Cuando los funcionarios de salud pública y los políticos cerraron la economía en marzo del 2020, el entonces candidato Joe Biden se fue a su sótano. Pudo recaudar fondos y hacer campaña para la presidencia desde la comodidad de su casa en la playa de Delaware. La mayoría de los estadounidenses no fueron tan afortunados.
Con el gobierno obligando a las empresas a cerrar sus puertas, decenas de millones de estadounidenses optaron por inscribirse en los beneficios del desempleo y millones de pequeñas empresas estaban dirigidas hacia la bancarrota. Ese fue un resultado inaceptable, razón por la cual trabajé tanto con demócratas como con republicanos para crear el Programa de Protección de Pago de Cheques (PPP, por sus siglas en inglés).
Mi plan era tan sencillo como novedoso: era crear una subvención federal para que las pequeñas empresas mantuvieran a sus empleados en la nómina. Este subsidio de nómina, estructurado deliberadamente como un préstamo condonable, tenía una condición clave: que el 80% de los fondos fueran usados para la nómina de la pequeña empresa. Mientras que algunos cabilderos (e incluso legisladores demócratas) en Washington D.C. rogaron por que el gobierno federal diera un cheque en blanco para las pequeñas empresas, me negué rotundamente. Este programa temporal tenía la intención de mantener a los empleados en la nómina durante lo que nos dijeron sería un aislamiento de dos semanas para «desacelerar la propagación del COVID».
Dos semanas se convirtieron en dos meses y, en algunos estados, en casi dos años. Pero a pesar de todo, el Programa de Protección de Pago de Cheques evitó que Main Street se hundiera. Fue un éxito impresionante.
No se fíe sólo de mi palabra. Tome la palabra de los economistas, quienes en mayo del 2020 predijeron la pérdida de 8 millones de empleos y la tasa de desempleo más alta desde la Gran Depresión. Debido a los $150 millones de dólares iniciales en subsidios de nómina, no solo evitamos ese resultado catastrófico, sino que en realidad creamos empleos: 2.5 millones de ellos.
En conjunto, el Programa de Protección de Pago de Cheques salvó 55 millones de empleos, en pequeñas empresas con un tamaño promedio de 20 empleados, incluidos 6.1 millones de empleos en mi estado natal de Florida. Es por eso que el exdirector de la Oficina de Presupuesto del Congreso, Doug Holtz-Eakin, llamó el PPP “la política fiscal más efectiva jamás emprendida por el gobierno de EE.UU.”.
Fue un programa gubernamental temporal, una verdadera rareza en la historia de EEUU, diseñado para enfrentar un momento particular. Y valió la pena. Main Street habría sido destruido sin este programa, al igual que los medios de subsistencia de decenas de millones de estadounidenses que trabajan en pequeñas empresas.
El plan de condonación de la deuda estudiantil del presidente Biden no podría ser más diferente, a pesar de sus poco convincentes intentos de establecer similitudes entre los dos programas. Comencemos con lo obvio: los préstamos federales para estudiantes eran solo eso, préstamos. La idea general era que los estudiantes tomarían los préstamos para pagar una educación que los llevaría a un trabajo que les reembolsará esa inversión (junto con el interés masivo acumulado).
Hay otras diferencias prácticas también. El presidente ahora les está pidiendo a esos mismos propietarios y empleados de pequeñas empresas, la mayoría de los cuales nunca fueron a la universidad, que asuman la carga de la deuda universitaria de otros. Una vez más, no se fíe sólo de mi palabra. En palabras del principal asesor económico del presidente Barack Obama: “El alivio de los préstamos estudiantiles no es gratuito. Parte de esto [será] pagado por el 87% de los estadounidenses que no se benefician, pero pierden con la inflación”.
Es por eso que no hará nada por las personas a quienes los demócratas solían decir que protegían: las familias trabajadoras con una deuda estudiantil mínima o inexistente. A diferencia del PPP, perdonar la deuda de los préstamos estudiantiles no creará empleos, tampoco salvará a las pequeñas empresas de EEUU ni reabrirá la economía del país tras una pandemia global.
Hay muchas críticas válidas sobre la educación superior en Estados Unidos, razón por la cual presente un proyecto de ley para eliminar las tasas de interés explotadoras asociadas a los préstamos federales. Pero hasta ahora, los demócratas se niegan a apoyar mi legislación. Eso se debe a que están en deuda con la industria de educación superior de EEUU. ¿Piensan honestamente que esta garantía de préstamo radical e ilegal hará que Harvard, Yale o Princeton contengan sus costos? Por supuesto que no, y los demócratas no tienen ningún interés en que eso suceda.
El presidente Biden y sus títeres en los medios le mienten ansiosamente al pueblo estadounidense porque la verdad no es popular. Este es un folleto que beneficia principalmente a los altamente educados y a los activistas marxistas inadaptados que nunca han tenido que liderar un pequeño negocio, pagar nómina o preocuparse por algo más que los pronombres que van a usar. Esto demuestra dónde están realmente las prioridades de los demócratas, y no es con la clase trabajadora de EEUU.