LIMA.- La deriva autoritaria, las violaciones de derechos humanos y el irrespeto a derechos y libertades políticas en un puñado de países son fenómenos que preocupan en la actual coyuntura política hemisférica, y que deben ser abordados en la agenda de la 52 Asamblea General de la OEA, aseguran expertos en temas internacionales, diplomáticos y politólogos consultados por DIARIO LAS AMÉRICAS.
El encuentro, que tendrá lugar en Lima, Perú, entre el 5 y 7 de octubre, tiene como lema “Juntos contra la desigualdad y la discriminación”, una consigna emblemática en una región que tras la pandemia del COVID-19 vio aumentada la pobreza y las desigualdades sociales.
Pero además de las innegables asimetrías de la región más desigual del mundo en términos de riqueza, también surgen alertas sobre la igualdad de los ciudadanos ante la ley y el respeto a los derechos humanos, incluyendo los políticos, en países como Venezuela, Nicaragua o Cuba.
Leandro Querido, politólogo de la Universidad de Buenos Aires y director de Transparencia Electoral, explica que la región está inmersa en una coyuntura muy compleja, en el que no se ha superado por completo la pandemia y ahora preocupa la crisis por la invasión rusa a Ucrania que genera impactos en inflación e incertidumbre.
“América Latina no tiene recursos para enfrentar este complejo escenario. Y tenemos algunos giros autoritarios muy marcados como Nicaragua, Venezuela o Cuba, países que se sostenían con el apoyo del poder de China y Rusia y que hoy están atendiendo otros problemas. Ello genera inestabilidad, porque Nicaragua, Cuba y Venezuela se quedan sin su protector”, señaló Querido.
La discriminación es para Querido, un tema fundamental, pero desde el punto de vista del poder de los gobiernos y estados autoritarios: “Hoy América Latina es más desigual que hace unos años atrás, se genera más discriminación desde los propios gobiernos”.
Enumera que “en Bolivia se discrimina a la oposición, en Nicaragua el aumento de presos políticos, en Argentina hay un viraje autoritario, en El Salvador, incluso en México, que es preocupante y donde sobre todo se está enfrentando, acosando, a la autoridad electoral. Hoy se discrimina como política de Estado en los países con sesgo autoritario”.
El excanciller y exembajador peruano ante la OEA, Luis Gonzales Posada, apuntó a tres crisis que cree debe abordar la Asamblea General del organismo: “la intervención de potencias extracontinentales en el hemisferio como Rusia, China, e Irán, no solo en inversiones sino facilitando armamento y respaldando gobiernos dictatoriales. Esto no puede quedar silente”.
Lo segundo, según Gonzales Posada, sería “lo que ocurre con las violaciones de derechos humanos en Nicaragua, Cuba y Venezuela”, países sobre los que, aunque reconoce que se retiraron de la OEA, “han sido parte del sistema y no podemos cerrar los ojos antes los actos que se están cometiendo”.
Un tercer aspecto, de carácter de urgencia, es el asunto migratorio. “De Venezuela han huido 6,5 millones de personas, y la mayoría se ha desplazado a Latinoamérica, especialmente Colombia y Perú. De Nicaragua han salido entre 120.000 y 150.000 personas hacia Costa Rica, huyendo del régimen de Daniel Ortega. Y en el caso cubano, estas últimas semanas están teniendo récords históricos” en exiliados, asegura el excanciller peruano.
Con preocupación advierte que “la democracia está siendo destruida por el silencio o complicidad de países que no dicen una palabra sobre esto. Por ejemplo, con Nicaragua (donde la OEA condenó en agosto la persecución a las voces críticas al gobierno de Ortega) ¿por qué no se han retirado los embajadores y reducido la relación a nivel consular?”
Otro elemento siempre catalizador de las relaciones diplomáticas hemisféricas es el papel de Estados Unidos, frecuentemente acusado por gobiernos autoritarios de usar la OEA como instrumento imperialista.
La profesora universitaria venezolana Elsa Cardozo, experta en temas internacionales indica a DIARIO LAS AMÉRICAS que actualmente Washington busca una relación positiva con países y gobiernos que a priori pudieran ser opuestos ideológicamente, como Gustavo Petro en Colombia, Xiomara Castro en Honduras o Pedro Castillo en Perú.
“Hubo una muestra en la Cumbre de Las Américas en Los Ángeles (junio 2022), que fue indicador de que Estados Unidos no ha perdido interés en América Latina, pero que tiene urgencias que han abrumado la agenda de la política en el hemisferio, como la migración o la situación en Centroamérica, agravadas ahora por la guerra en Ucrania y los efectos en el mercado de energía”, asegura la internacionalista.
