El nombre de Roberto Jefferson incomoda nuevamente a los socialistas en Brasil. En 2005 denunció el mayor escándalo de corrupción política de Hispanoamérica y tal parece que no está dispuesto a permitir que la izquierda —de la que el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva luce como principal representante— se haga de una oportunidad que pueda llevarla al Palacio de Planalto. Por ello lanzó este lunes su candidatura para las elecciones presidenciales de octubre. Y a pesar de que muchos medios intentan mostrar una supuesta rivalidad con el presidente Jair Bolsonaro y una posible división en la derecha, su reaparición en la escena política promete lo contrario: quebrar la candidatura de Lula y apostar por la unión de los sectores que enfrentan a la izquierda en la eventual segunda vuelta.
Lo hará por el Partido Laborista Brasileño (Partido Trabalhista Brasileiro, PTB), de derecha conservadora y defensor de la libertad económica, el patriotismo, la familia y, por ende, opositor natural del socialismo y la degradación que trae consigo. El fin es plantar cara de nuevo a Lula da Silva y al resto de la izquierda para quebrar sus bases. Para lograrlo, tomó esa decisión que acompañará a su vez la postulación para la reelección del presidente Jair Bolsonaro en el debate público presidencial.
De manera que la candidatura de Roberto Jefferson no es producto de una «traición» por un supuesto abandono de parte de Bolsonaro como lo hacen ver los medios de la izquierda brasileña. No existe tal enemistad, algo que aseguran a PanAm Post desde las filas del PTB. Por el contrario, por dejar en evidencia al Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil, ensañado contra simpatizantes bolsonaristas, es que Jefferson se convirtió desde el año pasado en otro preso político de la llamada «dictadura de la toga».
Incluso el mandatario brasileño participó este fin de semana en la convención estadual del PTB en Sao Paulo, donde el partido de Roberto Jefferson anunció su apoyo al candidato de Bolsonaro al gobierno regional, Tarcisio Gomes de Freitas.
El escándalo de las mensualidades
La denuncia hecha hace 17 años por Roberto Jefferson tambaleó al Partido de los Trabajadores (PT), a su líder, el entonces presidente Lula da Silva y al parlamento entero. El esquema de corrupción conocido como Mensalão (mensualidad, en español) provocó que varios dirigentes del PT fueran a la cárcel. Se trató de un escándalo que incluyó cuentas bancarias pertenecientes a agencias de publicidad, a través de las cuales se pagaron sobornos millonarios desde dicho grupo político.
A inicios de julio de este año, el empresario publicista Marcos Valério, condenado a 37 años de cárcel, ofreció comprometedoras revelaciones adicionales que medios alineados con la candidatura de Lula da Silva quisieron ocultar.
Probablemente esto se convierta en uno de los recordatorios que usará Jefferson cuando llegue el momento de debatir contra su adversario de izquierda para invalidar cualquier promesa socialista. El lavado de dinero, la corrupción y las asociaciones ilícitas existieron, fueron comprobadas por la justicia y se convirtieron en el fantasma que pesa sobre Lula da Silva, más allá de que el STF –dominado por jueces designados por el PT– le haya eliminado las condenas y lo haya habilitado para volver al ruedo político.
Jefferson formó parte de quienes tuvieron que cumplir sentencias, pero no sin antes haber sido él mismo quien elevó la denuncia, expuso a quienes recibían los sobornos y relató cómo discutió lo que sucedía con el entonces mandatario del país.
Antes de ese escándalo, Roberto Jefferson cultivó una sólida carrera política que inició en 1971. El abogado se unió en 1980 al PTB, y para 1999 quedó elegido como líder en la Cámara de los Diputados por este partido. Por unos años apoyó a Lula. En 2003 fue designado presidente nacional de la formación política hasta la actualidad. Luego ocurrió el escándalo.
Desafío al sistema
Que Roberto Jefferson tenga tal relevancia en la política brasileña, con un precedente que tambaleó al PT y luego de reforzar las filas internas de PTB, servirá para posicionarse en el debate presidencial. Fuentes internas del partido de derecha refutan cualquier versión sobre una supuesta rivalidad con Bolsonaro. En contraposición reiteran que esto servirá para canalizar las votaciones y posteriormente, con el cara a cara frente a Lula da Silva, la candidatura de Jefferson quebrará a la izquierda porque «fue el hombre que moralmente la destruyó en sus esquemas de corrupción».
Sumado a todo este contexto, está la situación de su privativa de libertad sin plazo estipulado ordenada por el ministro del Supremo Tribunal Federal (STF), Alexandre de Moraes, quizás el principal precursor de la persecución judicial que llevó al máximo tribunal a ganarse el apodo de «dictadura de la toga». El abogado y presidente nacional del PTB está preso en su residencia desde el año pasado por supuestos delitos de apología al crimen, difamación, calumnia y otros tantos que, según revisiones hechas a las páginas de esta decisión, carecen de legalidad de acuerdo a medios como Brasil Sem Medo. No hay condena. Por lo tanto, está habilitado para ser candidato.
La acusación está relacionada con la supuesta creación y promoción de «milicias digitales» para ir contra las instituciones del Estado. Es decir, comentarios a través de redes sociales y entrevistas que «van contra» el orden constitucional. Pero los detractores del ministro Alexandre de Moraes saben qué hay detrás de eso, la misma persecución que pesa sobre varios periodistas y otras figuras políticas brasileñas.
En consecuencia, la candidatura de Roberto Jefferson «será un desafío al sistema, apareciendo de nuevo ante la opinión publica». Es el objetivo que se han planteado desde las filas del PTB.
Fuente: Panam Post.