La cancillería de Panamá detalló que ha estado recibiendo flujos migratorios irregulares por más de una década, llegando a su punto más alto en 2015 y 2016, cuando el promedio de migrantes rondó los 30.000 anuales.
«Es importante abordar la migración irregular de manera proactiva, integral y oportuna a fin de evitar que escale a una crisis humanitaria. Este enfoque cobra mayor relevancia en estos momentos cuando por razón de la pandemia es particularmente sensible el control biosanitario», precisó Mouynes.
Las autoridades panameñas informaron que buscan también la colaboración de todas las naciones que están involucradas, «de manera que se pueda atender de una forma integral esta problemática regional».
El Tapón del Darién es un corredor selvático de 266 km entre Colombia y Panamá. Esta jungla virgen de 575.000 hectáreas y sin vías de comunicación terrestres se ha convertido en paso obligado para la inmigración irregular desde Sudamérica hacia Estados Unidos.
Más de 46.500 migrantes, entre ellos al menos 6.200 niños, han hecho esta peligrosa travesía en los últimos cuatro años, donde enfrentan grupos criminales, animales salvajes y ríos caudalosos.
En su mayoría son haitianos y cubanos, pero también hay asiáticos y africanos. Para recibirlos durante su trayecto, Panamá tiene instalados campamentos en su frontera con Colombia.
Durante el primer trimestre de 2021, han ingresado por la selva 7.150 personas, de los cuales casi dos tercios lo han hecho en marzo. Además Unicef alertó recientemente que el número de niños que hacen este recorrido ha pasado de 109 en 2017 a 1.653 en 2020.
Las previsiones apuntan a un aumento de la migración irregular producto de la crisis económica y el desempleo generado por el covid-19, además de la violencia o el cambio climático.
Fuente: Diario las Américas