lunes, noviembre 18, 2024
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Daniel Ortega prepara a sus hijos para sucederle y mantener la tiranía

La dictadura de Daniel Ortega no está dejando opciones para una salida a la crisis que no sea un estallido social o la vía armada. Con el control total de los poderes del Estado, de las fuerzas armadas y paramilitares, una comunidad internacional sin capacidad para obligarlo a restaurar la democracia, y atornillado en el poder, Ortega prepara el camino para instaurar la dinastía con sus hijos.

Analistas políticos coinciden que su sucesor será Laureano Ortega, uno de los 10 hijos de la pareja presidencial. Un hombre de pocas entrevistas que ha ganado protagonismo porque hace “gestiones” como asesor de “inversiones”, de Canciller, de enviado especial, y todo lo que le ordene la dictadura de sus padres.

El escritor y analista político Franklin Sequeira, autor del libro “Los Cimientos de la tiranía”, afirma que Ortega se ha propuesto que el poder no salga del círculo familiar, y cree que quien definirá la sucesión dinástica será su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo (de 71 años), que tiene mucho poder y que para Sequeira es la que sustituiría a Ortega en caso de muerte.

“Pero quién será el sucesor de ella no está claro y podría estar entre Laureano y Rafael Ortega. Aunque el segundo no es hijo biológico del dictador, es un hombre que ha acumulado mucho poder bajo la sombra. Incluso, tiene más poder que los hermanos. Estudió en Corea del Norte contrainteligencia y la información es que él es la persona con más poder de los hermanos”.

Para el opositor en el exilio Christiam Martínez, las bases para la dinastía de los Ortega comenzó en 1979. “Desde que Daniel Ortega asumió la coordinación de la llamada Junta de Reconstrucción Nacional y su hermano Humberto Ortega fundó el Ejército Popular Sandinista con el apoyo de la dictadura cubana y asume la comandancia general. Desde ahí se crean las bases, pero se vio interrumpida por la guerra de 10 años”.

“La segunda fase inició en 1990. Se estructuran los tres gobiernos democráticos. Que ellos (los sandinistas) lograron manejar porque gobernaron desde abajo. La tercera fase es la toma del poder por la vía de negociaciones políticas que logró reducir el porcentaje para ganar la elección presidencial del 51% al 35%, lo que le permitió a Ortega regresar al poder. Y se afianza a partir del 18 de abril de 2018, con el apoyo del Ejército y la Policía, la base sobre la que Ortega está gobernando”, explicó Martínez.

Sequeira y Martínez coinciden que la cara política sería Laureano, pero el poder lo manejaría Rafael Ortega Murillo, el hijo biológico de Rosario Murillo, que acompaña a su padre adoptivo en todos los viajes y a su hermano Laureano en representación del régimen de sus padres.

Luis Fley, político en el exilio y exjefe de la desaparecida ‘Contra’, que combatió a la primera dictadura sandinista, asegura que Ortega no tiene la voluntad de cambiar nada en Nicaragua, y también es de la opinión que el dictador prepara las condiciones para su dinastía. “Lo que quiere es mantenerse en el poder y que luego le suceda su hijo Laureano Ortega, y convertir a Nicaragua en una Corea del Norte, que ha sido gobernada por una dinastía”.

Hechos como la brutal represión de Ortega, la hostilidad contra la comunidad internacional que pide cambios, la reciente ruptura de relaciones con los Países Bajos, y la expulsión de diplomáticos a quienes acusa de “intervencionistas” no dejan dudas que Ortega no quiere cambios, sostienen los analistas consultados.

Ortega expulsó del país a la embajadora de la Unión Europea (UE), Bettina Muscheidt, luego que el bloque de 27 naciones pidiera “la liberación de los presos políticos y a «poner fin a la represión» contra la oposición, sacerdotes y medios de prensa.

Rompió relaciones con los Países Bajos luego de que la embajadora holandesa para América Central, Christine Pirenne, comunicó al régimen durante su visita a Managua que no financiarían un hospital en Atlántico del país.

A esas últimas acciones se suma la fuerte arremetida del régimen sandinista contra la OEA, la ONU, Estados Unidos, el Vaticano, y los países que han cuestionado el cuarto mandato consecutivo que Ortega se atribuyó en 2021, tras encarcelar y exiliar a sus potables contendientes.

Así Ortega atacó al Vaticano y lo calificó de “dictadura perfecta”. Según él, la Iglesia católica promueve un golpe de Estado. En marzo, expulsó de Nicaragua al nuncio apostólico Waldemar Stanislaw Sommertag, una acción que el papa Francisco valoró a mediados de septiembre como “algo muy serio desde el punto de vista diplomático”, pero hizo énfasis en que el Vaticano no está preparado para romper relaciones ni el contacto con Nicaragua.

Esos y otros hechos confirman que Ortega apuesta por mantenerse en el poder al costo que sea.

“Nicaragua es nuevamente un país donde no se respetan las libertades”, apuntó Fley y añadió que el tirano está llevando al país a una crisis que podría desembocar en una rebelión armada como la de 1979, y luego la de la década de 1980, dos guerras para derrocar a dos dictaduras, la somocista y la sandinista. “Donde el pueblo nicaragüense va a decir basta y se va a involucrar en la rebelión armada”, sostiene Fley.

El fin de semana se conoció de la presencia de alzados en armas que aseguran luchar contra la tiranía. El grupo armado emboscó un vehículo de la empresa exportadora de cacao Agro Industrial del Río, presuntamente propiedad de Laureano Ortega Murillo, “quien utiliza como testaferro al señor Emiliano Baltodano”, afirmó Roberto Palacios, que se identifica como vocero de la agrupación armada que se autodenomina “Comando Libertador Nicaragüense”.

El enfrentamiento dejó seis muertos: tres policías y tres paramilitares, que custodiaban el traslado de dinero, según los rebeldes.Los alzados incautaron varios fusiles, revólveres y medio millón de córdobas, que aseguran ocuparan para la compra de armas.

El analista político, Oscar René Vargas, un intelectual disidente sandinista en el exilio, ha dicho a medios de comunicación que todo indica que el sucesor de Ortega sería su hijo Laureano. «Pienso que Ortega y Murillo han decidido que él sea el sucesor. Todos los indicios me conducen a tener esa opinión», dijo Vargas recientemente a la BBC Mundo.

Vargas sabe lo que dice. Fue allegado de Ortega y le salvó la vida en noviembre de 1967, cuando la Guardia Nacional buscaba a los asesinos de un oficial de ese cuerpo que había sido ejecutado días antes. Uno de los que participó en el crimen fue Ortega, revelan reportajes periodísticos del diario La Prensa.

Vargas junto a uno de sus hermanos fue a sacar a Ortega y a otro insurgente de la casa de seguridad donde se escondía para evitar su aprehensión.

En sus análisis Vargas sostiene que la lógica Ortega es el poder o la muerte y que va a hacer todo lo posible por conservarlo “porque sabe que sin el poder no tiene nada que ofrecer. “Es su muerte política, la cual no quiere (…) Su estrategia es el poder o la muerte, porque quiere construir una dinastía con sus hijos y no con la Murillo. Él está en esa lógica de no dejar de lado nada, destruir cualquier resquicio que pueda ser un estorbo para su estrategia. Eso es lo que no ha comprendido nadie.”, ha expresado Vargas en sus artículos de opinión y en entrevistas a medios de comunicación.

Fuente: La gaceta de la Iberosfera

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