Elecciones en Colombia — El senador y exguerrillero Gustavo Petro, vencedor en la primera vuelta de este domingo, disputará en un balotaje la presidencia de Colombia con Rodolfo Hernández, un millonario que sacó sorpresivamente a la derecha de la carrera por el poder.
Petro ganó la elección con el 40,3% de los votos, 12 puntos porcentuales más que Hernández (28,2%), con quien disputará una segunda vuelta el 19 de junio, según informó la Registraduría al concluir el conteo previo al escrutinio.
Hernández derrotó a Federico Gutiérrez (23,8%) y a Sergio Fajardo (4,2%), el aspirante de centro.
Petro, de 62 años, y Hernández, de 77, se medirán en un balotaje para elegir al sucesor de Iván Duque.
Ahora bien, el candidato Hernández podría obtener un fuerte respaldo de gran parte de quienes votaron por Fico (23,8%), lo cual superaría con creces el porciento de Petro.
Como reportó RCN Noticias, «los votos por Fico son en su mayoría de derecha», de ahí que con un electorado que «aborrece a Gustavo Petro y no imagina un país gobernado por el líder de izquierda. Cinco millones de votos en promedio que se sumarían a Rodolfo Hernández y le darían un total aproximado de 11 millones de votos, lo que le sería suficiente para ser el próximo presidente».
El punto, plantea dicho medio, es que Petro tiene un techo de votos de casi 8,5 millones, y por otro lado Hernández cuenta con más posibilidades de crecer con los votos de Fico.
«Federico Gutiérrez sumó en promedio 5 millones de votos, mientras que Sergio Fajardo estuvo cerca de llegar a un millón. De estos seis millones, los de Fajardo se dividirían entre Rodolfo y Petro, mientras que de los de Fico se podría decir que en su mayoría van para el exalcalde de Bucaramanga», agregó la página.
«Hoy sabemos que hay una ciudadanía firme para acabar con la corrupción como sistema de gobierno», señaló el outsider de esta campaña, que esperó los resultados en traje de baño y tomando cerveza en el patio de su mansión, según un video compartido a los medios por su campaña.
Alternativa incierta
Petro, que depuso las armas en 1990 tras la desmovilización del M-19, el grupo rebelde nacionalista en el que militó por 12 años, llegó a esta elección abanderando el cambio y la ruptura.
«Estamos representando la voluntad del cambio (…) confío que esa voluntad de cambio sea mayoritaria», expresó el candidato tras votar en un barrio popular de Bogotá.
Según el analista Daniel García-Peña, «en estos últimos cuatro años se ha profundizado la desigualdad y los niveles de pobreza, la inconformidad y el descontento, y quien ha sabido leer e interpretar y conectarse con el electorado es Petro».
Tal fue la sensación que se percibió entre muchos votantes. «Las personas que han dirigido el país lo tienen despedazado, entonces hay que cambiar», dijo a la AFP Luis Hernán Álvarez, guardia de seguridad que votó por Petro en Bogotá.
Así, los colombianos elegirán a su próximo presidente entre el cambio radical que plantea Petro y la alternativa incierta de Hernández, quien engloba todo su programa en el combate frontal a la corrupción.
«Hoy perdieron las gavillas que creían que serían gobierno eternamente», se felicitó Hernández, constructor y exalcalde de Bucaramanga, una ciudad del noreste del país de casi 600.000 habitantes.
Hernández buscará gobernar este país de unos 50 millones de habitantes con apenas dos congresistas en un cuerpo de 296 legisladores, y a la espera de que las fuerzas contrarias a Petro se unan en torno a su candidatura.
Transparencia en duda
El Pacto Histórico, la coalición que encabezan Petro y Francia Márquez, la ambientalista que quiere ser la primera vicepresidenta afro, obtuvo en marzo el mejor resultado para la izquierda en las legislativas, aunque sin asegurar mayorías.
La Registraduría quedó en entredicho por las inconsistencias en el conteo preliminar de esos comicios, que le restaron votos al movimiento de Petro y a otras agrupaciones políticas. El desfase de un millón de votos entre el cómputo preliminar y el escrutinio sembraron dudas sobre la transparencia del proceso.
Ante la ausencia de una auditoría externa del software empleado para la suma de los sufragios, la campaña de Petro anunció su propia veeduría, y expresó preocupación por la compra de votos.
Durante la tensa y polarizada campaña, Petro también denunció amenazas. Su protección fue reforzada, lo que lo obligó a blindarse con chaleco antibalas y escudos a su alrededor para subir a las tarimas, ante el temor de un magnicidio como los del siglo XX, cuando fueron asesinados cinco presidenciables.
