Gabriel Boric asumió la presidencia el viernes 11 de marzo. No obstante, a pesar de las escasas seis semanas que lleva en el Gobierno, ha logrado una rápida baja en el respaldo ciudadano. Así lo han develado distintos sondeos de opinión, como el de la Encuesta Cadem que, para su última versión, el frenteamplista alcanzó el 50% de desaprobación, superando por primera vez, el porcentaje de aprobación. Tras las distintas torpezas, y el reciente rechazo del Congreso a un nuevo retiro de los fondos previsionales, el presidente chileno se ve amenazado por sufrir un levantamiento de la calle.
Zygmunt Bauman nos relató sobre cómo vivimos en sociedades líquidas, donde los esencialismos y fundamentos están ausentes. Por eso, todo puede fluir y metamorfosearse, incluyendo la adherencia a un ideal, a un simbolismo o a un líder. No obstante, podemos agregar al juicio del pensador polaco que esa sociedad líquida, que nos describió, devino gaseosa, pues los ánimos bullen en conflictividades rápidamente, motivadas por los afectos y emociones.
Lo anterior nos permitiría entender cómo la calle y sus numerosas expresiones de conflictividades, que se imponen como anti-sistémica (incluso, hay otros actores más radicales que han sido a-sistémicos), pasaron de apoyar la agenda constituyente, de ser férreos defensores del candidato presidencial del “arbolito”, a imponerse en contra del Gobierno de Gabriel Boric.
Así lo develan los rayados y grafitis que se ven en las calles chilenas que sostienen que Boric y su Gobierno son unos “amarillos”, que se caracterizan por las “volteretas”, o que “reprimen desde el día uno”.
Este escenario se grafica cuando se observa la opinión ciudadana sobre el rechazo a los dos proyectos del quinto retiro del 10% de los fondos previsionales de las AFP, la noche del lunes pasado. De las dos iniciativas presentadas, una provenía del gobierno y la otra era una moción parlamentaria. La primera, era una versión con restricciones para retirar el dinero, mientras que en la segunda alternativa no se debía justificar el motivo de éste.
Pero tras el rechazo de ambas iniciativas, los días martes y miércoles hubo manifestaciones y barricadas en algunos puntos de Santiago, porque la promesa del gobierno de un nuevo retiro de los fondos previsionales no se concretó. En distintos matinales, en los que se observa a periodistas preguntando a los chilenos qué opinan de este escenario, de los entrevistados que respaldaron su candidatura suelen sostener que “Boric es un traidor”, “un amarillo” y que “se olvidó del pueblo”. Por otro lado, de aquellos que no lo apoyaron, se ven argumentos que apuntan a que el dinero de las AFP es propiedad de los chilenos y el no poder retirarlos implica dejarlo a merced de la voluntad del actual gobierno, con la posibilidad de ser expropiados.
Este malestar generalizado se articuló en la convocatoria a un “paro general”, el próximo lunes 25 de abril. En Twitter han sido tendencia las etiquetas #QuintoRetiroOALaCalle #EstallidoSocial2 #ParoNacional, #ConMiPlataNo!, entre otros.
Estos discursos se emiten a pesar de que el ministro de Hacienda, Mario Marcel, advirtió de que un nuevo retiro generaría que la inflación aumente 5 puntos porcentuales más. Pero, no solo eso, sino que también pone “en peligro el programa de Gobierno”, abriendo la duda sobre qué implica esto: un Estado keynesiano o que, efectivamente, hay un real riesgo de que los fondos previsionales sean expropiados.
Sea cual sea el caso, la figura del ministro de Hacienda ha sido la más robusta del Ejecutivo, a pesar de las contradicciones (que el gobierno rechazara el retiro indiscriminado de las AFP, pero que presentara un proyecto alternativo acotado). Sin duda, Marcel ha sido quien ha tratado de dar una cuota de racionalidad a la gobernanza frenteamplista.
No es posible sostener lo mismo de Giorgio Jackson, ministro Secretario General de la Presidencia, y mano derecha de Boric desde la época de la política universitaria. Pues, al no poder ordenar a su coalición, ni negociar en el Congreso la agenda del gobierno, se ve una figura completamente debilitada. De igual modo, el mismo presidente y el resto del gabinete han ido perdiendo confianza, tanto por temas políticos como personales.
Primero, la pérdida de credibilidad de gran parte de su comité político ha sido devastador. Además de lo señalado anteriormente, la ausencia de Izkia Siches, ministra del Interior, estas últimas semanas ha llamado la atención. Pues, lidera un ministerio clave pero se ha visto en las sombras, situación que se explica por su debut con numerosos escándalos a nivel nacional e internacional.
Por otro lado, han surgido rumores, de distintos sectores, que sostienen que Boric ha tenido problemas amorosos con su novia, y que no estarían viviendo juntos. La primera dama, Irina Karimanos, en una entrevista a Pousta, abordó algunos de ellos. Sostuvo en modo de broma que están “en una relación poliamorosa con Chile”, y que los dichos que afirman que Boric es gay y ella es contratada develan la mirada de una “sociedad muy conservadora” y “heteronormada”.
Para frenar estas especulaciones, Boric llegó de la mano con la primera dama al palacio de La Moneda, el lunes pasado, quienes se dieron un forzado beso frente a las cámaras, el que nutrió creativos contenidos de memes en las redes sociales, el espacio virtual de la disputa política.
En definitiva, no cabe duda de que la calle no es capital de nadie. Pues, si bien apoyaron con gran fuerza la candidatura de Boric, en el momento que se institucionalizan son observados como traidores y perpetuadores del status quo que tanto prometían modificar. Además, y como suele ocurrir, provienen de una izquierda caviar que poco o nada entiende de las necesidades reales de las personas, y usan promesas vacías para llegar al poder.
Pues prefieren imponer agendas identitarias, fragmentando al país en vez de unirlo, y se olvidan de que la delincuencia y violencia han aumentado dramáticamente, afectando la realidad de los chilenos.
Han ignorado que, gracias a la insurrección del 18-O, el proceso constituyente en curso, los retiros del 10% de las AFP, sumado a un escenario económico internacional delicado, Chile se ha alejado del camino hacia el desarrollo y que el coste de vida ha aumentado.
Y esta dura realidad también se refleja en la calle, la que gaseosamente muta sus preferencias debido a emociones como la rabia. La calle deviene en revolucionaria independiente del signo político del gobierno de turno. Las promesas de Boric dejaron expectativas imposibles de cumplir, lo que impacta en las subjetividades y emociones de esa calle. Por esto, ni Boric está libre de la amenaza de otra insurgencia como la que Chile presenció para el 18-O.
Fuente: La Gaceta de la Iberosfera