La corriente «woke» sigue escalando en Estados Unidos impulsada no solo por marcas comerciales y por una generación que tal como reza su significado en español, se cree «despierta». Ahora, en el marco de una nueva administración demócrata y progresista, las instituciones se están sumando a la tendencia que promete una inclusión, lejana a volverse tangible y cercana a garantizar la sumisión social.
El término que retomó el movimiento marxista Black Lives Matter (BLM) se está colando en la estructura de gobierno y busca convertirse en la premisa para «llamar» a posibles reclutas a unirse al ejército estadounidense.
Un nuevo video del Ejército de Estados Unidos hace guiños constantes a la supuesta igualdad social a través de marchas, preferencias sexuales y formas de crianza en la familia. La historia caricaturizada apela al público joven, a ese público «woke» tan ansiado por la corriente progresista. La protagonista, una joven de California, cuenta que tiene dos madres y que tuvo una infancia «típica» con clases de ballet, violín y también «manifestaba por la igualdad». Como era de esperarse, esa manifestación era una especie de desfile de orgullo gay.
Las reacciones van y vienen entre los defensores encarnizados por esta «empatía» social y aquellos que alertan sobre las consecuencias de un tema que ahora raya en el romanticismo, sobre todo tratándose de la seguridad de EE.nUU. frente a adversarios como Rusia o China. Ambos han aprovechado el tiempo para garantizar su poderío bélico y militar. Mientras tanto, en EE. UU. las prioridades parecen ser otras.
El doble filo del extremismo
«Masculinidad tóxica» es un término utilizado por estos grupos sociales para definir comportamientos varoniles que estarían generando daños a la sociedad. Sin embargo, los críticos catalogan la tendencia como arma de doble filo.
Es justamente este tema una de las principales críticas al video publicado por el ejército de EE. UU. ya que por querer eliminar «toxicidades» dentro del ejército, el gobierno podría colaborar para socavar la confianza en la institución. Todo por una corriente ideológica que se están filtrando desde arriba con empresarios, hasta líderes de movimientos sociales.
«Los rusos están construyendo un ejército enfocado en matar gente y romper cosas. Al parecer estamos construyendo un ejército enfocado en ser capaces de explicar las microagresiones y la teoría crítica de la raza a los miembros de las tribus afganas», aseveró el escritor estadounidense John Hawkins cuando surgieron las comparaciones con el ejército ruso.
El senador republicano Ted Cruz también se hizo eco al mencionar que quizás «un ejército castrado y despierto no es la mejor idea».
Nike, Disney, Sony son algunas marcas que han visto el potencial comercial de la oleada «woke«. Aunque les ha abierto las puertas a ese tipo de público, otras marcas han recibido portazos directo en sus ganancias.
Pasó con Gillette en el 2019 al lanzar un comercial justamente denunciando la «masculinidad tóxica» donde reinan las agresiones y el acoso. Las pérdida fueron de 5241 millones de dólares entre abril y junio de 2019. Las acusaciones giraban en torno al tinte ideológico y a la estigmatización de todo el género. La marca Egard Watches no dudó en responder con otro comercial. Luego del impacto, Gillette no tuvo otra opción que recular.
Detrás de la supuesta lucha social
«Un aspecto básico de todo el «wokeismo» es señalar las virtudes personales. Sí. Llamar la atención: a veces mediante la victimización o la crítica salvaje a aquellos que muestren creencias, tendencias o comentarios diferentes. Entonces, toda la ecuación woke adquiere el talante de una cacería de brujas global», reflexionó el periodista Carlos Flores.
Detrás de tanta ideología, también hay un impulso corporativo que de acuerdo a Flores, está enfocado en montar polémica y evidentemente generar ganancias. La agenda trasciende a una agenda globalista representada por figuras del mundo de los negocios como George Soros, o Laurene Powell Jobs, viuda de Steve Jobs catalogada como el equivalente femenino de Soros.
Ambos han entregado fortunas para favorecer a Joe Biden desde que era candidato. Ya desde la presidencia Biden continúa mostrando su simpatía por las supuestas luchas sociales que preocupan por estar más alineadas a un adoctrinamiento social, en lugar de garantizar la soberanía e individualidad de los ciudadanos. El ejemplo más reciente queda plasmada en el ejército «woke» convocado a formar filas.
Fuente: PanamPost