Empresarios, ganaderos y sectores conservadores temen que Petro conduzca el país hacia el abismo con su ambicioso plan para suspender la exploración de petróleo, que responde por la tercera parte de las exportaciones (13.500 millones de dólares en 2021).
El senador propone además reformar el sistema público-privado de pensiones y la policía, implicada en violaciones de derechos humanos durante la represión de las protestas.
Cualquiera sea el vencedor tendrá que lidiar con un país todavía convaleciente por los estragos de la pandemia.
La pobreza alcanza al 39% de la población, el desempleo urbano al 17,2% y la informalidad al 43,5%. La corrupción y la situación económica son las principales preocupaciones de los colombianos, según la firma Invamer.
Hernández, el millonario que abofeteó a la política en Colombia
Un constructor millonario pateó inesperadamente el tablero presidencial en Colombia. Rodolfo Hernández, de 77 años, desplazó a la derecha y disputará el poder a la izquierda en un balotaje. Su fórmula: un programa anticorrupción para todo los males difícil de encasillar ideológicamente.
Desde cerrar embajadas para condonar créditos estudiantiles hasta promover que todos los colombianos conozcan el mar, Hernández rehúye a cualquier etiqueta.
Su primera decisión presidencial, asegura, será restablecer relaciones con Venezuela, si bien en su plan de gobierno amenaza con deportar a los cientos de miles migrantes en situación irregular.
El imprevisible ingeniero aterrizó en esta campaña como un outsider sin partido y obtuvo casi seis millones de votos, superando al derechista Federico Gutiérrez (4,6 millones), quien contaba con el respaldo de la mayoría del poder establecido.
Ahora Hernández inicia una nueva carrera contra el senador y exguerrillero Gustavo Petro (8 millones de votos), quien aspira a llevar a la izquierda al poder por primera vez.
Asesorado por el estratega español Víctor López, que llevó a la victoria al presidente de El Salvador Nayib Bukele, Hernández siguió este domingo el cómputo de los votos en traje de baño y tomando cerveza en la piscina de su mansión, según un video de su campaña compartido a medios.
«Bebe de todas las cosas, del fastidio con la clase política tradicional, de comunicarse de manera muy sencilla usando lenguaje coloquial (…) y claramente cae en el mundo del populismo», dice a la AFP Angela Rettberg, politóloga la Universidad de Los Andes.
Apenas conocido el resultado, el autoproclamado «rey de TikTok», que hizo una fuerte campaña en las redes sociales, comenzó a recibir el respaldo de varias figuras de la derecha derrotada en las urnas.
A golpes
Hernández hizo fortuna construyendo urbanizaciones populares en su natal Piedecuesta (norte) durante los años setenta. A finales de 2015, fue elegido alcalde de la vecina ciudad de Bucaramanga, la capital del departamento de Santander con 580.000 habitantes.
Entonces derrotó a la clase política que llevaba gobernando la región por tres décadas. Durante su mandato (2016-2019) se dio conocer en el resto del país por sus transmisiones semanales en Facebook, en las que hablaba directamente a los ciudadanos.
Pero potenció más su imagen con sus peleas públicas con los ediles de la ciudad, a quienes acusaba repetidamente de ser «ratas» (ladrones) y «corruptos».
Incluso llegó a la agresión física a finales de 2018, cuando abofeteó frente a las cámaras al concejal John Claro, quien acusó a uno de sus cuatro hijos, Rodolfo José, de estar involucrado en actos de corrupción.
Por ese ataque fue apartado tres meses del cargo. Hoy uno de eslóganes de campaña invita a «darle una cachetada a la corrupción».
Pero el propio exalcalde está imputado por la fiscalía por favorecer a una empresa vinculada con su hijo Luis Carlos durante su mandato. Como empresario ha sido cercano a la clase política que jura derrotar.
Hernández ha sufrido de cerca la violencia. Su hija adoptiva Juliana fue secuestrada en 2004 por la guerrilla del ELN, que le exigió dos millones de dólares a cambio de liberarla. El exalcalde no accedió a pagar y desde entonces está desaparecida.
Aún así, en campaña ha dicho que está abierto a firmar la paz con los últimos rebeldes reconocidos en el país. Fiel a su estilo pragmático, quiere abreviar la negociación e incluir directamente al ELN en los acuerdos firmados por las FARC en 2016.
Fuente: Diario Las Americas