“Esta mañana fue hallada Maia tras un exhaustivo trabajo colectivo”, comentó la ministra de Seguridad, Sabina Frederic. Pudo haber, como dice la funcionaria un “exhaustivo trabajo” por parte de las fuerzas de seguridad. Eso es lo que se vio desde todos los medios: un mega operativo para encontrar a la niña, desaparecida hace tres días. Sin embargo, el final feliz que tuvo la historia no tuvo relación con ese trabajo —absolutamente inútil— del que hace mención la ministra. La aparición de Maia fue gracias a los canales de televisión y a una vecina, quien persiguió al sospechoso y llamó al 911. Lo único que hizo el Estado argentino, más allá de como quiera ser vendido, es pasar vergüenza.
Desde que la madre de Maia, que se encuentra en una extrema situación de vulnerabilidad económica, denunció a la policía que su hija fue raptada por Carlos Alberto Savanz, el país no habla de otra cosa. Según la familia de la chica, y la del propio Savanz, el sospechoso, además de tener problemas mentales, cuenta con antecedentes de abuso sexual a diferentes menores del entorno. Con el correr de las horas y los días se comenzó a temer lo peor. La opción de un desenlace trágico ya se barajaba como una posibilidad.
El ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, apareció en todos los canales de televisión al frente del descomunal operativo, que desplegó a miles de oficiales para encontrar a la nena de siete años. Para el Gobierno de la Provincia, la causa ya era una cuestión política y apostaron todas las fichas a un operativo exitoso, que pueda dar con la niña sana y salva.
Cuando le increpaban su rol mediático, en lugar de estar al frente del operativo, Berni tuvo hasta la desfachatez de asegurar que, mientras a él lo acusan de “salir por televisión”, lo que en verdad está haciendo es “usar a los medios para pasar mensajes subliminales a los delincuentes”.
Con rostro serio, mostrando una seguridad absoluta, el ministro kirchnerista aseguraba que cada palabra suya estaba estudiada y era parte de una estrategia. Sin embargo, el “delincuente” en cuestión era una persona absolutamente extraviada que, por no contar ni con celular ni televisor, jamás se enteró que lo estaban buscando y que su rostro era el más famoso del país.
Tras la reproducción continua del caso en todos los canales, el país conoció la cara de Savanz, que fue encontrado por una vecina de Luján, mientras andaba en bicicleta con la menor. La mujer, bastante convencida que se trataba del hombre más buscado del país, lo siguió siete cuadras para asegurarse. Cuando comprobó que era él, llamó de inmediato a la policía. Casi como una clásica escena del Zorro, luego que el verdadero héroe atrapa a los villanos, aparecieron los “sargentos García” de Berni a poner la cara y a llevarse los aplausos. Un bochorno total.
Fuente: PanamPost