Pero un simulacro electoral de la misma Ipsos realizado el pasado fin de semana muestra que la brecha es ahora de apenas 2,2% (51,1% de los sufragios para Castillo versus 49,9% para Fujimori), lo que coloca la carrera presidencial en un empate técnico por el margen de error de 2,8%.
Resultado impredecible
En opinión del analista político Jeffrey Radzinsky, magister en Gestión Pública y profesor de la Universidad del Pacífico en Lima, la elección “está abierta para el triunfo de cualquiera porque el voto duro de ambos es bajo”, considerando que todavía hay un porcentaje importante (15%) de votantes indecisos o con voto en blanco.
Por su parte la firma consultora de riesgo político Eurasia Group indicó esta misma semana en un informe a sus clientes que “Castillo está claramente luchando para expandir o al menos mantener su respaldo, mientras que la intención de voto de Fujimori está aumentando”.
Debe recordarse que esta es una elección donde el desencanto de los ciudadanos por la política se ha reflejado en que Castillo con 19% y Keiko con 13,4% llegaron a la segunda vuelta, cuando “nunca en la historia los candidatos habían sacado tan pocos votos”, resalta Radzinsky. “Hace cinco o diez años, con esos porcentajes de apoyo, ninguno hubiese pasado a segunda vuelta”.
Rechazo a Fujimori
El apellido Fujimori ha marcado la política peruana de las últimas tres décadas. El expresidente Alberto Fujimori (1990-2000), padre de Keiko, se encuentra en prisión condenado por crímenes de lesa humanidad y corrupción durante su gobierno que, aunque inició con apoyo popular terminó en una deriva autoritaria rechazada por los peruanos.
Keiko, hija mayor del exmandatario, también tiene una larga trayectoria en la política. Además de las derrotas por la presidencia, fue congresista y dirigió la bancada parlamentaria de su partido Fuerza Popular, que entre los años 2016 y 2019 mantuvo una lucha política e institucional con el también investigado expresidente Pedro Pablo Kuczynski, y su sucesor, el destituido expresidente Martín Vizcarra.
Este papel en las crisis políticas y las acusaciones de presuntas financiaciones ilegales con dinero de la corrupción de la constructora Odebrecht han minado su imagen ante la opinión pública, contando actualmente con 46% de los electores afirmando que definitivamente no votarán por ella.
Pero ha sido un logro de Keiko sobreponerse a ese alto rechazo, para enfocar la discusión hacia sus propuestas para paliar la crisis económica derivada de la pandemia del COVID-19, mientras parece capitalizar algunos de los errores y conflictos del bando de Castillo.
El 41% de los votantes considera que Keiko Fujimori enfrentará mejor la pandemia respecto a Castillo, según la encuestadora Datum. Asimismo, el 35% cree que la candidata fujimorista mejorará la situación económica personal y de la familia.
Similar percepción recoge Ipsos, que reporta que 21% considera que con Keiko la economía mejorará, con 47% pensando que al menos se mantendrá igual.
En contraste, Ipsos detecta que 43% de los electores piensa que con Pedro Castillo la economía retrocederá, 26% cree que se mantendrá igual, y 23% que progresará.
Resalta que 47% de los encuestados por Datum piensa que un gobierno de Pedro Castillo mejorará la educación pública escolar, y 45% piensa que disminuirá la delincuencia y la corrupción.
Improvisación de Castillo
Castillo, un maestro de escuela rural que empezó a subir en las encuestas a dos semanas de la primera vuelta, habìa estado liderando la larga campaña de segunda vuelta, pero se le ve estancado por una serie de errores y la pugna interna de su tolda, explica Radzinsky.
“Hay improvisación en la campaña, y hay una pugna interna en Perú Libre”, en torno a la figura del fundador y secretario general del partido, Vladimir Cerrón, dice el analista.
Cerrón es un exgobernador regional que fue condenado por corrupción, que se identifica a sí mismo como marxista leninista, y cuyo plan de gobierno radical de apoyo a estatizaciones, intervención estatal en la economía y supervisión de los medios de comunicación trata de ser moderado por Castillo para atraer votos del centro.
Sin embargo, dice Radzinsky, la candidatura de Castillo luce estancada, y serán claves tres factores de cara al balotaje: el control de personajes radicales muy ligados a Cerrón, la capacidad que pueda tener en los dos debates previstos para atraer a su bando a los indecisos, y la capacidad de Castillo para mantener el anti voto de Keiko, “porque gran parte de su respaldo es sobre todo voto de rechazo al fujimorismo”.
Para Eurasia el panorama político de fuerte sentimiento anti sistema, las demandas de cambio en un país asolado por la corrupción e inequidad social, y las altas tasas de rechazo a Fujimori benefician a Castillo, que se presenta como un ‘outsider’ que reitera la necesidad de cambio en el modelo económico tras décadas de economía de mercado.
La complejidad de la elección se ilustra en el hecho de que Castillo también aglutina votantes de la ultraderecha al compartir una fuerte visión conservadora y tradicionalista en aspectos como la negativa al aborto o derechos de minorías.
No obstante, Radzinsky apunta que “el marco básico para comprender lo que está sucediendo tiene que verse junto con los efectos brutales de la pandemia: económicos, educativos, sociales; han fallecido durante la pandemia más de 170.000 personas en el registro de muertes totales (en comparación al año previo)”.
Eurasia recuerda que la economía peruana se contrajo 11% en 2020, con la tasa de muertes per cápita por COVID-19 más alta de la región después de Brasil, y con un proceso de vacunación muy lento. “Esto explica ampliamente por qué Castillo continúa teniendo tan buen apoyo en los sondeos entre las clases pobres y rurales”.
En tono similar Radzinsky considera que “en Perú 3 millones de ciudadanos pasaron a pobreza en 2020, entonces no se puede entender el fenómeno electoral sin la frustración y magnitud de la pandemia. Perú es una sociedad dolida y frustrada”.
Fuente: Diario las Américas