lunes, diciembre 23, 2024
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OPINIÓN-Hugo Balderrama: Adictos al Fondo Monetario Internacional

John Dexter White —militante comunista y espía de la URSS en Estados Unidos— y John Maynard Keynes —impulsor de los déficits fiscales y las inflaciones galopantes— fueron los dos creadores del Fondo Monetario Internacional.

Por eso, no resulta extraño que esa institución haya servido para salvar el cuello de gobernantes ineptos que, empujados por la realidad, deberían renunciar o retroceder en sus medidas estatistas. Sin embargo, reciben cuantiosos recursos a bajas tasas de interés y con períodos de gracia al efecto de continuar con aparatos estatales sobredimensionados e ineficientes. En palabras del economista Robert Barro: «Los países que participan en programas del FMI tienden a ser recibidores de dinero. Estos programas no proveen soluciones, sino que crean adictos».

Por otro lado, Alejandro Werner, director del Departamento del hemisferio occidental y economista en jefe de América Latina del FMI, en una entrevista a la revista Financial Times, manifestó lo siguiente:

El malestar social en América Latina destacó la necesidad de una distribución del ingreso mucho más equitativa. Necesita un sistema tributario mucho más progresivo donde los segmentos superiores de la población paguen mucho más, y un sistema económico en el que la competencia sea mucho más fuerte de lo que es hoy.
Dejando de lado la contradicción de hablar de mayores impuestos y, al mismo tiempo, de una economía más competitiva. Lo que resulta realmente peligroso es la justificación poco disimulada de los movimientos de terrorismo urbano que sufre la región desde el 2019.

Al parecer, Alejandro Werner concuerda plenamente con Las brisas bolivarianas (la amenaza de Diosdado Cabello a toda América Latina) y con el caos que sufrieron Ecuador y Chile en el 2019, Bolivia en el 2020 (con la trágica muerte de 40 enfermos de COVID-19) y Colombia desde abril del presente año. Sin olvidarnos de las protestas de noviembre del 2020 en Perú. Las mismas que terminaron favoreciendo a la candidatura del comunista Pedro Castillo.

Por todo lo anterior, no deberían extrañarnos las palabras eufóricas con la que el FMI celebró la victoria de Luis Arce Catacora en octubre 2020: «Fue el ministro que condujo a la economía boliviana por un periodo de gran crecimiento, de gran fortaleza de las finanzas públicas, de gran creación, el arquitecto, artífice y creador de márgenes de reserva para esa economía que le facilitaron el convivir con períodos no tan buenos».
De hecho, en semanas pasadas Arce Catacora se reunió con el equipo del FMI. De esa reunión salieron algunas cosas positivas y otras no tanto. Veamos.

Lo bueno del informe del FMI ha sido apuntar los puntos peligrosos de la economía nacional. Por ejemplo: incertidumbre en el ritmo de vacunación, exposición del país a las condiciones financieras internacionales, e incremento de riesgos financieros por el diferimiento en los pagos de los créditos.
De la misma manera, el informe presenta algunas recomendaciones que, en honor a la verdad, son aceptables. Verbigracia: reducir el déficit fiscal, promover reformas para incentivar las inversiones, reducir las presiones sobre el sector exportador, flexibilizar los cupos de créditos, y eliminar las regulaciones sobre las tasas de interés.
Sin embargo, el FMI de manera muy peligrosa recomienda acabar con el tipo de cambio fijo (la única medida acertada de la gestión de Arce Catacora como ministro de economía), e insta a las autoridades a examinar los «beneficios» de un tipo de cambio más flexible.
Por su parte, Arce Catacora sabe muy bien que el nivel de reservas del BCB se acercan rápidamente a niveles críticos. Además, entiende que no puede esperar milagros del sector hidrocarburífero, y que su plan de conseguir financiamiento mediante los bonos soberanos es historia.
Con todo eso, no resultaría extraño que el Gobierno boliviano recurra al FMI, especialmente, para conseguir liquidez de corto plazo. Con lo cual quedarían demostradas dos cosas.
Primero, que el FMI siempre juega a favor de gobiernos déspotas —en el pasado ayudaron a Mobutu Sese Seko—. Y segundo, que por mucho que la izquierda despotrique del FMI no deja de ser adicta a sus ayudas.
Fuente: PanamPost

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