferido por los salvadoreños a Monsieur Bukele, de 39 años, palestino por “el ius sanguinis” y salvadoreño por “el solis”, empresario de “boîtes” y motocicletas. Apoyado por el FMLN, alcalde del municipio “Nuevo Cuscatlán y luego de San Salvador, la capital. “Una obra por día”, su consigna. Presidente, en 2019. Su mensaje “El Salvador empezará el camino al futuro. La postguerra, terminó”.
Se escribe que El Salvador a raíz del Acuerdo de Paz con el FMLN, intentó la reconstrucción de la institucionalidad democrática colisionando con “fuerzas guiadas por la desconfianza, conspiración y pactos coyunturales”, contrarias, por tanto, a la alternancia democrática, transparencia, autonomía y cooperación entre los poderes públicos (Roberto Rodríguez, Universidad de Paris). Añade que el Gobierno de ARENA adoptó la subordinación del Estado al mercado conforme al Consenso de Washington, pero olvidando la problemática social. La migración prosiguió y con ella las remesas, alimento de economías mediocres. El pandillaje aumentó.
Mauricio Funes retoma la planificación centralizada y distributiva del Estado, convirtiéndose en “una esperanza” ante un país saqueado por la derecha. No obstante, “as always”, denunciado por corrupción. El análisis de Rodríguez dibuja, pues, “una curva ascendente de la ilusión al desengaño” que indujo al cansancio de la gente. El triunfo de Bukele, para el sociólogo, encontró en el empacho de amplios sectores la disposición a despedir a lo que ya era “una menguada clase política”. Los “lábaros” del aspirante, “cero tolerancia a la corrupción y no más de lo mismo” El joven palestino, aparentemente, convencido que proviene de la “Antigua Tierra Santa”, como que encontró el mandato de Dios “arremánguese la camisa, que llegó el momento”. Crea el movimiento “Nuevas Ideas”, camino para jefaturar a El Salvador, cuya primera Carta Magna decretara el presidente José Manuel Rodríguez, en 1824.
El triunfo de Bukele en las recientes elecciones parlamentarias, ha conducido a El Salvador a la sujeción a un poder político escasamente visto, lo cual ha generado temores propios de un “futuro incierto”. Se trata de una victoria inaudita en la historia moderna (Rubén Zamora, embajador en EEUU) y con un alto financiamiento ($ 15 millones), en principio de origen dubitativo. El exrector de la Universidad Centroamericana, José María Tojeira, describe a Nayib como un liberal, pragmático y populista, por lo que puede inducir a una “deriva autoritaria”. La comunidad internacional observa el escenario, carente de manual. Por su parte, la OEA y Human Rights Watch estiman que El Salvador va camino a una dictadura.
No sabemos si pudiera afirmarse que la crisis de las Américas han acompañado a toda su historia, pero lo que sí es un hecho es que no hay periódico, tradicional y electrónico, libros y en general fuentes de información que no la reconozca. Ante la pregunta de si son inanticipables las consecuencias del acontecimiento, que hoy sacude a la pretendida “República Agraria” del Siglo XIX, preocupa que la respuesta se hallaría en el túnel de las incertidumbres, como en lo relativo a Venezuela, Chile, Perú, Ecuador, Bolivia, Argentina, Paraguay y Uruguay.
Ante la complejidad del tema ¿En cuál lado estará la suerte, en Mr. Bukele o en los salvadoreños?
Alguien ha dicho “a los centroamericanos nos gustan los caudillos”.
Tal vez, una repuesta al melodrama “El Salvador”, ¿Lo habrá “Buke / loqueado Bukele?
Dios quiera que no sea una tragedia
Fuente: PanamPost