Hace dos años, uno de los socios de Hunter Biden, Tony Bobulinski, acudió al FBI a denunciar graves delitos del hijo y el hermano del presidente que podían cambiar el resultado de unas elecciones que se decidieron, supuestamente, por un estrecho margen de votos.
Bobulinski llevó a los federales una enorme cantidad de pruebas documentales, desde correos a contratos, en los que se probaban fraudes y oscuros negocios de la familia con países hostiles, como China, y aliados, como Ucrania, y los agentes prometieron llamarle. Hasta ahora.
Había estallado -no realmente: los medios, tecnológicas y algunos agentes de inteligencia se apresuraron a censurarlo como “invento ruso”- el escándalo del portátil de Hunter Biden, repleto de correos más que comprometedores para él y, lo que es más importante, para su padre, entonces candidato demócrata a la Presidencia, y la estrella de la Fox, Tucker Carlson, le dedicó una extensa entrevista.
Ahora ha vuelto a ser entrevistado por Carlson para renovar uno de los peores escándalos de la democracia norteamericana en toda su historia. «En ese momento Joe Biden era candidato», recuerda Bobulinski en la entrevista. «Ahora es el presidente en ejercicio de los Estados Unidos, la persona más poderosa del mundo libre».
Después de la entrevista de cinco horas con los agentes federales, el empresario reunió a sus abogados para recopilar todos los documentos y reunir a los posibles testigos del caso, esperando que el FBI, tal como le habían dicho los agentes, le llamaran en breve. Pero no hubo tal llamada, ni esa semana, ni ese mes, ni ese año. Nunca, hasta la fecha. Si el FBI estaba de verdad investigando al hijo del hombre más poderoso de Estados Unidos, lo estaba haciendo sin contar con el hombre que tenía todas las pruebas y conocía a casi todos los implicados. No solo eso, sino que el agente que había hablado con Bobulinski, Timothy Thibault, con 25 años de servicio a sus espaldas, renunció abruptamente a su empleo en la agencia. Voluntariamente, por supuesto.
No hay ni que decir que, pese a denunciar el entramado mafioso más importante y políticamente sensible del momento, ni el Washington Post o el New York Times ni, aparte de la Fox, cadena alguna de televisión importante tuvo en menor interés en entrevistar a Bobulinski.
En octubre de 2020, Bobulinski reveló públicamente la participación de Joe Biden en el negocio de su hijo, incluso con una empresa de energía china CEFC. En un correo electrónico procedente del famoso portátil, Hunter Biden se refería al patriarca de la familia como el «Big Guy» y se quejaba de que hubiera que darle un 10% de los beneficios del negocio.
Bobulinski acusó a la familia Biden de estar «comprometida» por los funcionarios del Partido Comunista Chino (PCCh) debido a sus acuerdos comerciales con personas y empresas conectadas con el PCCh, y agregó que es imposible que Joe Biden «no pueda ser influenciado de alguna manera en función de la historia que tienen con el CEFC”.