domingo, noviembre 17, 2024
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Universo de locos

Dado que en vacaciones hay muchos que aprovechamos para leer algo más de lo que habitualmente hacemos, me voy a permitir arrancar este artículo con una referencia a una obra maestra de la ciencia ficción soft -esto es, la que da más importancia a la trama y a la acción que a los argumentos y coherencia científica- del escritor Fredric Brown: Universo de locosUna historia sobre un universo paralelo a la vez muy parecido pero muy distinto del nuestro al que se ve transportado, por un accidente, un editor de revistas populares de la América de los años 50. Ese universo paralelo tiene muchas paradojas. Es avanzado como para que existan las naves interestelares y haya una guerra abierta sideral entre la Tierra y otras civilizaciones, pero también muy atrasado como para que no existan los ordenadores y la vida sea prácticamente una réplica de los américa rural de esos años.

Los ecologistas siempre atacan el mal menor agrandando el mal mayor. Es así. Por pura ignorancia de urbanitas que sólo conocen la tierra desde las ventanas de sus suites de casa rural

Yo leí la novela hace muchos años, pero se me ha venido a la memoria por una anécdota. Para evitar que bombardeen las grandes ciudades de la Tierra se había inventado un sistema por el que se producía, al caer del día, una densa niebla negra que cubría todas las zonas urbanas hasta el amanecer, cuando se disipaba de forma natural. Ese método para evitar ataques, sin embargo, produjo un efecto no deseado: en la negrura total, los delincuentes, llamados «los ciegos», recorrían las grandes calles y avenidas, de extremo a extremo, arrasando con todo lo que encontraban.

El Gobierno quiere salvarse de la quema incinerando a los españoles que trabajan

No sé si el arte imita a la realidad o la realidad al arte, pero en estos días donde las ciudades españolas van camino de la negrura gracias a los caprichos de Pedro Sánchez, empiezo a pensar que, de verdad, vivimos en un universo de locos. ¿Cómo explicar, si no, que el Gobierno de España se haga más dependiente del petróleo ruso cuando el 5 de diciembre tendremos que dejar de comprar a Rusia por decisión de la UE donde, hasta donde yo sé, nos sentamos como miembros de pleno derecho? ¿Cómo justificar que el Gobierno renuncie a nuestra principal fuente de gas, Argelia, en plena crisis energética, para contentar a Marruecos en el Sáhara?
Vivimos en un auténtico universo de locos, donde los más locos son nuestros políticos. En plena recesión, contra la que se va a luchar de manera clásica, esto es, subiendo los tipos de interés para poner freno al dinero circulante, Pedro Sánchez y sus ministros sólo se plantean más gasto público con el que contentar a los suyos a costa de aumentar la deuda nacional por encima de cualquier posibilidad de pago en un contexto monetario restrictivo. A mayores tipos de interés, más caro es el pago de los intereses de esa deuda, naturalmente. A mayor deuda, más dificultad para hacer frente a esos pagos. Hasta la quiebra. Negar el mercado financiero por consolidar el mercadeo de favores políticos es simple y llanamente una locura. Pero el Gobierno quiere salvarse de la quema incinerando a los españoles que trabajan con más impuestos, más años de cotización y menores pensiones.

¿De verdad creemos que en España vivimos en una democracia plena?

Como también es un universo de locos el creado por nuestros ecologetas y demás creyentes del cambio climático a quien ahora, en estos días, culpan de los incendios que asolan a media España. Da igual que la causa de muchos de ellos tengan nombres y apellidos y hayan sido encontrados y detenidos por nuestra Guardia Civil; como da igual que el impacto de muchos se vea agravado por el hecho de que no se permita desbrozar y limpiar el monte de la maleza seca, que es el principal material inflamable. Los ecologistas siempre atacan el mal menor agrandando el mal mayor. Es así. Por pura ignorancia de urbanitas que sólo conocen la tierra desde las ventanas de sus suites de casa rural, por puro cinismo de quien se quiere aprovechar del discurso apocalíptico que nos anuncia el fin del mundo pasado mañana. Es un Sánchez pidiendo a los españoles recortes de electricidad, gas y agua desde la escalerilla del helicóptero Super Puma que le lleva de la Moncloa a la base de Torrejón para subirse allí a su amado Falcon con el que se desplaza a sus vacaciones varias.
Es un universo, me temo, donde las palabras han sido tan manipuladas que ya para poco quedan. ¿De verdad creemos que en España vivimos en una democracia plena? La separación de poderes está permanentemente bajo el asalto directo y abierto del Ejecutivo; las Cortes son una mera correa de transmisión de las sedes de los partidos y en el caso del partido en el poder, del Gobierno; nuestros representantes elegidos lo son más por sus propios partidos que por los ciudadanos al ser las listas cerradas; la prensa, ese supuesto cuarto poder, se han transmutado en el poder radiotelevisivo del Gobierno, en tentáculos del poder, cuya narrativa sólo apuntala el discurso del Ejecutivo, sea éste el del miedo o el de la euforia.
Universo de locos acaba bien para el protagonista, quien logra salvarse y regresar a su universo original. ¿Seremos capaces nosotros de encontrar una salida y acabar con esta locura que nos domina?
Fuente: La Gaceta de la Iberosfera.

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