Por esta vez, no acusó a los culpables de siempre: “La iguana de Corpoelec”; “Un complot urdido por la godarria colombiana, Donaltrón y la diáspora mayamera”; “Los oligarcas de los medios de comunicación pequeño burgueses”.
El hombre de “Con el Mazo Dando”, será vomitivo, chabacano, de una pestilencia moral que nunca deja de sorprender, pero ¿Argentina + aeropuerto internacional + apresamiento? Lo último que desea, es que vuelvan a vincularlo con tales “ingredientes”. Está demasiado fresco el episodio, de sus supuestas detención y ulterior deportación de un aeropuerto argentino. Irrelevante la falsedad, veracidad o exageración de ese incidente. Lo que cuenta fue su linchamiento mediático. No es cualquier cosa, exhibirlo, ante sus “fans”, cada día menos numerosos, como el idiota que se dejó atropellar en un país con gobierno amigo. Peor aún, que el rumor lo hayan echado a volar sus propios camaradas y camarudos del narcogobierno. Para rayarlo más. Ridiculizarlo más. Devaluarlo más. Terminar dando lástima después de presumir de matón, cada semana, es lapidario.
Pese a todo, lo cierto ha sido que a falta del gorila de los miércoles por la noche, ni un solo integrante del narcogobierno, ha salido a defender lo indefendible. Me refiero a la bochornosa retención, en Buenos Aires, del 747, con bandera venezolana, tripulado por cinco redomados, narcoterroristas iraníes, junto a 14 vagos venezolanos. Así cabe llamar a quienes, en lugar de viajar en una aeronave de pasajeros, como todo viajero normal, van de aquí para allá y de allá para acá, en un supuesto carguero.
Hasta ahora, la única declaración del narcogobierno, sobre el tema ha sido acusar al Uruguay de cerrarle el espacio aéreo al polémico 747. Pero en algún momento se verán sometidos al fuego cruzado de las preguntas y respuestas. Como son anafilácticos a la libertad de prensa, los más probable es que sea ante un escuadrón de capturas, en lugar de un cuestionario de un periodista respondón.
Me parece oírlo y verlo. Baboso. Lamiéndose el “superbigote”. Indotado, moral y mental. Idiota, pero creyéndose muy listo.
“Malpensada la prensa capitalista al acusar a un inocente jet, por tocar, como un lechero, con intervalos de minutos, apenas, Paraguay, Aruba, Maiquetía, Cali, Medellín, Querétaro, Buenos Aires, con Teherán, como destino final, cargando y descargado mercadería ajustada a la “legalidad” RoboLucionaria, léase dinero negro de la corrupción, toneladas de perico, mafafa, Fentanilo; comandos del narcoterrorismo musulmán y, ¿por qué no?, armas de destrucción masiva”.
“Además, esa aeronave lo que estaba haciendo era un inocente vuelo de entrenamiento, para llevarme a la Cumbre de Las Américas, Los Ángeles, California. De todas maneras, yo, no iba a ir. ¿Ustedes creen que, siendo el más buscado voy a aterrizar en EEUU, a ver si la DEA, ¡zas!, me pone los ganchos? ¿Gafo, yo?
“¡Calumnia capitalista, que los iraníes que venían piloteando el 747, sean narcoterroristas reconocidos. Esos señores son unos pacíficos instructores aeronáuticos que estaban adiestrando a los 15 vagos, perdón, a los camarados y camarudos, criollos, que en sus vidas no habían volado ni papagayos. Pero después de tal encuentro se ganarán el pan, por primera vez decentemente, como aviadores (…) Y por cierto ¿Qué tiene el señor Alex Saab, que no tengan esos siete plenipotenciarios, express de mi gobierno? Respeto, exijo más respeto, inmunidad diplomática incluida, para todos mis embajadores. De carrera o a la carrera. Iraníes o barranquilleros. He dicho, que en la barriga tengo un bicho”.
Los caraqueños de mi tiempo, nos reímos mucho con el relato del borrachito, que a medianoche, merodeaba como alma en pena por los alrededores de avenida Libertador de Caracas, cuando se tropieza con uno de esos operativos policiales contra las infelices “caminadoras” que ejercen “la profesión más vieja del Mundo”. Comienza el borracho, a despotricar de los agentes de la seguridad pública: “Que por qué, en lugar de esas desventuradas mujeres, no meten presos a los políticos corruptos; que ¡tan valientes, esos uniformados, que no recogen a los chulos que explotan a esas laboriosas damas”.
-¡Metamos bien preso a este borracho, ¡por deslenguado! -ordena el comandante del pelotón y lo montan, junto a sus defendidas en la jaula móvil, correspondiente.
Una vez en el precinto policial, hacen una fila con las detenidas, para las reseñas de rigor.
-¡Ingeniera! -vocifera, muy respondona, la primera, cuando le preguntan su profesión u oficio.
Ginecóloga, abogada, periodista y así, sucesivamente, con otras carreras universitarias, se van autoidentificando una a una. El borracho, último en la cola, a quien ya se le ha pasado la curda, reflexiona preocupado, al oír aquella retahíla de borladas y hasta cuatriborladas:
-¡Ah, caramba! Ahora va a resultar que la única prostituta de este grupo, soy yo.
Por hoy, hasta aquí. No sea que, como el borrachín, el único terrorista, ecocida, lavador de dinero sucio, depredador de la Tesorería Pública, termine siendo el cronista.