En su libro, Pablo Escobar, lo que mi padre nunca me contó, Juan Pablo Escobar transcribió una entrevista que le hizo a Quijada (tesorero del patrón en Estados Unidos). En parte de esta se puede leer lo siguiente:
El negocio llegó a ser tan grande en los primeros años de los ochenta que el ‘Patrón’ compró doce casas en diferentes sectores de Miami, tres más en Nueva York y dos en Los Ángeles, y a todas les hizo construir escondrijos subterráneos con ascensor. Igualmente, llegó a tener una nómina de 35 empleados, algunos de ellos uruguayos, brasileños, mexicanos, colombianos y uno que otro estadounidense. Y para desplazarse por esas ciudades recogiendo dinero, se compraron cerca de 50 automóviles para evitar que los reconocieran. Además, todos se comunicaban en clave a través de mensajes de busca y teléfonos públicos.
Por otra parte, varios expertos en narcotráfico, incluido el mismo Juan Pablo Escobar, mencionan las ganancias que generó Escobar a comienzos de los años ochenta. Por ejemplo, El tren, una ruta de narcotráfico directa entre Medellín y Miami, reportó utilidades de alrededor de 768 millones de dólares para el cártel. Ojo, estamos hablando de una sola de las rutas. Si analizamos el total de la cocaína traficada, seguramente, el monto subiría a varios billones de dólares.