¿Legítimas ansias de justicia? ¿La enésima gresca entre vulgares ladrones por otro reparto de botín? ¿La más reciente “cortina de humo” para ocultar que la presunta recuperación económica, murió de un infarto al miocardio y que los venezolanos a partir del nuevo colapso de la moneda nacional tendremos menos con qué subsistir de manera decorosa?
Vaya a saber, usted, cuál es la verdadera causa, del escándalo de la presente semana con motivo de la posible extradición de Rafael Ramírez Carreño, exzar de la otrora Primera Industria de Venezuela y de su retorsión contra Maduro, la mujer de Maduro, la familia de los dos últimos y contra El Aissami, el Robespierre o verdugo de turno.
Al Capone y demás capos de las organizaciones criminales sicilianas han sido gente muy decente, si los comparamos con los narcobandoleros que usurpan el Poder en Venezuela. Por lo menos, acatan la “Omertá”. Una ley no escrita que impone a los mafiosi, la no delación recíproca aunque sea a riesgo de la propia vida.
Por el contrario, para los sedicentes bolivarianos, la única ley es que no hay ley. Que vale todo, a la hora de aferrarse al Poder y más en específico, aferrarse a la riqueza mal habida. Lo corroboran las acusaciones públicas que ahora se entrecruzan entre ellos. Igual que las colipoterras baratas, a la salida del burdel, al filo de la medianoche.
Nunca ha habido, entre los integrantes de la gavilla que usurpa el Poder en Venezuela, sincera voluntad de sancionar, a quien a lo largo de 12 o 13 años, desbancó a Pdvsa hasta llevarla a su literal punto de extinción.
Cursa ante la Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia, causa AA30-P-2018-000219 que contiene la primera de las solicitudes de presunta extradición del prófugo, hoy, por hoy, más opulento de la Tierra. La revisión aunque sea de soslayo de dichas actas y de las circunstancias de la mascarada de la nueva solicitud de extradición de Ramírez, pone de manifiesto, que la voluntad no es castigar al supuesto ladrón (lo de “supuesto” es licencia que me permito, porque hasta el sospechoso más repugnante debe presumirse inocente hasta que se le demuestre lo contrario).
Los delitos cometidos por Ramírez según el citado expediente, se perpetraron con la adjudicación, a dedo, sin cumplir la obligada licitación, de un contrato por la bicoca de US$ 1.300 millones a favor de “Petrosaudí Oil Services (Venezuela) Ltd” para “el suministro y operación de una unidad de perforación costa afuera en la plataforma Aban Pearl, propiedad de Petróleos de Venezuela, S.A. (casa matriz)”.
No fue sino siete años después de tal desfalco cuando se inició su hipotética investigación. O lo que es lo mismo: cuando Ramírez Carreño, se encontraba, mar por medio, muy lejos del alcance de los tribunales venezolanos y se solicitó su captura al gobierno de España, solo que no fue sino hasta otro año adicional (seis de noviembre de 2019) cuando la vindicta pública “bolivariana” se percató ¡Oh sorpresa! que el prófugo jamás estuvo avecindado en España, por lo que el pedido de su entrega tuvo que redirigirse hacia Italia, su verdadera residencia. La Sala de Casación Penal, a su vez, se tomó ocho meses más, es decir, hasta el 29 de julio de 2020, para acceder al pedido del Fiscal. Total, ocho años y 23 meses. Tiempo más que holgado para que Ramírez, que está o estuvo casado con dama de nacionalidad italiana, obtuviese tal ciudadanía.
Entre Venezuela e Italia, rige un viejo Tratado de Extradición y de Asistencia Judicial en Materia Penal del 23 de agosto de 1930, que prohíbe la entrega de los nacionales de los Estados firmantes. Quiere decir que cuando ¡por fin! Venezuela solicitó a Italia la captura de Ramírez Carreño, este último, ya ciudadano de la nación peninsular, no podía ser objeto de ese requerimiento. No obstante, el Tratado bilateral en cuestión, establece el principio aut dedere aut judicare conforme al cual el Estado parte que no acuerde la extradición de su nacional por la calidad de tal, se obliga a juzgarlo ante sus propios tribunales.
¿Por qué la narcotiranía entronizada en Venezuela si tiene tantas ganas de que Ramírez responda ante la justicia, no ha exigido, basado en tal postulado, su aprehensión y juzgamiento por el Estado italiano, el cual, dicho sea muy de paso, se ha prestado muy gozoso al celestinaje del evadido? (“per i dollari, l’euro e le lire, salta la rana”).
Ramírez Carreño, sin presentar prueba alguna al respecto, ha declarado a los medios que su primera extradición no fue rechazada por su condición de nacional italiano, sino porque una Corte Penal Superior de Roma, dictaminó que era un perseguido político de la narcotiranía de Venezuela. Sea como fuere, por italiano o por hipotético perseguido político, cualquier nueva extradición en su contra parece destinada al naufragio. A menos que haya renunciado a su nueva ciudadanía -cosa su dudamos porque será cualquier cosa, menos imbécil. Y en el supuesto negado, que una Corte con sede en Roma ya le hubiese declarado perseguido político, los demás operadores de justicia de ese país tendrían que atenerse a tal cosa juzgada. Salvo que hubiesen cambiado las circunstancias políticas en Venezuela, que ¡claro que han cambiado! pero, para peor.
Es la primera vez, por lo menos en los últimos 23 años que un ministro acude personalmente, como lo hizo El Aisami, ante la Fiscalía General de la República para activar la extradición de un ciudadano. Lo que le agrega argumentos al sainete de la persecución política. Tanta torpeza, no cabe en ninguna cabeza. Salvo que sea, lo que verdaderamente es: Una treta barata para que los venezolanos olviden, aunque sea por fracciones de segundos, que no tienen con qué comer; que la cotización de la moneda nacional, está en camino de su enésima megadevaluación y que lo de la recuperación económica cacareada por Maduro, es chapuza pura.
En cuanto a las inefables amenazas de Ramírez -bufas también- de “prender el ventilador” con la revelación de evidencias comprometedoras, contra los susodichos, Maduro, familia y compinches ¡Acabe de exhibirlas, señor Ramírez! que desde que fue execrado por sus camaradas, la única prueba que nos ha brindado en medio de su exilio dorado es la de su impúdica riqueza.
Con gente así, hay que promover la canonización de Al Capone.