El fin del Senado en Chile tiene fecha. La institución bicentenaria, símbolo del retorno de la democracia, morirá el 11 de marzo de 2026. Ese día, el órgano que contribuyó al sello de los acuerdos del Estado pasará a sólo ser parte de la historia. Así lo estableció la Comisión de Normas Transitorias de la Convención Constitucional que define los últimos lineamientos de este proyecto, el cual será sometido a un plebiscito el próximo 4 de septiembre.
A partir de esa fecha, el poder legislativo estará representado por un Congreso que se configurará en una Cámara de Diputados y una Cámara de las Regiones, siendo esta última el reemplazo del Senado. En concreto, funcionará como un «órgano deliberativo, paritario y plurinacional de representación regional», con la facultad de dictar «leyes de acuerdo regional» y otras establecidas en el texto constitucional. Con 124 votos a favor, 10 en contra y 18 abstenciones quedó decidido.
Una complejidad innecesaria
“Esto es una complejidad que se incorpora a la institucionalidad. En general, el Senado tenía la posibilidad de representar a las regiones y fomentar la descentralización pero hoy no es tan claro, porque las atribuciones de la Cámara que remplazará al Senado son restringidas y hay materia importante sobre las que no podrán presentar iniciativas en material legal ni revisar», asegura José Francisco Lagos, director ejecutivo del Instituto Res Pública (IRP), José Francisco Lagos, en entrevista con PanAm Post.
Argumenta que con el panorama incierto, «se entorpece el proceso legislativo en cuanto a su calidad y estará sujeto a las mayorías circunstanciales y no de justicia para los territorios”.
«No era necesario terminar con la institución. Se partió con información incorrecta, entre ellas que el Senado se demoraba en tramitar las leyes cuando era la Cámara. Esto tiene más razones políticas, como la incapacidad de la izquierda para lograr representación mayoritaria», precisa el abogado en contacto con PanAm Post.
Obra de la izquierda
La historia le da la razón a Lagos. El entierro del Senado es obra de la izquierda. Sus convencionales reunidos en seis colectivos políticos – Partido Comunista (PC), Frente Amplio (FA), Escaños Reservados (EE.SS.), Colectivo Socialista (Col. Socialista), Independientes No Neutrales (INN) y Movimientos Sociales Constituyentes (MSC)- lo forjaron con sesiones que transcurrieron al interior de la antigua sede del Senado en Santiago cedida en acuerdo para el trabajo de la CC.
Es casi su venganza después de décadas sin ganar un curul. Desde 1990 ninguna de sus figuras llegó a la Cámara Alta. De ahí deriva la aversión. Ni los expresidentes socialistas, Ricardo Lagos, ni Michelle Bachelet como tampoco el actual mandatario, Gabriel Boric –los tres jefes de Estado desde entonces–ocuparon escaño en el Senado.