La dolarización de la economía argentina podría darle inmediatos resultados a nuestro país:
1. Resolveríamos el problema de la inflación alcanzando rápidamente la estabilidad monetaria (algo similar a la hiperinflación de 1989-91 resuelta por la Ley de convertibilidad);
2. Al mismo tiempo las tasas de interés nominales bajarían a un dígito;
3. Al eliminar el riesgo de devaluación, las tasas de interés reales también bajarían (vean el caso de El Salvador);
4. Como consecuencia, sobrevendrían mayores inversiones, generadoras de empleo que a su turno nos permitirán recuperar la economía y emprender un proceso de crecimiento real.
Se dirá que la dolarización es condición necesaria, pero no suficiente para alcanzar el crecimiento real. Se dirá también que miremos el caso de Ecuador para comprender este punto, pues han dolarizado hace 20 años, y no han mostrado ningún milagro económico. Mi respuesta es que quizás el milagro está, pero no lo han podido ver.
El milagro ecuatoriano
Ecuador tuvo en estos 20 años gobiernos populistas que podrían haber convertido al país en otra Venezuela. Eso no ocurrió. Correa primero, y sus delfines después, chocaron con la imposibilidad de imprimir dinero para expandir el tamaño del estado, imponiendo procesos hiperinflacionarios sobre el Ecuador. Correa atacó la dolarización en diversas ocasiones como aquel sistema que contenía sus intenciones, y eso debe ser visto como el primer milagro económico del Ecuador.
La dolarización resistió a los populismos, y hoy el pueblo acaba de elegir Presidente al único postulante que prometió mantener el esquema. No sólo eso. El nuevo presidente, el banquero Guillermo Lasso, prometió una modernización financiera para acompañar a la dolarización, además de la liberalización de los mercados y bajas impositivas para atraer capital privado internacional.
La dolarización implica importar una institución monetaria que el propio país no pudo darse a lo largo de su historia. Con ello vienen otros desafíos, pues debe haber equilibrio fiscal, apertura económica y condiciones favorables a la inversión que requieren de múltiples reformas de mercado.
Numerosos estudios de ciencias políticas muestran que cuando un país es gobernado por un populismo extremo como el que tuvieron Venezuela y Ecuador, la economía entra en un círculo vicioso de pobreza, indigencia, inflación que se profundiza en cada elección por la dependencia de gran parte del pueblo en las cajas de comida que los propios gobiernos reparten. Ecuador hoy logró romper este círculo. La dolarización fue esencial en este cambio que Ecuador está iniciando.
Está claro que por ahora sólo son expectativas. Hay incontables casos de fracasos en la historia latinoamericana. Pero soy optimista, y el mercado —hasta ahora— también ha mostrado optimismo.
La dolarización es subestimada en Argentina. Hoy no puedo dejar de pensar qué hubiera pasado si Carlos Menem en su segundo gobierno, o Mauricio Macri, hubieran optado por la dolarización. La historia pudo ser otra.
Fuente: PanamPost