El martes, Pfizer prácticamente duplicó sus proyecciones de ventas para su vacuna contra el COVID-19 este año, de 15.000 millones de dólares a cerca de 26.000 millones. Sus socios esperan poder entregar cerca de 2.500 millones de dosis de vacuna este año, incluyendo unas 300 millones en Estados Unidos, y ya se alistan para lo que podrían ser refuerzos anuales.
Pfizer ingresó en el discreto y poco rentable ramo de las vacunas en 2009, cuando adquirió a Wyeth y lo que en ese entonces era su vacuna experimental contra el neumococo. La vacuna, que protege de infecciones por neumococo en el oído, torrente sanguíneo y otras partes del cuerpo, fue aprobada en Estados Unidos al año siguiente. Se convirtió en la vacuna más lucrativa del mundo con ventas anuales de unos 5.000 millones de dólares, una cifra sin precedente hasta ese momento.
“Los inversionistas estaba escépticos por la adquisición de Wyeth debido a que las vacunas eran un área aletargada de alto riesgo y que rara vez rendían dividendos suficientes para justificar la inversión. Pfizer demostró que se equivocaban”, dijo Erik Gordon, profesor de negocios en la Universidad de Michigan.
Pfizer comenzó a desarrollar más vacunas y a acumular experiencia. Entonces, en el 2018 comenzó una alianza con BioNTech enfocada en la creación de una vacuna contra la influenza con una tecnología nueva que empleaba ARN mensajero o ARNm. La vacuna utiliza material genético en lugar de un virus inactivo para entrenar al sistema inmunitario del organismo para producir anticuerpos en caso de una infección viral.
Pero mientras la vacuna contra la influenza aún estaba en fase de pruebas, apareció el nuevo coronavirus y las empresas se volcaron en utilizar la tecnología para desarrollar una vacuna. Su vacuna ha mostrado una eficacia superior al 90% y se ha ganado rápidamente la aprobación de emergencia en un país tras otro, al tiempo que ha evitado los retrasos en la fabricación y las dudas sobre inocuidad que afectan a algunos rivales.
Fuente: Diario las Américas