En su opinión, América Latina tiene que competir por atención contra muchos temas esenciales para Estados Unidos. “Y sin embargo”, dice, “se intenta mantener la agenda con la región de la más constructiva posible, evitando tensiones y buscando mayor conciliación, desde una posición firme en cuanto a Venezuela y Nicaragua”.
Consensos y compromisos
Pero Cardozo también manifiesta que la denuncia de los abusos y atropellos a los derechos políticos de los ciudadanos “se ha vuelto difícil tratar” en los foros diplomáticos
“Hay una tendencia a privilegiar derechos al desarrollo, a la calidad de vida. Lo vimos en la Asamblea General de la ONU. Y valga recordar el comentario del presidente chileno Gabriel Boric, de que es más fácil comentar y reclamar los derechos humanos en otros lugares y no en países como Venezuela, Nicaragua o Cuba”, afirma Cardozo.
En esta materia, la debilidad institucional presente en muchos estados latinoamericanos también afecta incluso la capacidad de hacer valer y respetar la propia Carta Interamericana de Derechos Humanos, que ya estableció como fundamental el valor de las libertades para las democracias.
“Son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos” dice el artículo 3 de la Carta Interamericana.
Sin embargo, falta mucho terreno por lograr la fortaleza en la democracia que resguarde el cumplimiento de la norma.
Leandro Querido, quien tiene una Maestría en Derecho Electoral de la Universidad de Castilla-La Mancha de España, considera que “hay que repensar qué tipo de instrumentos debería tener la OEA para hacer valer la Carta Interamericana que algunos países han decidido desconocer”. A diferencia de la Unión Europea, donde los excesos de los países miembros son contenidos velozmente por las propias instituciones comunitarias, en América Latina “es un tema que no está resuelto”.
El excanciller peruano Gonzales Posada, por ejemplo, propone que “hay que tomar medidas drásticas, a las tiranías hay que sancionarlas, y yo veo complacencia”.
Este funcionamiento de la OEA se convierte en peso para su propia credibilidad. Elsa Cardozo expone que “la Organización está en un momento muy complejo y difícil, y creo que es justamente por la dificultad para sostener los compromisos con las democracias, con los derechos humanos y los derechos políticos”.
A su juicio, la OEA “fue perdiendo densidad democrática, de compromiso franco” en hacer cumplir en casa las leyes que son normas comunes. Sobre cómo puede lograr la entidad que sus resoluciones no se queden en letra muerta, Cardozo dice que “los propios países deben asumir el compromiso con la democracia y los derechos humanos, no solo en el papel sino en situaciones concretas”.
Y añade que “sobre Nicaragua finalmente se produjo una resolución con mayoría de votos, pero también hubo abstenciones y votos en contra de países que afirman que los derechos humanos son un tema interno”. De esto resalta que esa resolución sobre la actuación dictatorial de Ortega “parece un umbral de esperanza, pero ello requiere que los gobiernos asuman posiciones claras y francas”.
El politólogo Querido se refiere justamente a los resultados de esas resoluciones multilaterales. “En la Asamblea de 2021 se aprobaron resoluciones sobre Nicaragua, y sin embargo la situación es peor que el año pasado, hay más presos políticos, y se persigue a los representantes de la Iglesia Católica. Por lo tanto, la sensación es que los países con tendencia autocrática están poco presionados ante la comunidad democrática internacional”, lamentó.
Y desnuda una crítica reiterada a los foros diplomáticos: “nosotros caemos en el declaracionismo, se dan muchas declaraciones y hay pocos hechos concretos. En Cuba hay una dictadura de 60 años y desde hace 70 años hay una elección libre. En Nicaragua desde 2006 no se pusieron límites concretos y Ortega pudo llevar a cabo su plan de eliminar a la oposición y concentrar el poder. Y en Venezuela desde 1998, con la llegada de Hugo Chávez al poder, pero sobre todo con Nicolás Maduro desde 2012, no ha habido límites concretos a las aspiraciones totalitarias”.
Para Querido la influencia que ejercen gobiernos autocráticos como los de Rusia, Irán y China en la región también es perniciosa. Y coincide en que Cuba, Venezuela o Nicaragua, por ejemplo, “han podido sustentarse en esas otras autocracias y son colonias de esas otras potencias autocráticas, algo que ocurrió a plena luz del día. Eso describe esta ‘recesión democrática’ que vivimos”.