Ya no sorprende que el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero viaje a Caracas para blanquear al régimen narcochavista, señalado recientemente por la ONU por la comisión de delitos de lesa humanidad, incluidos actos de tortura y violencia sexual, en un clima de impunidad, pero no por ello hay que dejar de denunciar esta infamia.
Zapatero lleva demasiado tiempo no contando nubes como prometió [¡ojalá lo hubiera hecho!], sino tramando junto a tiranos y delincuentes varios [y cobrando] para que toda la Iberosfera vuelva al modelo de ruina y de crimen del socialismo. Ahí está su apoyo, a través del Grupo de Puebla, esa red izquierdista dedicada a socavar las democracias, a Pedro Castillo en Perú, a Gabriel Boric en Chile, a Gustavo Petro en Colombia… y al expresidiario Lula da Silva en Brasil.
Pero su relación con el chavismo es especial. El hombre que condujo al PSOE a hacer cosas que nos helaron la sangre, que avivó el enfrentamiento entre los españoles y reventó las bases de la convivencia, ha viajado a Venezuela cada vez que el tirano le ha necesitado. Ha sido y es su asesor, su gurú de referencia, su ministro de Exteriores…
Este nuevo viaje a Caracas, esas carcajadas junto a Maduro, son la enésima prueba de que Zapatero es el agente, el colaborador necesario, de un régimen que continúa masacrando al pueblo venezolano.