Daniel Ortega avanza a pasos acelerados en el proceso de radicalización de su dictadura instaurando el modelo represivo cubano para controlar la vida de los nicaragüenses a través de la política del terror. Sus herramientas son los aparatos de seguridad, de Inteligencia y la vigilancia en los barrios por medio de los llamados Consejos del Poder Ciudadano.
El dictador Ortega ha escalado la ola represiva desde que inició su sexto mandato y cuarto consecutivo. Su último blanco es la iglesia católica a quien acusa sin evidencias por las protestas de abril de 2018. Se ensaña encarcelando a sacerdotes, expulsando a religiosos y clausurando una decena de emisoras católicas en las últimas semanas.
Uno de los episodios más recientes del despotismo de Ortega es la violenta incursión del régimen a la curia episcopal la madrugada del pasado viernes para secuestrar al obispo de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, Monseñor Rolando Álvarez, junto a otros cinco sacerdotes, dos seminaristas y un camarógrafo que desde hacía 16 días permanecían sitiados en la sede episcopal. El propósito del régimen es amedrentar y crear desesperanza en la población.
Ortega ha decidido mantenerse en el poder a través de la instauración de la política del terror debido a que más del 80% de la población esta en contra de su régimen. Los datos son sustentados por el resultado de las elecciones presidenciales de noviembre de 2021, donde triunfó el abstencionismo con más de un 80%; mientras, la última encuesta de Cid Gallup revela que el 85% de la población no apoya a Ortega.
El analista político y exdiputado opositor Eliseo Núñez sostiene que Ortega está en una cruzada en la que procura ir deshaciéndose constantemente de la capacidad de hacerle oposición. «Ortega se deshizo de todo el liderazgo de la oposición y ahora está llegando al punto de colmo», afirma Núñez al referirse a la última ola represiva, una estrategia que ha venido modificando desde que retornó al poder en enero de 2007. “Antes se deshacía de la oposición de otra manera”, argumenta Núñez. Para ese fin Ortega utilizaba los puntos débiles de algunos líderes.
La estrategia del dictador han sido las amenazas, crear expedientes, utilizar el sistema judicial como herramienta de represión y chantaje, y golpear la credibilidad de sus adversarios.
Sin más máscaras… como en Cuba
Núñez no duda que Ortega esta siguiendo el mismo proceso cubano, pero cree poco probable que lo logre cumplir a cabalidad. Asegura que la edad de Ortega, que cumplirá 77 años en noviembre, juega en su contra.
Durante su primera etapa, el régimen sandinista (1979-1990) fue instaurado sobre la base del castrismo en Cuba, que ayudó a la derrota del régimen de Anastasio Somoza. En la segunda etapa, la dictadura de Ortega ha retomado el patrón cubano de descabezamiento de la oposición, eliminación de partidos políticos, medios de comunicación, oenegés y ahora la iglesia católica.
Pese al avance de Ortega, Núñez cree que «es más difícil hacerlo (en Nicaragua), pues hay condiciones diferentes». «Pero el proceso que está siguiendo Ortega es el mismo. Los que han estudiado el tema cubano dicen que el proceso de Nicaragua es muy similar al proceso que llevó Cuba de 1959 a 1965, y no lo dudo. Es la escuela que Ortega tiene, es lo que sabe hacer», argumenta el analista.
«Ahora, eso lo hizo Fidel Castro con 30 y pico de años y le granjeó el régimen dictatorial más antiguo de América Latina… y todavía está ahí en pie. La pregunta es si Ortega, a los 76 años, va a ser capaz de generar este mismo modelo porque no tiene (mucho) tiempo por delante. Definitivamente, creo que no va a poder imponer el modelo cubano, pero si estoy claro que es la receta que está llevando a cabo», apunta.
Ortega, sin límites contra la iglesia
Para Núñez, la persecución de Ortega contra la iglesia persigue hacer claudicar al clero y que asuma el compromiso de no hablar de la situación por la que atraviesa Nicaragua. «Eso es lo que quiere, y si no lo logra con tres sacerdotes y un obispo preso, lo seguirá haciendo». «Si la iglesia va a claudicar, es algo que dudo mucho. Creería que no. Sin embargo, el costo que va a pagar por eso es altísimo».
A juicio del analista, la manera de hacerle frente a Ortega es «construir una oposición creíble que él no pueda destruir tan fácilmente. Ese es el reto que se tiene y es algo que se puede hacer porque en ese momento la gente va a tener alternativas. En este momento, la gente solo mira a Ortega -que no lo quiere- y al otro lado no mira nada. Hay nicaragüenses trabajando en función de ese objetivo», subraya.
Fuente: La Gaceta de la Iberosfera