Cuando un gobernante pierde terminalmente el rumbo, lo único que puede generar son rumores: en estas horas el cuarto gobierno kirchnerista es un paquete de caos adornado con un moño de incertidumbre. Las preguntas que el mundo debe hacerse son: ¿Cuánto más resistirán? y ¿cuánto daño más pueden hacer?
La presidencia de Alberto Fernández ha sido una concatenación de papelones, fracasos y crisis. Pero el hombre que Cristina Kirchner puso en la presidencia, como si se tratara de un títere, ya no resiste el ajetreo. La eclosión de la crisis que se viene preanunciando, casi desde que asumió, lo ha dejado paralizado. Por momentos se diría que el presidente se encuentra fuera de los marcos de la realidad. En cambio su jefa, la vicepresidente Cristina, está en un estado de ira permanente del cual puede salir cualquier cosa. Con este panorama es impensable que Alberto Fernández pueda sobrevivir en esta atmósfera durante 18 meses para terminar normalmente su mandato.
El desconcierto incendiario cubre también los cielos de las usinas de pensamiento y acción kirchnerista: la Cámpora y el Instituto Patria. Cristina no sólo no apoyó formalmente a la nueva ministra de economía, Silvina Batakis, sino que se muestra disconforme con cualquier plan que le ofrezcan. Nadie sabe cuáles son las medidas que Cristina propone, ni ella, aunque hay quienes especulan con un escenario delirante: una nueva candidatura presidencial de la vice, amparada en el caos social y en el avance del Foro de San Pablo en la región.
Por lo pronto, sus gravísimas causas judiciales (verdadero motivo de su regreso) se acercan a las definiciones. Cristina publicó hace una semana un cortometraje rocambolesco que describe lo que para el kirchnerismo es una gigantesca conspiración judicial. Pero lo paranoico no debe tapar el hecho de que el cortometraje esconde una especie de resignación respecto de las sentencias que, según la vicepresidente, ya están firmadas en su contra. En una furiosa embestida en contra de las más altas autoridades judiciales, Cristina se victimiza de antemano y ata el destino de Argentina a su propia caída procesal: “Será muy difícil mejorar las condiciones de vida de todos y todas con esta Corte, nada puede funcionar en un país si carece de un Poder Judicial que tenga legitimidad”.
Duró dos años y medio este Frankenstein presidencial salido de un tweet de Cristina Kirchner para buscar una impunidad que no habían logrado ni Lula ni Correa. El miedo la llevó a echar mano de un hombre sin ningún valor conocido. Un personaje cuyo liderazgo fuera imposible, esa era su condición necesaria y ahora Cristina está enojada con su propia obra. Fernández hizo todo lo que ella quería, puso y removió gente al antojo de su ama, recibió las humillaciones públicas más escandalosas con toda la indignidad posible. Y aún así no pudo contentarla. Actualmente ni las apariencias tratan de mostrar y esto tiene al resto de los funcionarios caminando sobre brasas, declarando todo tipo de tonterías, anunciando medidas ridículas que con sólo publicarse aumentan la crisis.
Los rumores son cada vez más apocalípticos y por eso sindicalistas, movimientos sociales y punteros políticos hacen de cuenta que protestan para no perder prestigio frente a su público, pero en verdad están desconcertados y asustados. Algunos han ido muy lejos, narcotizados tal vez por el aire tremendista. Tal es el caso del delegado, empleado y discípulo del Papa Francisco, el joven piquetero Juan Grabois, que lanzó una proclama en un acto público amenazando con sangre en la calle y la inminencia de saqueos. Desgraciadamente el Santo Padre está muy ocupado con cuestiones de aborígenes canadienses de 5 siglos atrás, y no ha podido sofrenar a Grabois ni disculparse por sus amenazas.
Por decir algo y mostrar que aun respira, el gobierno llamó hace pocas horas al diálogo con la oposición, convocatoria que incluía insultos a los mismos que llamaba a sentarse para buscar soluciones. Parece loco pero es que la vicepresidente está acostumbrada a hacer que los políticos opositores pisen el palito y caigan en sus trampas para mostrarse como víctima y redistribuir el impacto de la crisis. Esta vez, por ahora, no ha tenido éxito.
Mientras tanto, la ministra de Economía, aterrizó este domingo en Washington para reunirse con David Lipton del Tesoro, con Kristalina Georgieva del FMI, con funcionarios del Banco Mundial, con analistas de Wall Street y con ejecutivos de empresas norteamericanas y con el que le preste oreja. Pero las reuniones no pueden hacer magia, Argentina ya había conseguido un cambio en las metas trimestrales cuando el FMI aprobó los objetivos hasta fines de marzo y sin embargo ahí la crisis económica se espiraló. La ministra dice que quiere cumplir con las metas anuales, pero nadie considera eso posible. Batakis brindó antes de viajar un diagnóstico catastrófico a gobernadores y funcionarios internos, no podrá borrar este panorama frente a los funcionarios internacionales.
La flamante ministra no podrá disimular que el dólar paralelo (o sea el precio al que acceden los argentinos) llegó a un máximo histórico de $350 en el día viernes, vale decir una devaluación acumulada de casi 50% desde que Silvina Batakis se hizo cargo hace menos de un mes. La brecha cambiaria con el precio del “dólar oficial” tocó un pico del 156%. Este nivel de desequilibrio en el mercado cambiario es similar al que había en 1975, cuando ocurrió el famoso “Rodrigazo”, a raíz del agotamiento de las reservas. El problema se agrava si consideramos que nunca, en las anteriores crisis argentinas, el nivel de pobreza, desempleo y ciudadanos viviendo de la limosna social fue tan grande. Una megadevaluación en este contexto es una bomba.
Silvina Batakis hizo anuncios cerrando aún más la economía, pero no logró llevar tranquilidad a los mercados y el Riesgo País ronda los 3000 puntos. El Gobierno imprimió dinero como si no hubiera un mañana, nadie quiere los billetes argentinos y la moneda es usada como papel picado en las tribunas de fútbol por hinchas extranjeros como una señal de burla. Se multiplican las quejas en la totalidad de la cadena comercial con pérdidas de stock, entregas suspendidas, parálisis de producción y falta de insumos para la industria. El cepo a las importaciones paralizó la actividad del tejido productivo. El Gobierno eligió como chivo expiatorio al campo por no liquidar la totalidad de su producción pero es que con semejante brecha hacerlo sería un suicidio, literalmente el Gobierno les pide que vendan su producción con más del 80% de descuento. Hace pocas horas el gobierno lanzó un dólar especial para el campo que genera un doble problema: a los productores agropecuarios no les soluciona nada, es una limosna que además es de dudoso cumplimiento. Pero para los sectores políticos kirchneristas es una claudicación ante el enemigo señalado como responsable de la crisis por Alberto, Cristina y el resto de sus repetidores. Vale decir que el resentimiento sembrado para sostener el relato les juega en contra de la búsqueda de soluciones.
Cada vez con más frecuencia surgen las voces que reclaman el adelantamiento de las elecciones. Ya nadie tiene la menor confianza en el gobierno y haga lo que haga se siguen hundiendo las expectativas. El experimento de Alberto presidente está claramente terminado, y son muy oscuros los rumores sobre las razones por las que Alberto Fernández no ha renunciado ya, sobre todo luego de las lastimosas súplicas que se publicaron en los medios durante reuniones con altos funcionarios. A pesar de la presión a la que lo somete la vicepresidente, un retiro anticipado de Fernández sería un riesgo para ella, que estaría obligada a asumir la presidencia de inmediato o, en su defecto, esperar las múltiples sentencias judiciales sin fueros protectores.
¿Qué se puede esperar para los próximos días? El kirchnerismo procurará organizar grandes movilizaciones de apoyo a Cristina tratando de despegarla de la crisis, como si no fuera parte del gobierno y culpando a Alberto y a “los ricos”, “los medios”, el macrismo, el campo o lo que sea que les sirva para limpiar la imagen de la vice. No debemos olvidar que los socios regionales de Cristina han aceitado el mecanismo de las movilizaciones violentas (esas que anticipó Grabois, el piquetero papal) para desestabilizar países e imponer nuevos equilibrios de poder. El Socialismo del Siglo XXI sabe que es una jugada de “perdido por perdido” y Argentina es una plaza que no quieren perder. La situación en Brasil y una eventual victoria de Lula los envalentona y hace que sueñen con un regreso de Cristina al mejor estilo Evo Morales, acusando a los mercados y al campo de golpismo.
La dinámica de la crisis es impredecible, y la inauguración de la muestra anual más importante del campo argentino: “La Rural” presagia duros enfrentamientos políticos este fin de semana. Cristina está pensando, o delirando, a futuro. La oposición, en tanto, no está mostrando un plan de salida, nadie pensó que el tsunami llegaría tan rápido y pocos quieren agarrar esta granada sin seguro. Argentina volverá a ser triste tapa de todos los diarios del mundo, eso es seguro. La única pregunta es cuándo.
Fuente: La Gaceta de la Iberosfera